Imposible resumir en unos cuantos párrafos quién es Willie Nelson (1933, 87 años), así que mejor usar metáforas e hiperbólicas comparaciones: es el “Bob Dylan del country”, el “otro gran bardo de América”, más seguido y más querido que Dylan, más legendario que cualquiera de los que digan que son leyendas, capaz de acumular con ‘First rose of spring’ el 70º álbum de estudio (sin contar los que ha publicado de grabaciones en directo y colaboraciones o recopilatorios).

Nelson es al country lo que los Beatles al pop o las guitarras al rock. Más hiperbólico que eso no lo van a decir. Y sin embargo es un mito vivo capaz de ser adorado por progresistas y conservadores a la vez, apóstol del consumo de marihuana (que fuma religiosamente), de los biocombustibles y rey absoluto del outlaw country, la gran rebelión-revolución del género en EEUU contra el conservadurismo musical en los años 60 y que él abrazó en los 70. Ah, y además ha participado como actor en más de 30 películas.

Combativo, indomesticable, texano de pro, compositor infatigable (compuso su primer canción con apenas 7 años pero tuvo que esperar a 1962 para publicar su primer disco), letrista, cantante, guitarrista, arrancó su carrera en los 50 pero no fue hasta los años 70 cuando explotó definitivamente con ‘Shotgun Willie’ (1973), ‘Red Headed Stranger’ (1975) y ‘Stardust’ (1975). Con esos tres discos consagraba su estilo de años y sobre todo marcaba una frontera entre el antes y el después de Nelson como figura del country y de la música norteamericana, capaz de todo tipo de colaboraciones (incluso con el blues) y reconocido universalmente por el resto de géneros.

Formó parte en los años 80 del grupo The Highwaymen, donde compartió escenario con Johnny Cash entre otros, y fue de los primeros escándalos nacionales por supuesta evasión de impuestos: le debía 32 millones de dólares de 1990 al fisco después de que sus contables (Price Waterhouse) no hubieran pagado impuestos durante años; no pudo pagar la deuda hasta 1993 después tras publicar gran parte de su material inédito y subastar parte de su patrimonio. Desde entonces hace conciertos con regularidad y publica álbumes casi cada año porque, simplemente, no puede dejar la música.