Una parte fundamental de la conversión de ‘Blade Runner’ en un clásico fue la banda sonora compuesta por Vangelis, que, curiosamente, no sería publicada hasta doce años después del estreno, en 1994. No fue la mejor banda sonora de la Historia del Cine, pero era una pieza creativa clave para apuntalar el universo estético que creó Ridley Scott en el filme.
Para resumir: la película se estrenó en 1982, pero no hubo un álbum oficial recopilatorio y concreto de los temas creados por Vangelis hasta 1994 con la productora EastWest. Algunos de los temas insertados en la película ya tuvieron una edición parcial en 1989 en el recopilatorio del compositor ‘Themes’. Entre medias, entre ese 1982 primigenio y el 94, hubo varias ediciones que deambularon entre lo artesanal y lo pirata que fueron pasto de convenciones de ciencia-ficción y fans acérrimos de la película y el cyberpunk que convirtieron, de paso, aquel filme nada exitoso en lo comercial en un icono de culto del género. Y del cine en general. No hay que olvidar que costó 28 millones de dólares y apenas recaudó 33 millones. Un desastre incluso antes de la era de la avaricia millonario de los blockbusters.
Volvamos a Vangelis. El griego creó una combinación muy buena de su propio estilo, esa música mal llamada new age en la que él fue pionero que unía electrónica y música melódica para crear, sobre todo, atmósferas. Es era la gran capacidad de Vangelis, un método muy efectivo en el que lograba evocar y generar estados de ánimo a partir de melodías concretas que envolvía con repeticiones o bien crescendos. Un buen ejemplo es su mayor éxito, ‘Carros de Fuego’. En ‘Blade Runner’ hizo algo parecido, pero no tan mecánico: la necesidad evocadora es mucho más fuerte en ésta película, especialmente en el tema de amor y en determinadas secuencias donde lo que importa es la emotividad. Pero no escatimó en fuerza para el tema principal y algunas escenas donde el futuro distópico debía hacerse imagen y sonido
Vangelis
Para la producción y composición el griego, además de su letimotiv instrumental preferido, los sintetizadores, reclutó a Dick Morrissey y su saxo tenor que se ha hecho ya inseparable. Le necesitó por dos razones: tenía que crear el ambiente retro de reminiscencias de los años 40 en combinación con el cyberpunk auténtico, una ciudad desmesurada, la tecnología omnipresente incluso disfrazada, la distopía… Era un juego de efectos atmosféricos: a un lado la tecnificación de los sintetizadores, con el máximo esplendor de la secuencia del vuelo por la ciudad nocturna, al otro la historia de amor íntima entre los personajes que interpretaron Harrison Ford y Sean Young, que se enlazaba con el saxo tenor y los ambientes mucho más cálidos y lentos.
El resultado es un ejercicio magistral de cómo debe funcionar la música en el cine, no como una fuerza ensordecedora, sino como una narración secundaria que subraya la primera línea audiovisual. Todos los críticos han concluido que Vangelis logró darle mucho más énfasis al filme. Los fans sin embargo tienen un argumento mucho mejor: cuando la película es rememorada y analizada, todos funden en su memoria, en su experiencia, la música como parte indistinguible del recuerdo de las imágenes. Es un gran todo que cimentó el mito de ‘Blade Runner’ que luego espoleó la publicación en 1994 de la música. A pesar de que hubo compromiso de hacerlo antes, hubo que esperar doce años para verla por fin en una buena edición. Y luego, la multiplicación de ediciones.
Hubo un avance en ‘Themes’, como ya hemos dicho, pero también en la ‘Director’s Cut’ de 1992, la edición del décimo aniversario que Scott lanzó, y que venía acompañada de esa edición con material inédito que no había visto la luz en disco. No hay que olvidar que Vangelis tuvo que hacer una selección y dejó fuera material que luego vería la luz de nuevo. Las ediciones no oficiales incluyeron la de Gongo Records, Off World Music y la artesanal en cintas de casete que se distribuía casi en secreto en los años 80. Y no pararían ni siquiera en el siglo XXI: curiosamente hubo dos ediciones alternativas en 2003 que eran un caso de extraño canibalismo y autoreferencia, donde la edición oficial se mezclaba con las dos caseras anteriores, llamada ‘Esper Edition’. Y por fin el melting pot definitivo de ‘2019’, donde se fundían tanto el sonido ambiental como las creaciones de Vangelis.
Y ahora… el lío de 2049
Inicialmente se le encargó al islandés Johan Johannsson la composición de la banda sonora de la secuela. Eso fue en el verano de 2016. El nórdico es una estrella emergente de la composición para el cine (nominado al Oscar en dos ocasiones y con un Bafta en el bolsillo). Los productores, entre ellos Scott, querían darle un nuevo aire a la secuela, no pretender prolongar a Vangelis. De hecho el griego quedó fuera del proyecto. Pero la larga sombra de 1982 y de su trabajo iba a tener un regreso peculiar. Para empezar cuando se eligió al nuevo director, Denis Villeneuve, que tenía su propia visión. De manera inteligente quiso tender puentes con el 82, así que unió a Johannsson con el omnipresente Hans Zimmer y con otro de sus socios, Benjamin Wallfisch.
La tríada no tardaría en agrietarse: el islandés compuso el tema principal, pero el resto del trabajo recayó en Zimmer y Wallfisch, que poco a poco acapararon más opciones y responsabilidades. Villeneuve quería “la atmósfera Vangelis”, y el dúo se la iba a dar más que el nórdico. Lo que empezó como un tridente que iba a crear una banda sonora igual de especial que la de los 80 terminó quebrándose poco después cuando se filtraron las primeras imágenes promocionales, incluyendo los poster. Johannsson ya no aparecía como compositor, y sí Zimmer; ni siquiera Wallfisch aparecía. El acaparador ya tenía pista de despegue para su visión “Vangelis”. De hecho el nórdico se quedó fuera por completo: le prohibieron incluso hacer comentarios sobre la película. Y los dedos apuntaron al culpable: el director.