‘Pureza’ (Salamandra), la nueva novela del cuasi-mito Jonathan Franzen, más de 700 páginas de “novelón” al estilo dickensiano o incluso de Balzac que disecciona al individuo y esta sociedad de masas en busca de su identidad personal.
IMÁGENES: Seix Barral / Salamandra / Alfaguara / Wikimedia
Salvado todas las distancias posibles, y que me perdonen los puristas de la literatura que viven, respiran y piensan sólo en clave de papel y tinta, en EEUU hay una obsesión casi psicopática con la novela, y especialmente con ese Santo Grial inalcanzable llamado “Gran Novela Americana”, así, con mayúsculas y mucha pompa, circunstancia y una nómina larguísima de candidatos (y candidatas). Jonathan Franzen es aquello que todo escritor (y por lo tanto sociópata en ciernes o consagrado) ansíe: un icono cultural, un mito vivo, un huracán mediático, alabado, admirado, puesto sobre un pedestal del que muchos otros tratan de tirarle abajo como sea. Fama, fortuna y toda la atención egocéntrica que cualquier autor pueda ansiar. Y por encima de todo eso trata, además, de escribir. El ruido de fondo que rodea a Franzen es tal que incluso le gastan bromas por internet o aparece en Los Simpson peleándose con otros escritores. A ese grado se llega en EEUU en cuando tocas el éxito (es decir, generas dinero).
Hace poco presentaba en América primero y en España después ‘Pureza’, su sexta novela, una más que demuestra qué tipo de novelista/escritor/gurú es. Un buen candidato a escribir la “Gran Novela Americana” que en realidad, para nosotros, ya está escrita desde hace años: ‘A sangre fría’, de un tal Truman Capote. Pero bueno, sobre gustos… y saben el tópico. La lista de novelas candidatas es tan grande como lectores. Algunos dirán incluso que ‘La conjura de los necios’ de Kennedy Toole, o cualquiera de las grandes de Philip Roth, ‘Leviatán’ de Paul Auster, ‘Manhattan Transfer’ de John Dos Passos o su reflejo del mismo año, ‘El Gran Gatsby’ de Scott Fitzgerald… y sigue, sigue, sigue… Ya saben, cada uno ve la belleza a través de sus ojos, no en al realidad. Debe ser horrible tener que escribir un libro con el peso del mundo sobre los hombros. Es muy humano pensar que “si no estoy a la altura de sus imaginarias expectativas me van a fusilar”. O directamente le esperan, como The Guardian, que llamó a la reentré literaria “Franzenfall” (el otoño de Franzen). Mucha mala leche.
Las tres principales novelas de Jonathan Franzen, de 2001, 2010 y 2015 respectivamente
La cuestión es que Franzen es un obseso literario, un tallador, como esos artesanos que hacen cristal en Murano con formas imposibles. Se embarca en el personaje y no lo suelta hasta que ya tiene su universo emocional y psicológico bien diseñado. Juega a ser Dickens, Balzac e incluso Proust. Todo bien empaquetado para un público posmoderno que le venera y le repudia, que hace fotos de niños riéndose de su libro tirado en un mercadillo o que le ensalza como el gran autor de… ¿adivinan?, “la Gran Novela Americana”. En ‘Pureza’ Franzen imita a esos monstruos de la novela social-psicológica contextualizada, describe un tiempo y un mundo donde los individuos son piezas que intentan encajar. Cada época forja al ser humano, no al revés, de tal manera que sus personajes siempre parecen inspirar entre compasión y empatía, porque su verdad choca con el mundo. Si a eso le añaden algo de humor vitriólico y culpable sale un conjunto con un fondo de muchas capas. Un novelón, tal cual.
Pero a diferencia de muchos otros escritores, misántropos convencidos que soltaban su versión del mundo sin esperar demasiado a cambio, Franzen ejerce de antorcha moral, no en el sentido religioso represor del término, sino en el de catalizador de lo que la Humanidad tiene de bueno. Por decirlo de otra forma: la bruma es densa y angustiosa, pero hay luces, y la mayor parte de ellas necesitan ser reivindicadas. A grandes rasgos ‘Pureza’ es la búsqueda de la identidad, esa necesidad discursiva que todo psicólogo sabe que es la puerta por donde más de una mente se va hacia el abismo. En este caso es la odisea personal de Purity Tyler, una mujer arruinada que necesita saber quién es y de dónde viene. Su madre vive aislada en una cabaña, oculta al mundo, lo que alimenta la negrura de una historia que la lleva hasta la Stasi y el Berlín oriental de la Guerra Fría, por un lado, y hacia el mundo tecnológico actual en el que Wikileaks y los medios digitales marcan la pauta de lo que existe. Todo en tres continentes, 40 años de tiempo y una estructura que, una vez más, recuerda a la vieja novela eterna del XIX.
El resultado es ese juego decimonónico, enorme, inmenso, que recuerda a esos escritores del 1800 y pico que creaban mundos inmensos de múltiples conexiones donde el individuo interactuaba con la masa moderna (Balzac, Dickens, Pérez Galdós, Maupassant, incluso Zola…). La sociedad-colmena de la industrialización nos define, y los personajes de Franzen están incrustados en ella. El autor disecciona ese mundo en el que vivimos, como un gran mecano donde somos como el pobre Chaplin de ‘Tiempos Modernos’, alienados siempre de alguna forma. Ahí es donde aparece esa moral de supervivencia: a pesar de todo, aún queda una chispa de humanidad. Toda esa combinación es la que resulta de ‘Pureza’, el sexto intento de Franzen de sobrevivir al personaje de sí mismo, al ruido, a los cuchillos y a su alargadísima sombra. Suerte.
Vida y obra de Jonathan Franzen
Jonathan Franzen, nacido en Chicago en 1959, escritor desde 1988 y celebridad literaria desde 2001, cuando el siglo arrancó con la publicación de ‘Las correcciones’, que ganó el National Book Award (y otros 20 premios más, entre ellos el Pulitzer) y que hasta entrada esta década llevaba ya más de 3 millones de ejemplares vendidos. Su cuna en los Grandes Lagos no le duró mucho: de niño la familia emigró a Missouri, a Saint Louis, donde creció el joven Jonathan. Estudió bajo la influencia de los cuáqueros en el Swarthmore College en otro punto de ese país-continente que es EEUU, en Filadelfia. Estuvo en Europa siendo universitario gracias a las becas privadas (de hecho habla el alemán gracias a que vivió allí) y finalmente recaló en Nueva York, concretamente en el barrio de élite del Upper East Side. Porque la literatura se lo permite. El pedigrí de su biografía se confirma con su trabajo como colaborador de The New York, la revista más progresista, liberal y (una vez más…) “de élite” de EEUU. Eso y el gran beso mediático que le hizo Time en 2010 cuando le sacó en portada.
Su carrera literaria arrancó en el 88 con ‘La ciudad veintisiete’, recibida con aplausos por la crítica y Premio Withing a autores noveles. Luego llegaría ‘Movimiento fuerte’ en 1992, donde ya empezaba a hablar de la familia y la clase media, en este caso disfuncional (en ambos casos). Franzen se tomó entonces casi una década de parón, nueve años que se convirtieron en su fase de embarazo literario. Ese tiempo de trabajo y vida culminaría con la piedra de toque de su carrera: ‘Las correcciones’, de 2001 (en España con Seix Barral, las dos primeras con Alfaguara). Otros nueve años tuvo que esperar el público para algo nuevo después de la marea de éxito y premios: en 2010 publicó ‘Libertad’, esperada como lluvia en el desierto y que fue saludada por los monstruos mediáticos (Time, The New Yorker, New York Times, etc, etc) como “la novela de la década”, “obra maestra”, genialidad… y la bola de nieve que no para de crecer desde entonces, y que continuará ahora con ‘Pureza’, su sexta novela. Estas tres últimas con Salamandra en España. Además ha publicado cuatro ensayos: ‘Cómo estar solo’ (2002), ‘Zona templada’ (2004), ‘Zona fría’ (2006) y ‘Más afuera’ (2012), los tres primeros con Seix Barral y el último con Salamandra en España.