Medio siglo de la Trilogía del Dólar de Sergio Leone y Clint Eastwood, ‘Por un Puñado de Dólares’ (1964), ‘La Muerte Tenía un Precio’ (1965) y ‘El Bueno, el Feo y el Malo’ (1966), el culmen (que no el origen) de un género controvertido, difamado, alabado y único: el spaghetti western.

El Oeste no era como nos lo habían contado los grandes maestros del western clásico: John Ford (‘La Diligencia’, 1939), Raoul Walsh (‘Murieron con las Botas Puestas’, 1941), Anthony Mann (‘Winchester 73’, 1950), Fred Zinnemann (‘Solo ante el Peligro’, 1952), Robert Aldrich (‘Veracruz’, 1954), Nicholas Ray (‘Johnny Guitar’, 1954), John Sturges (‘Duelo de Titanes’, 1957), William Wyler (‘Horizontes de Grandeza’, 1958), Howard Hawks (‘Río Bravo’, 1959)… Los verdaderos cowboys tampoco tenían mucho en común con los habitualmente honestos héroes retratados por John Wayne, James Stewart o Gary Cooper. El Salvaje Oeste había sido una época muy diferente a la cuidada imagen del Hollywood clásico.

“El western es un instrumento para contar historias. La diferencia entre mis personajes y los de Ford es que los suyos cuando abren una ventana contemplan el espléndido futuro que les espera, los míos solo están preocupados por no recibir una bala en la frente” (Sergio Leone). Un solitario forastero entra al paso a caballo en un inhóspito pueblo mexicano (San Miguel). Se detiene en un pozo para beber agua y observa a un niño de corta edad (tres-cuatro años) corriendo y colándose, a hurtadillas, por la ventana de una casa. El forastero sigue la escena con curiosidad. El mismo niño, que busca a su madre que ha sido secuestrada por la banda de los Rojo, sale de inmediato de la casa a puntapiés y con las balas tras su espalda. Los hombres de los Rojo apalean a su padre. El forastero no interviene pero sí cruza una pícara e insolente mirada a la hermosa madre del niño, que examina la escena desde una ventana.

Sergio Leone y Clint Eastwood durante uno de los rodajes 

“Normalmente el héroe entra cabalgando en la ciudad, ve un caballo que está siendo apaleado, ve a la maestra, rescata al caballo y sabes quién va a casarse con quién al final, ¡y no es el caballo! Pero en ‘Por un Puñado de Dólares’, entra cabalgando en la ciudad con un sombrero negro, ve a un niño al que disparan y patean, ve a la doncella en apuros, y simplemente se da la vuelta y se aleja. Nunca estás realmente seguro de que sea el héroe hasta casi media película. Y entonces tampoco estás seguro porque él simplemente intenta conseguir todo lo que puede” (Clint Eastwood).

El western clásico evolucionaba hacia un mayor realismo con dos principales manifestaciones, el eurowestern (popularmente conocido como spaghetti western) y el western crepuscular, con Eastwood presente en ambos subgéneros. Eastwood, que se ganaba la vida en una serie de televisión del Oeste que emitía la CBS (‘Rawhide’), triunfaba como el mítico ‘héroe’ de la Trilogía del Dólar, obra culmen del spaghetti western dirigida por Sergio Leone y compuesta por ‘Por un Puñado de Dólares’ (1964), ‘La Muerte Tenía un Precio’ (1965) y ‘El Bueno, el Feo y el Malo’ (1966). United Artist distribuyó las tres películas en Estados Unidos a lo largo del año 1967 como la Trilogía de ‘El Hombre sin Nombre’, en honor a su protagonista (Eastwood), aunque tuviera una vaga denominación en ‘Por un Puñado de Dólares’ (Joe), ‘La Muerte Tenía un Precio’ (‘El Manco’) y ‘El Bueno, el Feo y el Malo’ (‘Rubio’).

‘El Hombre sin Nombre’ representaba un héroe atípico en el western. En realidad, más que un héroe se trataba de un antihéroe movido por los dólares. Sergio Leone estaba decidido a reventar las convenciones del género: “Antes de mí, no podías mostrar la violencia porque el héroe tenía que ser un tipo de persona de pensamiento positivo (…). Pero yo introduje un héroe que era negativo, sucio, que se parecía a un ser humano y que estaba a gusto con la violencia que le rodeaba”. Una creación de ‘El Hombre sin Nombre’ en la que ayudó mucho la pausada y fría interpretación de Eastwood, marcada por los silencios, las miradas y las balas, y su mítico descuidado aspecto: barba de varios días, inconfundible cigarrillo en la boca (el actor de San Francisco no fumaba y se cansó, sin éxito, de pedir la eliminación del cigarrillo), sombrero calado y el poncho. Una indumentaria que no es ajena a la leyenda. Eastwood, que se llevó a Europa parte de su vestuario en ‘Rawhide’, se atribuyó el poncho, algo que Leone desmintió.

Eastwood en ‘La Muerte tenía un Precio’

Los cambios no gustaron nada a los puristas del western. Como ejemplo, la reacción de Anthony Mann tras ver ‘La Muerte Tenía un Precio’: “A ese filme le falta el auténtico espíritu del western. Contamos la historia de hombres sencillos, no de asesinos profesionales, de hombres sencillos empujados a la violencia por las circunstancias. En un buen western, los personajes tienen una línea de partida y una de llegada, siguen una trayectoria en cuyo transcurso chocan con la vida. Los personajes de ‘La Muerte Tenía un Precio’ solo se encuentran en el camino lo negro de la vida, los malos y la fealdad. ¡Dios mío, qué rostros! Uno o dos está bien, pero veinticuatro…, ¡no, es demasiado!”. Pero, a pesar del disgusto de los maestros del western y de buena parte de la crítica, escandalizada por la sobredosis de violencia, el público aprobó a Leone y al amoral ‘El Hombre sin Nombre’.

‘Por un Puñado de Dólares’ fue la primera en llegar a los cines. Había nacido como una coproducción menor (200.000 dólares) entre Italia, Alemania y España (fórmula muy habitual en la época) que superó enormes problemas de financiación durante el rodaje. Titulada inicialmente ‘Il Magnifico Straniero’, estuvo a punto de acabar olvidada en los cines italianos de tercera. Pasó más que desapercibida en el Mercado del Film de Sorrento. Se estrenó en Florencia el 27 de agosto de 1964 como un western europeo más de serie B, con los nombres del director y los actores americanizados, como era habitual en el eurowestern para promocionar las películas. Leone honró a su padre, Vincenzo Leone (Roberto Roberti como nombre artístico), director de 108 películas (la mayoría mudas) y firmó como Bob Robertson. ‘Por un Puñado de Dólares’ resultó un inesperado éxito. El boca-oreja funcionó. La película llegó a España el 27 de septiembre de 1965, hace casi medio siglo. Leone encandiló a más de tres millones de espectadores.

Trilogía del Dólar - Sergio Leone

Trilogía del Dolar 

El éxito creció en ‘La Muerte Tenía un Precio’, cinco millones y medio de entradas. Aún hoy ocupa un lugar de privilegio en la taquilla española de todos los tiempos. Solo tres películas, ‘Ocho Apellidos Vascos’ (Emilio Martínez Lázaro, 2014), ‘Los Otros’ (Alejandro Amenábar, 2001) y ‘Lo Imposible’ (Juan Antonio Bayona, 2012), han arrastrado al cine a más espectadores. Leone cerró la aventura más apasionante del spaghetti western con ‘El Bueno, el Feo y el Malo’ (más de cuatro millones de espectadores en España) con la Guerra de Secesión de fondo. El director romano, que se había deshecho de la perniciosa relación con la Jolly Film en ‘Por un Puñado de Dólares’, repitió con el productor Alberto Grimaldi, responsable de títulos como ‘Satyricon’ (1969) de Fellini; ‘El Decamerón’ (1971) de Pasolini; ‘El Último Tango en París’ (1972) de Bertolucci; e incluso ‘Gangs of Nueva York’ (2002) de Scorsese, en una película ya cien por cien con capital italiano, sufragado por United Artist, con un presupuesto de 1,3 millones de dólares.

Leone no había inventado nada. Hacía años que Europa había tomado el testigo del western, de capa caída en América. Alemania tomó la delantera adaptando las novelas de ‘Winnetou’ de Karl May con rodajes en los Balcanes. Pronto los italianos y los españoles imitaron a los alemanes. El eurowestern era una realidad, aunque fuera con una mayoría de filmes de serie B. Joaquín Romero Marchent destacaba en España con los western sobre ‘El Zorro’. Sergio Corbucci (‘Django’, 1966) aparecía como el alumno aventajado de Leone. Entre 1960 y 1975, se rodaron cerca de 600 spaghetti westerns. Los jóvenes directores europeos no habían olvidado los buenos recuerdos de las películas de vaqueros de su infancia, si bien Leone traspasó todas las barreras y se convirtió en un ‘referente’: “Me disgusta que todo el mundo me señale como el padre del spaghetti-western. Porque soy el padre, sí, pero de un montón de hijos de puta”.

Pero el padre de esos hijos de puta, como se definió Leone, fue único. Convirtió en estrella a Clint Eastwood, un personaje clave en la historia del cine en las últimas cinco décadas. Glorificó un género. Creó poesía desde una violencia extrema con unos memorables duelos. Y construyó un lenguaje propio dominado por los primeros planos (todo un estudio de la psicología humana), los silencios y la música, con el mejor Ennio Morricone que, curiosamente, no había sido su primera elección (Franco Lavagnino). “Siempre he limitado el uso del diálogo para que los espectadores puedan usar su imaginación mientras observan los gestos lentos y rituales de los héroes del Oeste, en medio de las montañas o en la inmensidad de las praderas. Si es cierto que he creado un nuevo estilo de western, con personajes picarescos elevados a situaciones épicas, entonces es la música de Ennio (Morricone) la que les ha hecho hablar”. Simplemente, Leone “hizo cosas en una época en la que los directores norteamericanos hubieran tenido miedo de hacerlas en un western” (Clint Eastwood). El auténtico Oeste no tenía nada que ver con el western clásico sino con aquel forastero sin nombre, taciturno, de gatillo fácil y moral laxa de una Trilogía del Dólar que medio siglo después sigue siendo historia (verdadera) del cine y del Salvaje Oeste.

Clint, el inesperado revólver más rápido

La Trilogía del Dólar se asocia a la figura de Clint Eastwood, cuya sobria interpretación creó un nuevo modelo de vaquero, pero… Como tantas veces desde que se inventó el cine, el actor que ha pasado a la posteridad (Eastwood) no era, ni mucho menos, la primera opción. Sergio Leone apostó por todo un héroe de su juventud y del Hollywood clásico: Henry Fonda y su intachable imagen del ‘americano bueno’. El agente de Fonda, contrariado por la violenta y confusa moralidad del personaje principal de ‘Por un Puñado de Dólares’ (1964), ni pasó el guion al actor. Leone cumplió el sueño de trabajar con Fonda en el western ‘Hasta que Llegó su Hora’ (1968), pero no en la Trilogía del Dólar.

La constante tensión entre Leone y los productores Giorgio Papi y Arrigo Colombo (Jolly Film) se apreció también en la elección del forastero de ‘Por un Puñado de Dólares’. Papi y Colombo, más pendientes del rodaje de ‘Las Pistolas no Discuten’ (Mario Caiano, 1964), propusieron a Richard Harrison, que tenía contrato con la Jolly, y más tarde al mismo Rod Cameron, el protagonista de ‘Las Pistolas no Discuten’, el otro proyecto simultáneo de la productora. Leone se inclinó, en cambio, por Charles Bronson, James Coburn y, a última hora, Cliff Robertson. Coburn aceptó el papel por 25.000 dólares, demasiado para la Jolly Film. Al igual que con Henry Fonda, Leone consiguió finalmente trabajar con Bronson, en ‘Hasta que Llegó su Hora’, y con Coburn, en ‘Agáchate, Maldito’ (1971).

El comienzo del rodaje se echaba encima y Leone no tenía a su protagonista hasta que surgió el nombre de Clint Eastwood, un joven actor (34 años) de San Francisco que apenas era conocido por una serie de televisión, ‘Rawhide’ (CBS, 1959-1965), ambientada en el Oeste. El descubrimiento de Eastwood se debe a Claudia Sartori, que trabajaba en Roma en la agencia artística norteamericana William Morris. Sartori pasó el nombre a la Jolly Film y un episodio (‘The Black Sheep’) de ‘Rawhide’. Leone no estaba entusiasmado por Eastwood (con un caché de 15.000 dólares que creció a 50.000 en ‘La Muerte Tenía un Precio’ y 250.000 en ‘El Bueno, el Feo y el Malo’) pero… Era o Eastwood, o nada. Una elección forzada que el director romano no ocultó. Leone envió a Mario Caiano a recoger a Eastwood, que había aprovechado sus vacaciones estivales en el rodaje de ‘Rawhide’, al aeropuerto de Fiumicino (Roma). Un frío comienzo que deparó, sin embargo, y pese las dificultades lingüísticas (Eastwood no hablaba italiano y Leone no sabía inglés), un gran entendimiento. El resto ya es leyenda.

“Se cuenta la historia de que, cuando se le preguntó a Miguel Ángel qué había visto en un bloque de mármol en particular que había elegido entre cientos de otros semejantes, respondió que había visto a Moisés. Ofrecería la misma respuesta a la pregunta de por qué elegí a Clint Eastwood, solo que al revés. Cuando me preguntan qué vi en Clint Eastwood, respondo que lo que vi fue simplemente un bloque de mármol. Y que eso era lo que deseaba” (Sergio Leone).

El temperamental italiano Gian Maria Volonté actuó como antagonista en las dos primeras películas de la Trilogía del Dólar. Eastwood estrenó compañero en ‘La Muerte Tenía un Precio’ (1965): Lee Van Cleef, como el coronel Mortimer. Tras los nuevos desplantes de Fonda y Bronson y la negativa de Lee Marvin, Leone se plantó en Estados Unidos con una foto antigua de un actor en la revista ‘Academy Players’. Se trataba de Van Cleef, que estaba medio retirado de la actuación y se dedicaba a pintar. Aceptó tras concluir un cuadro que le habían encargado. Eli Wallach, actor del Método, supuso la tercera incorporación en la Trilogía como el pícaro ‘Tuco’ en ‘El Bueno, el Feo y el Malo’ (1966). La sintonía entre Leone y Wallach fue plena despertando los celos de Eastwood. El director italiano sugirió que ‘Hasta que Llegó su Hora’ arrancara con Eastwood, Van Cleef y Wallach, los tres grandes nombres de la Trilogía del Dólar, abatidos por Henry Fonda. “Deseaba decirles adiós, y a las reglas del juego que yo mismo había impuesto”. Eastwood no quiso. “No era una cuestión de dinero. Simplemente no pudo entender el chiste. No tiene un gran sentido del humor, ¿saben?”, ironizó Leone.

Sergio Leone

La huella española

España es un país imprescindible en la Trilogía del Dólar. ‘Por un Puñado de Dólares’ (1964) y ‘La Muerte Tenía un Precio’ (1965) son dos coproducciones con participación de Italia, Alemania y España. La huella española se extiende a las localizaciones de la Trilogía y los actores secundarios del reparto. ‘Por un Puñado de Dólares’, rodada a la par que su hermana de producción ‘Las Pistolas no Discuten’ (Mario Caiano, 1964), se filmó, sobre todo, en Golden City, el Poblado del Oeste construido en Hoyo de Manzanares (Madrid), a los pies de la Sierra de Guadarrama, por el productor Eduardo Manzanos. Leone rodó también en la Casa de Campo de Madrid, como la guarida de los Rojo, y el Río Alberche, en Aldea del Fresno, como el Río Grande en el sangriento intercambio de oro y armas entre los Rojo y el Ejército mexicano. Almería fue, inevitablemente, la otra gran localización de ‘Por un Puñado de Dólares’ que se concluyó, con el presupuesto ya en mínimos, gracias al terrateniente del Cortijo El Sotillo.

‘La Muerte Tenía un Precio’ refleja en todo su esplendor los desérticos paisajes de Almería, no hay más que echar un vistazo a su espectacular primera escena. El pueblo de Los Albaricoques, que había recreado la entrada en ‘Por un Puñado de Dólares’ a San Miguel, en disputa por los Baxter y los Rojo, acogió la inhóspita Aguas Calientes en la segunda película de la Trilogía del Dólar. El Paso se levantó en el Poblado de MiniHollywood. Las cabalgadas de ‘El Manco’, el coronel Mortimer y la banda del ‘Indio’ recorrieron las ramblas del desierto de Tabernas. El poblado Golden City sirvió como Tucumcari.

El paisaje seco de Almería, el otro gran personaje de la trilogía

Con más medios, Leone buscó nuevos escenarios en ‘El Bueno, el Feo y el Malo’ (1966). Almería encontró compañera: Burgos. El río Arlanza, a su paso por Hortigüela, contempló la batalla por el Puente de Langstone (y su legendaria precipitada voladura antes de la orden de Leone) entre unionistas y confederados. El campo de concentración nordista de Betterville se estableció en Carazo. El cementerio de Contreras (ampliado por el equipo de Leone) se transformó en el cementerio de Sad Hill, donde está oculta la tumba con 200.000 dólares. Para Leone, “el norte de España, en los alrededores de Burgos, es como Virginia. El sur de España es como Arizona”.

Las coproducciones del eurowestern incluían unos mínimos de técnicos y actores por cada país que participaba. España aportó numerosos actores, entre ellos: José Calvo (el posadero Silvanito en ‘Por un Puñado de Dólares’), Margarita Lozano (la matriarca de los Baxter), Antonio Ruiz ‘El Morito’ (el niño informador de ‘El Manco’ en ‘La Muerte Tenía un Precio’), José Canalejas (‘Chico’, la mano derecha de ‘Indio’), Lorenzo Robledo (la primera víctima en un duelo con ‘Indio’), José Terrón (el bandido de peculiar rostro que mata el coronel Mortimer), Antonio Casas (asesinado por Sentencia en el inicio de ‘El Bueno, el Feo y el Malo’), Antonio Molino Rojo (el capitán nordista moribundo del campo de prisioneros) y Aldo Sambrell (amigo personal de Leone que apareció en sus cinco westerns).

El plagio más famoso y exacto

 “Signor Leone, acabo de tener la oportunidad de ver su película. Es un filme espléndido, pero es mi filme. Puesto que Japón es firmante de la Convención de Berna sobre el copyright internacional, debe usted pagarme” (Carta de Kurosawa a Leone). Tras su extensa etapa como ayudante de dirección en ‘Quo Vadis?’ (Mervyn Le Roy, 1951), ‘Helena de Troya’ (Robert Wise, 1954), ‘Historia de una Monja’ (Fred Zinnemann, 1958), ‘Ben-Hur’ (William Wyler, 1959) y ‘Sodoma y Gomorra’ (Robert Aldrich, 1961) durante la era dorada de Hollywood en los estudios Cinecittà de Roma, Leone andaba buscando un proyecto para dirigir tras ‘El Coloso de Rodas’ (1961). El cámara Enzo Barboni, a finales de 1963, le ahorró la tarea. Barnoni recomendó a Leone una película: ‘Yojimbo’ (‘El Mercenario’) (1961), de Akira Kurosawa. Toshirô Mifune había ganado la Copa Volpi al Mejor Actor en el Festival de Venecia. Leone quedó encantado y se propuso devolver la historia “a su lugar de origen”. ‘Yojimbo’, con un samurái sin amo (Mifune) entre dos clanes mafiosos en el Japón feudal del siglo XIX, tenía evidentes aires de western. Kurosawa nunca había ocultado su amor por el género y por ‘Raíces Profundas’ (George Stevens, 1953), pasiones que compartía con Leone.

‘Yojimbo’ de Akira Kurosawa

Un visionado de ‘Por un Puñado de Dólares’ y ‘Yojimbo’ expone, sin necesidad de grandes análisis, las enormes similitudes. Leone calca casi al milímetro escenas, tramas y personajes: el posadero, el atareado fabricante de ataúdes, el campanero, los dos clanes rivales, el secuestro de una hermosa mujer casada y madre de un niño, el intercambio de rehenes, el incendio de la casa de una de las bandas, la paliza al protagonista, la posterior huída oculto en un ataúd y la venganza final.

La demanda de Kurosawa, que se había inspirado en la novela ‘Cosecha Roja’ (1929) del estadounidense Dashiell Hammett, se resolvió de una manera burda pero efectiva: la Defensa Goldoni. La productora Jolly Film revolvió la biblioteca hasta que encontró una obra italiana, ‘Arlequín Servidor de Dos Patrones’ (1753), de Carlo Goldoni. La mejor defensa es un ataque, aunque no sea limpio. La Jolly Film acusó a Kurosawa de plagiar a Goldoni. Kurosawa y la Toho (productora de ‘Yojimbo’) aceptaron un trato: el 15% de la taquilla mundial de ‘Por un Puñado de Dólares’ y la distribución exclusiva en Japón, Taiwán y Corea del Sur a cambio de retirar la demanda. Irónicamente, Goldoni se convertía en una figura esencial en la Trilogía del Dólar y el spaguetti western.