Difícil intentar empezar un texto sobre un loco; no un lunático cualquiera, sino uno de esos que hacen que el mundo cambie, que los demás tengan un espejo en el que mirarse.

Y también uno de esos inconscientes que abrieron camino en uno de los últimos lugares que el hombre, por fortuna, no ha podido domeñar. Ernest Shackleton es uno de esos héroes especiales que nunca se sabe si son inmaduros o los tipos más valientes que uno podría conocer. Su expedición, la Endurance, fue mucho más que un fracasado viaje a la Antártida en una época, 1914, en la que la tecnología todavía no podía vencer al frío y la necesidad en el ecosistema más hostil imaginable al ser humano. Ni en el desierto cálido se pasa tan mal ni hay tan pocas opciones de sobrevivir si no se va preparado. Existe un estupendo documental en español sobre la epopeya de supervivencia, disponible gratis en Youtube, ‘Atrapados en el hielo’, donde se resume y contextualiza aquellos días blancos infinitos.

La Antártida era, y es, la última frontera. Quizás la penúltima si incluimos a los océanos, de los que sabemos menos que de la cara oculta de la Luna o de Marte. Es vital y fue la obsesión de toda una generación de exploradores, la última que realmente se jugó el pellejo y se lanzó sin red de seguridad. Y todavía hoy viajar a la Antártida es un proceso penoso y largo de preparación física, seguros, renuncia de pleitos judiciales, peligros… también es el lugar que más se resiente por el cambio climático, y al mismo tiempo el termostato que regula la meteorología del resto del planeta.

El Endurance atrapado en el hielo y Shackleton

Los supervivientes en la isla Elefante

Los supervivientes en la isla Elefante

Hacía allí partió la Endurance de Shackleton, que planeaba ser la primera que atravesara a pie la Antártida y terminó con el buque del mismo nombre atrapado en el Mar de Weddell y con los 22 miembros del equipo en peligro de muerte. Pero del fracaso Shackleton supo sacar una de las mejores hazañas posibles: hizo de todo para salvar y devolver a sus casas a todos los miembros del equipo. Y había un fotógrafo para retratarlo todo, Frank Hurley, que se enroló para documentar la expedición. Suyas son las imágenes clásicas, desde el barco atrapado en los hielos, las barcazas y el rescate.

Una expedición de dos años, de 1914 a 1916, en la que recorrió toda la península Antártica de un lado al otro para buscar ayuda, regresar y sacar a la tripulación en barcazas suicidas con las que poder atravesar el Océano Antártico. Shackleton, que había participado en diferentes viajes a ambos polos, se había dado cuenta del tirón popular de unas expediciones que, gracias al auge de la prensa de masas, ya eran hitos modernos. El irlandés al servicio de la Corona Británica simplemente supo aprovechar el tirón publicitario de las primeras imágenes, así que incluyó a Hurley en el viaje para sacar el máximo rendimiento. Como ha dicho muchas veces un célebre explorador antártico español, Jerónimo López, es “uno de los más increíbles episodios de supervivencia en la historia de las expediciones de todos los tiempos”.

La llamada Expedición Imperial Transantártica partió el 1 de agosto de 1914 de los muelles de Londres destino a la bahía Vahsel, al sur del Mar de Weddell, el lugar donde el barco quedaría atado de por vida a los grandes hielos. Al otro lado del continente, en la Isla de Ross, otra expedición les rescataría una vez cruzado el mundo helado. El fracaso llegó entre los bloques azulados de la placa marina helada, en esa misma bahía, y el hielo no tardó en destrozar la quilla. La tripulación tuvo que abandonar el refugio para vivir sobre la placa de hielo, y más tarde a iniciar el periplo épico en trineo en busca de un punto más seguro.

Cabo EVANS - Antártida

Cabo Evans en la Antártida

Atravesaron el Mar de Weddell, helado y pusieron rumbo posteriormente en bote hasta la isla Elefante en las Shetland del Sur. Allí reconstruyeron uno de sus pequeños botes (el James Caird) y el propio Shackleton, con otros cinco hombres, se echó a la mar hacia las islas Georgias del Sur en busca de ayuda. Fue un milagro que no murieran en un bote de apenas 6metros de eslora en uno de los mares más violentos del planeta, con olas de hasta tres metros y temperatura bajo cero. Sólo por eso fue un mito Shackleton.

Tocaron tierra en la costa sur de la isla y decidieron atravesarla, al tiempo que la cartografiaban por primera vez (otro mérito más). Aquí es donde nació otra leyenda, la del “quinto viajero”. En su diario Shackleton describe la experiencia alucinatoria de sentirse acompañados por un desconocido durante esta marcha, lo que daría lugar a una famosa referencia literaria en el poema ‘La tierra baldía’ de con un “siempre hay alguien más caminando detrás de mí”. Pero lo consiguió: los 22 hombres en la isla Elefante fueron rescatados cuando Shackleton consiguió ayuda de Chile, que envío al buque Yelcho, que atracó en la isla el 30 de agosto de 1916.

Mapa de la expedición y rescates

Mapa de expedición y rescate