La vieja Britania prehistórica, prerromana, legendaria y fuente de todo tipo de leyendas, no para de dar sorpresa: han encontrado un monumento megalítico muy cerca de Stonehenge y más grande todavía.

A pesar de ser un territorio poblado desde muy antiguo no para de dar sorpresas la isla llamada Britania por extensión de lo que los romanos llamaban tribus bretonas, celtas llegados desde el continente que ocuparon territorios donde ya había una población anterior y que había construido los imponentes monumentos megalíticos. Se trata de construcciones de piedra de grandes dimensiones erigidas en la fase final del Neolítico, cuando el mundo todavía oscilaba entre el final de la bruma prehistórica y se asomaba lentamente hacia la Historia.

Fue en ese tiempo cuando se levantó el más famoso de los círculo o construcciones megalíticas, Stonehenge, que curiosamente muy cerca del nuevo descubierto por un equipo de arqueólogos de la Universidad de Bradford. El monumento se compone de 90 rocas en línea, cada una de ellas de 4,5 metros de altura. Todo está enterrado a un metro bajo el nivel actual de la superficie, por lo que para confirmarlo se usaron sofisticados radares para determinar la colocación y posición de un monumento más antiguo y grande, con 4.500 años de antigüedad y posibles lazos con Stonehenge.

Sin embargo tiene diferencias con el círculo de piedras más famoso del mundo. Para empezar en el nuevo yacimiento las piedras no forman un círculo sino que trazan rectas a lo largo de un antiguo asentamiento de la misma época neolítica de Durrington Walls, a su vez rodeada de una zanja y lo que parecen restos de una fortificación. Todo el conjunto es además el mayor yacimiento en todo el país de aquellos tiempos. Por alguna razón las rocas fueron tumbadas en un punto histórico sin determinar. Tampoco se puede saber, por ahora, si este monumento alineado formaba parte de Stonehenge, lo que tendría sentido para las teorías que aseguran que este círculo era el centro de un gran complejo religioso para todos los pobladores del centro y sur de la isla.

Situación del nuevo monumento: la línea amarilla traza la dirección en la que están alineadas las piedras, entre Stonehenge y Durrington Walls (Imagen: Universidad de Bradford)

Hay un par de detalles que no hay que olvidar. Primero, que Stonehenge no está solo en la familia de los crómlech o grandes alineaciones megalíticas. Hay más, y el sur de Inglaterra fue una región densamente poblada incluso en aquella época. Se han encontrado muchos yacimientos neolíticos, desde lo que parecen fortificaciones a lugares de culto, necrópolis, aldeas o centros religiosos. La mayor parte de ellos, además, estaban interconectados y forman parte de una gran red prehistórica anterior a los celtas, que en algunos casos aprovecharon los viejos lugares para su cultura.

El segundo es que hay que tener muy presente el aspecto ritualizante y teatral de la religión en aquellos tiempos, lo que casi obligaba a visualizar a lo grande los momentos de máxima importancia. A pesar de la rudimentaria tecnología del Neolítico se las ingeniaron para levantar grandísimas construcciones que perduraría en el tiempo, usando enormes bloques de piedra difíciles de transportar y convirtiendo amplios territorios en zonas sagradas. No hay que olvidar que hace poco (entre 2013 y 2014) se hallaron templos y necrópolis en la zona de Stonehenge, vinculadas al monumento. Todo se diseñaba para poder marcar un recuerdo real e imaginario en los creyentes, por lo que era vital que no sólo fueran grandes sino también icónicos. Quizás el nuevo monumento sirvió para anteceder la peregrinación de los visitantes hasta el círculo de Stonehenge, lo que habría dado todavía más relevancia al círculo megalítico.

Lo cierto es que todos estos monumentos bien podrían ser una red de localizaciones religiosas para las tribus de la época que ya entonces explotaban a fondo una región famosa por su fertilidad y acceso a grandes cantidades de agua dulce. De hecho, cuando los celtas se establecieron allí para convertirse en los bretones en poco tiempo lograron tener una agricultura avanzada que producía incluso más que los galos continentales. Cuando las legiones romanas llegaron los bretones podían presumir de tener excedente agrario, una ventaja que muy pronto decidió a Roma a quedarse con la isla conquistándola. Para entonces Stonehenge ya era un lugar más mágico que real que alargó su velo de misterio hasta nuestros días. Aunque cada vez sabemos más de ese pasado, recuperándolo a cada palada de los arqueólogos.