Quizás el mensaje ha quedado anticuado, o simplemente el arquetipo de Star Trek es ya tan clásico que no hay forma de reinventarlo sin parecer más de lo mismo. O puede que sí. ‘Star Trek: Picard’ es la enésima vuelta de tuerca al universo de Gene Roddenberry, ya de por sí muy estirado. El estreno en Amazon España será el próximo 24 de enero.
Porque hablamos de un universo creativo que ya acumula doce películas, ocho series diferentes, dos generaciones de tripulantes que se pasaron el testigo y varias líneas temporales (con saltos de un universo a otro o recurrentes viajes en el tiempo); quizás demasiado para manejar. Pero el nuevo giro está engarzado en el pasado, porque recuperan al jubilado capitán Jean-Luc Picard en forma de spin-off tardío. Patrick Stewart se enfunda de nuevo en su personaje más icónico, ahora septuagenario que saldrá de su amado viñedo para una última aventura que promete ser muy diferente a todo lo anterior. Porque los autores que dan nueva vida a la saga saben que no pueden repetirse más.
Esa renovación ya arrancó con el reinicio de la propia franquicia con ‘Star Trek: Discovery’ (que se puede ver en Netflix), y podría seguir adelante si finalmente Quentin Tarantino lleva a delante su propia versión de Star Trek en forma de película. Picard sirve de enganche para un renacimiento del universo de Roddenberry en clave emocional, fundamental para atraer a nuevas generaciones de espectadores. Y es el pasado el que persigue a Picard, el que le hace salir de su retiro, una vida de jubilación en la que puede haber tomado decisiones equivocadas con consecuencias más que dolorosas, y que son parte de su motivación. En la sinopsis oficial, una misteriosa joven se cruzará en el camino del ex capitán de la USS Enterprise-D para pedirle ayuda. Al aceptar el compromiso terminará de nuevo al mando de una nave de la Federación y encontrarse con un cubo de Borg.
A partir de ahí nace la nueva historia en formato de serie en el que aparecen la mujer a la que ayuda, Dasj (Isa Briones) y la tripulación de su nueva nave, formada por personalidades como Santiago Cabrera (piloto), Chris Ríos, Harry Treadaway y Evan Evagora como los refugiados romulanos y expertos investigadores Narek y Elnor, Michelle Hurd como la exoficial con problemas de adicción Raffi Musiker, o Alison Pill como la doctora a bordo, Agnes Jurati. A ellos se añadirá viejos rostros, como Brent Spiner siendo de nuevo Data, Jeri Ryan como Siete de Nueve (a la que vimos en ‘Star Trek Voyager’), o a Jonathan Frakes como el comandante William Riker, y Marina Sirtis será otra vez Deanna Troi. La primera temporada estará formada por diez episodios emitidos uno por uno, semana a semana, hasta el 26 de marzo.
El regreso moral de Star Trek
Como un eterno retorno nietzschiano, Star Trek es mucho más que una creación pop y vuelve una y otra vez, ahora con el rostro de Picard después de ‘Star Trek Discovery’. Lo hace por la fuerza de sus ideas, de su trasfondo. Comparativamente es lo que nunca fue Star Wars, un relato de ciencia-ficción. Quien a estas alturas todavía crea que la creación de George Lucas (estirada hasta romperla por Disney) es ciencia-ficción que apunte lo que realmente es: space-opera. Es decir, un folletín de acción y aventuras con una estructura clásica (bien contra el mal, el débil contra el poderoso) y mucha parafernalia añadida.
Los valores de Star Trek son otros, ya que cumple con los requisitos básicos: argumentación política y social, la ciencia no es una amenaza sino una herramienta para el bien y más peso de la filosofía asociada a esa ciencia que a los combates. El universo creado por Gene Roddenberry en los 60 tenía un componente pacifista, tolerante, antirracista y universalista que se da de bruces con el talante de esta década del siglo XXI. En tiempos en los que el racismo y la xenofobia brotan como champiñones y el nacionalismo regresa con toda su irracionalidad, el mensaje positivista y sin fronteras, federalista, puede que no tenga tanta fuerza, pero es imprescindible para superar esa caída moral.