Pocos pueblos han estado más ligados al libro como el judío, y pocos han mimado tanto el lenguaje como ellos; por eso es tan importante la exposición de la Casa del Lector y la Biblioteca Nacional de Israel.
La Casa del Lector, heredera y superviviente del lento hundimiento de la antigua Fundación Germán Sánchez Ruipérez, se ha aliado con la Biblioteca Nacional de Israel para crear una exposición interactiva, bilingüe y pensada para las tabletas digitales, ‘La Biblioteca Nacional de Israel: Depósito y memoria’ (hasta el 21 de septiembre). La exposición es completamente virtual, sin más, una apuesta por la innovación y por ligar al espectador con otra forma de entender la cultura, incrustada con la tecnología. Repasa las colecciones de la Biblioteca Nacional de Israel únicamente a través de estos dispositivos, que sólo podrán activarse y conectarse a la exposición si están físicamente en las instalaciones madrileñas de la Casa del Lector en Matadero. Basta acceder a través del código QR al lugar virtual de la exposición. Valen tanto las tabletas como los smartphones, y si no dispone de uno la organización hace préstamos de un fondo de 30 tabletas (gratis).
Fuera de lo virtual apenas hay nada: decoración secundaria sobre la exposición. Todo lo demás imaginable (mapas antiguos, manuscritos, documentos modernos, libros, vídeos de apoyo, imágenes…) está en el dispositivo de nube de la exposición. Quizás sea la más original de todas las exposiciones que se hayan hecho en Madrid, un loable salto adelante que obliga al espectador a acostumbrarse a la tecnología clave del presente y el futuro y que cada vez está más ligada a la educación. Según los responsables de la Casa del Lector, se trata de dar un pequeño salto adelante y mostrar cómo deberían ser las bibliotecas del futuro: virtuales.
Texto de Isaac Newton sobre el Apocalípsis en 2066
En realidad ya lo son: internet es una gran biblioteca abierta, libre y gratuita (aunque no siempre) donde hay muchas interferencias de otro tipo. Wikipedia es interesante pero no es la vara de medir por la cantidad de manipulaciones y errores que contiene. En realidad la Casa del Lector ha usado de conejillo de Indias los inmensos fondos de la Biblioteca Nacional de Israel, que van desde las notas de suicidio de Walter Benjamin a textos de Isaac Newton en los que juega a ser Nostradamus y predice el fin del mundo para mediados de este siglo. La israelí será sólo la primera de muchas más iniciativas de este tipo, un ensayo de una iniciativa más económica, individualizada (el espectador manda en su vagabundeo por los documentos, no está obligado a seguir itinerarios preconcebidos, aunque los haya) y que puede llegar a mucha más gente.
Toda la exposición está disponible en español e inglés y tiene, como el propio internet, forma de red-árbol: a partir de unos puntos comunes cada usuario puede diseñar y elegir el camino que quiere tomar dentro de la gran red, sin pensar mucho en épocas y contextos. Una forma más libre de navegar por el conocimiento y que elimina el viejo imperativo museístico de “no tocar” y “vea esto en este orden”. Así, los mencionados textos sobre el exilio judío durante la Segunda Guerra Mundial se alternan con la abundante documentación histórica e incunables sobre Tierra Santa o sobre la diáspora medieval por toda Europa, desde las comunidades inglesas a la sefarditas o polacas. No sólo la herencia del Medievo está presente, raíz de los primeros pogromos, expulsiones y persecuciones a pesar de la importancia vital en cultura y economía de las comunidades judías, sino también el Holocausto, imborrable y omnipresente sombra sobre la historia de los judíos.
Mapa antiguo de Tierra Santa y las tribus de Israel
En el catálogo está la carta de 1940 del comisario jefe de Figueres (Girona) que explica las últimas horas del filósofo Walter Benjamin y sus pocas pertenencias mientras huía del nazismo. La carta es una puerta abierta a aquel final trágico para una de las mentes más brillantes que tuvo Europa y que, como muchas otras minorías, terminó en el abismo en plena guerra: “Como puede usted ver por lo del certificado médico, no se trata de suicidio, sino de muerte natural […], una cartera de piel de las usadas por hombres de negocios, un reloj usado de caballero, una pipa, seis fotografías, una radiografía, unos lentes, varias cartas… como también alguna cantidad de dinero, de la que deducidos los gastos ocasionados, quedan actualmente 273 pesetas”. Entre otros muchos judíos perseguidos o arrinconados están muchos textos de Stefan Zweig o Franz Kafka. También hay videos documentales que contextualizan o aportan información peculiar sobre (otra vez) Newton, como el documental ‘Isaac Newton rechaza la Trinidad’.
Como es evidente la memoria del pueblo judío es el paso indispensable para la exposición; se puede conocer el pasado hebreo, en la diáspora o en Tierra Santa, de primera mano. La Biblioteca Nacional de Israel lleva muchos años acumulando documentación dispersa por todo el mundo, desde Europa a América y Asia, incluso de los etíopes judaicos que tan mal encaje han tenido en Israel sociológicamente. Y la huella española también tiene un peso específico: uno de los documentos que pueden consultarse es de Maimónides, el filósofo hebreo más famoso de la vieja Sefarad y del que se conservan digitalizados algunos manuscritos clave, como los comentarios sobre la Mishná (texto religioso canónico del judaísmo).
Igualmente especiales son las herencias islámicas y persas, cuando los judíos se refugiaban en las cortes y calles del mundo musulmán, mucho antes del actual conflicto. Así, la Biblioteca Nacional de Israel posee una colección de prestigio internacional sobre Islam y Oriente Medio, que refleja el legado cultural de la minoría más numerosa de Israel, así como de la cultura predominante en Oriente Medio. Además, las tradiciones literarias del árabe y del persa forman parte de la memoria colectiva judía, ya que fueron las lenguas más habladas por gran parte del pueblo judío hasta la edad contemporánea. Más de mil años de lenguaje y cultura al alcance de los dedos en la pantalla translúcida y táctil.
Copia de la carta de las autoridades españolas a Horkheimer hecha por Scholem (BNI)