Para los que se quedaron pasmados a principios de los 90 con aquel peliculón titulado ‘Todo por la pasta’, que parecía una versión española de lo más salvaje del cine de acción americano, resulta al menos esperanzador que la Academia de Cine española haya coronado a Enrique Urbizu.

Por Marcos Gil

Y de paso, al homónimo José Coronado, otro que repitió eso de “llevo 25 años esperando esto”. Hacer cine de género en España es complicado, porque el gremio no gusta del tema, y porque el público no estaba bien formado. Cuando eres un bicho raro que sólo hace eso suele ser algo más llevadero: Urbizu era el valiente, el rarito que se creía Sam Peckinpah.

Un vistazo a la carrera de Urbizu deja dos etapas doradas: la inicial, en la que en apenas cuatro años dirigió y escribió cinco películas, desde su primer puñetazo en la mesa del cine español, ‘Todo por la pasta’ (donde ya apareció uno de sus actores fetiche, Antonio Resines) a ‘Cuernos de Mujer’ y ‘Cachito’, cuya mala fortuna en taquilla le dejó momentáneamente aparcado hasta el final del siglo. En 1999 se convirtió en guionista a sueldo de Roman Polanski y Arturo Pérez-Reverte en ‘La novena puerta’, adaptación al cine de la novela ‘El Club Dumas’.

Luego llegó una segunda etapa de amor del público y la crítica, especialmente a partir de ‘La caja 507’, donde Resines y José Coronado se unen a la corrupción urbanística y de la banca en un cóctel que ya tuvo éxito en forma de dos Premios Goya. Aupado en este éxito y con una buena reputación como director especializado en el thriller, casi un apóstol cinematográfico del género negro, realiza ‘La vida mancha’ (de nuevo con Coronado), que le serviría para confirmar su talento. Luego llegaría la pasable ‘Adivina quién soy’, y por fin ‘No habrá paz para los malvados’, la película más sofisticada de los últimos años en este campo junto con ‘Celda 211’.

Su aspecto pega bien con las etiquetas: urbano, bilbaíno sin estridencias, voz arrastrada, silencioso y noctámbulo, con el aire de acabar de llegar de una juerga (en ocasiones), y un trabajo académico muy bueno y previo: licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad del País Vasco, su carrera en universidad se prolonga hoy en día también siendo profesor de la Carlos III de Madrid y como invitado en los másters de Guión de Cine en la Universidad Pontificia de Salamanca.

Urbizu hizo de ariete contra la naftalina del gremio nacional del cine, contra un arte apolillado que hundía sus garras en lo previsible y que él rompió por las bravas, a punta de pistola y arrastrando tras de sí a gente como Álex de la Iglesia, que fue su becario, ayudante y director artístico en varios momentos. De los primeros tiempos a estos en los que queda bien claro que ha vuelto, a pesar de estar ciclos de hasta siete años sin dirigir. Seis en el último. Urbizu siempre ha criticado la total falta de financiación para proyectos arriesgados, lo que condiciona “la capacidad creativa” que en otros países es convenientemente recompensada. Da la sensación de que de haber sido nativo de Nueva York o Los Ángeles ya tendría un par de Oscar en la repisa de su casa. Por ahora ya lleva cuatro Goyas, que algo es algo.

 

El cine según Urbizu

Dice el director vasco que desde pequeño le apasionó “contar historias. Un interés que no ha dejado de crecer”. Tras los Goya dio decenas de entrevistas y opiniones, pero todas giraron en torno a una sola idea: esto ha llegado después de 25 años de trabajo. Hay frases que lo dicen todo: “si el cine es lo tuyo nadie te podrá parar, hay que ver de todo, leer, estudiar, analizar, pensar el cine todos los días, a todas horas. O eres o no eres cineasta”. Y otra más: “el cine de género aún está mal visto o menospreciado por algunos sectores anticuados. A mí personalmente me gusta la convivencia entre todos los géneros posibles y el cine llamado de autor”, una diferencia que él mismo asegura no compartir. Sin estridencias, con mucho trabajo y alternando temas, pero siempre con una capacidad para contar historias en el filo que la actual crisis económica nutre al género que más ha mimado siempre Urbizu, otro bilbaíno grande como sus silencios y su voz arrastrada.

Filmografía como director y guionista

Tu novia está loca (1988)

Todo por la pasta (1991)

Los justicieros (1992)

Cómo ser infeliz y disfrutarlo (1994)

Cachito (dirección y guion) (1995)

Cuernos de mujer (1995)

La novena puerta (The Ninth Gate), de Roman Polanski (guion) (1999)

La caja 507 (dirección y guion) (2002)

La vida mancha (2003)

Adivina quién soy (2006)

No habrá paz para los malvados (dirección y guión) (2011)