Marzo de 1989: faltaban ocho meses todavía para que cayera el Muro de Berlín, pero el mundo ya había cambiado cuando Tim Berners-Lee presentaba su propuesta WWW.

Berners-Lee no lo sabía pero estaba a punto de cambiar el mundo para siempre, quizás incluso más que ese muro que caía y que partía Berlín, Alemania y Europa en dos. Trabajaba entonces para el CERN de Ginebra, el mayor centro de investigación de física del planeta. Era tal la cantidad de información que manejaban el centro y sus investigadores que era necesaria una forma rápida, sencilla y barata de poder repartirse datos. Berners-Lee ideó un desarrollo un método para vincular e intercambiar información a través de la red internet, que ya existía entonces en su fase primitiva y apenas entre centros militares y universidades. Los teléfonos móviles todavía pesaban y eran desmesuradamente grandes. Han pasado ya 25 años, un cuarto de siglo de tres letras clave: WWW.

Aquel documento lo tituló ‘Gestión de Información: una propuesta’, y acababa de dar el primer paso para crear nudos de datos interconectados y abiertos para poder ser vistos por todos los que tuvieran acceso a la red. La propuesta creció poco a poco. Ya había caído el Muro y el investigador ya ultimaba su propuesta. Un año después utilizó un NeXTcube como servidor web (el primero de la Historia) y diseñó el protocolo de intercambio WorldWideWeb (www), esas tres letras que durante años hemos puesto en cada dirección que escribíamos. Era 1991, caía la Unión Soviética, terminaba la Guerra Fría y el mundo aceleraba. Ya había varias webs abiertas y Berners-Lee había desarrollado todo lo que un internauta necesitaba para poder navegar por la red.

Tim Berners-Lee

Internet había pasado de invento militar copiado por universidades a incipiente red. En apenas diez años ya se había creado la primera burbuja tecnológica sobre este sistema y otros diez más tarde ya reinaban las redes sociales. En menos de una generación el mundo había pasado de los vetustos móviles y ordenadores de pantalla negra y letras verdes a las App en los smartphones. Cambió el mundo incluso más que cuando cayó aquella barrera, y este gran avance científico catapultó al ser humano hacia una virtualidad donde podía intercambiar información sin límite.

Weaving the Web‘ es el libro donde Berners-Lee lo resumió con una sencilla unión, la de internet y el hipertenso, de forma que la convergencia tecnológica creaba una tercera vía que en realidad superaba a las demás. Nadie compartió su descubrimiento por una sencilla razón: nadie creyó que fuera posible. Tuvo que hacerlo él solo.  Al menos hasta que llegó Robert Cailliau (Bélgica) y juntos empezaron a trabajar desde el CERN para crear el sistema. Fue en 1993 cuando este centro pionero hizo lo que todo científico sabe que debe hacer: abrir el nuevo avance. Así, el CERN sacó la World Wide Web de los canales institucionales y universitarios para que hubiera una versión pública, libre y disponible. Licencia abierta para así poder alcanzar el máximo de difusión y de esta forma meter a toda la Humanidad en el nuevo avance.

Así fue cómo nacieron los navegadores, las bibliotecas de código y las primeras web de todo tipo, el protocolo, los dominios, las asociaciones que las controlan, los servidores, la interconexión, la multiplicación geométrica de información en la red y nuestras vidas virtuales, que se multiplicarían luego en las redes sociales, las App y lo que tenga que traer el futuro. Por eso mismo, Berners-Lee celebra este aniversario con la intención de que la WWW no se cierre ni se pierda, que internet siga siendo un lugar abierto y accesible frente a las continuas presiones para constreñir la libertad, todo a través de World Wide Web Consortium (W3C).

Robert Cailliau

www

Esquema del diseño de WWW