Los reformadores del folk ya tienen tercer vástago para la creciente legión de fans que atesoran en Europa y América, y para ellos llegará un tercer álbum de esta peculiar banda británica.

“Pasamos 2014 componiendo y grabando este disco. Ha sido una experiencia liberadora y unificadora para nosotros como banda, y estamos orgullosos. Se trataba de las canciones por encima de todo. Su sonido creemos que es el que sostenía mejor a estas canciones. Ha sido divertido”. Con esta frase en Facebook presentaba Mumford & Sons su tercer álbum después de un largo año de parón técnico (y grabación), ‘Wilder Mind’, que verá la luz el próximo 4 de mayo. Han pasado ya tres años desde que viera la luz ‘Babel’

Las canciones de este nuevo disco son ‘Tompkins Square Park’, ‘Believe’, ‘The Wolf’, ‘Wilder Mind’, ‘Just Smoke’, ‘Monster’, Snake Eyes’, ‘Broad-Shouldered Beasts’, ‘Cold Arms’, ‘Ditmas’, ‘Only Love’ y ‘Hot Gates’. El cuarteto ha contado con la producción de James Ford con colaboraciones de Aaron Dessner de The National. El nuevo álbum se supone que tendrá más componente eléctrico, desde las guitarras a ciertas bases, con lo que el folk de Mumford & Sons ya habrá dado otro giro más.

Mumford & Sons es una amalgama digna de una ciudad cosmopolita como Londres y que bebe de muchas fuentes musicales. Las etiquetas las carga el diablo y sirven para poco cuando vivimos en una época en la que mezclar es una constante. Se les define como folk-rock, pero también como indie-folk, dos formas de definir como otras cualquiera. La constantes es el folk. Respecto al rock, Alice Cooper sentenció que incluir en el rock a esta banda era poco menos que un sacrilegio. Pataleó el santo patrón del rock setentero y quedó claro que Mumford y amigos no eran bienvenidos al Parnaso ya de por sí superpoblado.

Mumford & Sons ha sido capaz de sobrevivir y evolucionar. Pero hay una pequeña peculiaridad que es muy importante: son británicos. Suenan a campos de maíz, blancos clavados a sillas moviendo las manos como locos en las guitarras y banjos, el sonido de un campo profundo de algún lugar cerca de Oklahoma. Pero no, late un corazón inglés en esa música. No es casualidad que en estos años en los que todo son refritos musicales y la resurrección de los dinosaurios es ya un nicho de negocio (salvo que estén muertos, no hay banda de los 60, 70 u 80 que no haya regresado o esté intentándolo) haya surgido una nueva vía mixta folk-rock que pueda agradar a los oídos. Pero lo más impactante es que haya sido el oeste de Londres el nido de este grupo y de muchos otros como Noah and the Whale, Laura Marling o Johnny Flynn, por poner unos cuantos ejemplos.

Los dos álbumes de estudio de la banda: ‘Sigh no more’ y ‘Babel’

Su anterior disco es de 2012, ‘Babel’. Entre esta fecha y el 2007 que les vio nacer hay mucha trayectoria. Todo surgió a partir de Marcus Mumford, alma mater de la banda y que es voz, mandolina, guitarra y batería si se tercia, acompañado de Ben Lovett (voz, batería, teclado, acordeón), Ted Dwane (otra voz más, guitarra, contrabajo y batería) y Winston Marshall (voz, banjo y dobro). Nacieron con la ola del nuevo folk ya batiendo la costa en Londres, muy lejos de la América a la que nos suena al resto. Probaron suerte como todos: conciertos en clubes y bares, tres EP y finalmente el primer álbum, ‘Sigh no more’, que pasearon por Reino Unido sin descanso. Eso fue en 2009. Un suspiro apenas respecto a lo que antaño era una carrera musical. Sin embargo a la primera lo lograron: llegaron al número dos de las listas británicas y entre los 200 más vendidos del Billboard de EEUU.

Mumford & Sons disfrutan con los directos. Es un tic de los grupos que se han curtido y forjado de concierto en concierto, nada de cazatalentos que por fortuna te ven. Fue un grupo forjado a golpe de noche bajo techo. Suelen mantener una intensa relación con el público, y la versatilidad musical y profesional de los miembros permiten que se intercambien los instrumentos y dar muchos más matices. Ellos mismos han manifestado que prefieren un buen escenario, por pequeño que sea, que un estudio de grabación y la mercadotecnia asociada a un disco.

Siguiendo también cierta tradición inglesa beben de la literatura a la hora de escribir las letras, desde Shakespeare a Homero pasando por muchos otros autores contemporáneos como Steinbeck, por ejemplo. De estas influencias asociadas a la música han surgido muchas canciones, en parte porque nadie va a pedirle justificación por plagiar, copiar o inspirarse en los clásicos. El colmo de la erudición es ‘The Cave’, donde hay incluso alegorías a la caverna platónica o a la Odisea. Este cierto elitismo cultural proviene de muchas circunstancias del grupo, como es el caso de Marcus Mumford, que tiene un club de lectura propio en internet. El amor por los libros se aplica luego a la música.

Portada del nuevo álbum, ‘Wilder Mind’