Hace 75 años que Warner Bros, que entonces no era ni la mitad de lo que es hoy, creó a un conejo para la serie de cortometrajes animados Merrie Melodies que se exhibían en los cines, un personaje más para competir con Disney y que fue un éxito al poco tiempo de empezar. Nacía la leyenda de Bugs Bunny.

Es casi tan famoso que Mickey Mouse. Puede incluso que más: el ratón de Disney siempre ha sido demasiado naïf, demasiado ñoño, aburguesado e infantil, con esa vocecita que parece sacada de un tubo de helio aspirado demasiado deprisa. Frente al infantilismo a veces extenuante de Disney la Warner presentó a un personaje socarrón, sarcástico, retorcido y lleno de mensajes subliminales que lo hacían más humano, entretenido y desde luego mucho más interesante. El 27 de julio de 1940 nacía ese conejo lleno de picaresca y párpados a medio caer con tres habilidades fundamentales: siempre se perdía en sus viajes porque se olvidaba “de girar en Alburquerque”, talento para sacar de quicio a cazadores y rivales por igual y una afición extrema por las zanahorias. Todo junto, más unos guiones bien elaborados y cierta propensión a la socarronería cruel pusieron el lacito a un personaje único. Y con un lado agrio: su vida se explica tanto por sus detalles como por el pulso que ha mantenido con el ratón de la Disney.

La clave estaba en la inspiración que tuvieron los creadores junto a los guiones de Avery, Chuck Jones y Fritz Feleng. Porque cuando uno crea un personaje basándose en la jeta y el humor de Groucho Marx sólo puede salir algo diferente. La acidez mental y el sentido del humor del conejo beben directamente de la personalidad de Groucho. Incluso en los 40 y 50 repetía frases del iconoclasta Marx en pantalla, a veces con ligeras variaciones, en otras ocasiones plagiándole sin mesura. Todo estaba medido: sus frases, la caída de párpados, la pose imitando a los galanes de los años 30 y 40 (con una zanahoria en lugar de un cigarrillo), hasta el travestismo del que ha hecho gala más de una vez. Para botón un ejemplo legendario: el famoso corto en el que Bugs Bunny se disfraza de walkiria para hacer una parodia de las óperas de Wagner junto al cazador Elmer. No sería la primera ni la última: Bugs se disfraza de mujer tanto como se las ingenia para engañar con dolor al cazador.

La voz en inglés la puso Mel Blanc, un prodigio humano de cuerdas vocales aseguradas que daba vida a decenas de personajes diferentes, incluyendo a Lucas y Porky. La particular voz nasal que le puso, unido al punto irónico de la voz le hicieron imprescindible y trabajó casi hasta el final de su vida, en 1989. En España el doblaje fue para Xavier Fernández durante un tiempo y en la película ‘Space Jam’ fue Pep Antón Muñoz. El buen trabajo de doblaje fue clave para que el personaje germinara en nuestro país, donde inmediatamente emuló el éxito que tuvo en EEUU, pasando a ser uno de los referentes de la cultura popular desde los años 60.

La primera historia se tituló ‘A wild hare’ (escrita por ese torbellino llamado Tex Avery) y ya entonces se enfrentaba a Elmer, ese humano blanco con alopecia galopante, tonto, aletargado y corto de miras que, dicen, era una sátira del estúpido hombre blanco yankee prototípico del que en la Warner quisieron mofarse en unos años donde quien no era blanco era promesa segura de problemas. También fue la primera vez que dijo la frase que todos conocen: “¿Qué hay de nuevo viejo?”. En el inglés original no dice “viejo” sino “Doc”, contracción de doctor que en el sur de EEUU (Avery era de Texas) es un modo coloquial de saludo a alguien que es mayor o persona de referencia. O lo era antes, claro, en los 40 y 50. El éxito fue tan rápido que en la Warner creyeron tener una mina de oro: le convirtieron en el personaje principal, y cuando dieron el salto a la televisión también era el eje principal. Tanto que incluso se convirtió en el emblema de animación de la compañía, que tampoco dudó un segundo en usarlo para hacer propaganda pro-EEUU durante la Segunda Guerra Mundial, humillaciones a Hitler incluidas.

Bugs Bunny perfiló y sofisticó cada vez más sus apariciones, que no eran pocas. Es el personaje animado con más apariciones en pantalla, grande y pequeña, superando a los hijos de Disney. Y a diferencia de Mickey Mouse, que ya tiene telarañas por todos lados y ha pasado a ser carne de parque temático con las sucesivas revoluciones de la compañía en pantalla, Bugs Bunny mantiene el tipo y en breve hará la secuela de ‘Space Jam’ (con LeBron James si éste se deja convencer). Está vivo y frente al oficialismo de Disney casi se ha convertido en un icono de es colmillo retorcido que tanto gusta a los que tienen entre 30 y 50 años y se criaron de una u otra forma viéndole torturar psicológicamente al pato Lucas o a Elmer. El pulso con el ratón sosias ha sido continuo: en películas, en televisión, en las versiones en cómic, y en Hollywood: primero el ratón tuvo su estrella, y al poco tiempo le cayó la suya a Bugs Bunny. Disney y Warner se las han tenido tiesas durante décadas: las peleas mercantiles se trasladaron incluso a la era contemporánea, ya que Warner apostó por DC Comics y Disney por Marvel para explotar al máximo el cómic en pantalla.

Bugs y Mickey sólo coincidieron una vez: en ‘¿Quién engañó a Roger Rabbit?’, cuando se pactó al estilo de las grandes gestas diplomáticas el minutaje, posiciones, ángulos, colores y escenas en las que aparecerían los personajes de una y otra compañía. Agarren un cronómetro y vean la película: los dos aparecen siempre juntos y el mismo tiempo en pantalla: 30 segundos. Antes ya le había ganado uno de los combates: Bugs fue el primero en tener sello oficial de EEUU. En los despachos de la Disney bramaron. ¿Acaso un conejo bastante cabroncete y perverso era más americano que un ratón bonachón y siempre positivo y sonriente? Pues casi. Bugs sólo ha perdido en un terreno: los Oscar. La Warner sólo puede presumir de una estatua dorada, en 1958 por ‘Knighty knight Bugs’, mejor corto de animación de ese año. Volvió a estar nominado a varios durante los años 40, hasta 1946. Desde entonces nada. Y mientras, Disney acumulando premios.

Juntos por primera y única vez en ‘Space Jam’