Lentamente la medicina cerca al Alzheimer en busca de su curación: el cacao podría ser una de las claves para prevenir una enfermedad sin cura (por ahora).

Hace años que es conocido que cuanta más actividad cerebral tenga un ser humano, más tiempo retrasa la posibilidad de que desarrolle una enfermedad terriblemente cruel con el ser humano, el Alzheimer. Somos, en gran medida, nuestra mente. Y sobre todo la memoria de trabajo de esa mente. Si bien el Alzheimer no es ese chiste cruel sobre la pérdida de memoria, sino que afecta a todo el cuerpo y suele degenerar en un cese de funcionamiento de los sistemas orgánicos básicos, una de las principales características es la progresiva desconexión del paciente de la realidad. Es un trayecto muy similar al de la senilidad, pero con un componente patológico mucho más agudo y acelerado.

Hasta ahora los tratamientos sólo lograban retrasar el desenlace o cuando menos controlarlo. Si esa misma persona, además, había tenido una vida intelectualmente más activa y ejercitaba la mente a diario solía ser habitual que o bien no desarrollara la enfermedad en toda su crudeza o que incluso la evitara. Pero era algo más parecido a una lotería: grandes cerebros han acabado sus días en brazos de esta enfermedad o en las de la senilidad. Pero la medicina sigue trabajando incansable ante una patología que afecta cada vez a más gente porque nuestra especie se ha hecho más longeva de lo que la biología podría determinar, y porque las enfermedades relacionadas con la vejez son cada vez más frecuentes.

Así pues, la medicina se pone en marcha y rastrea cada opción. Una de ellas es la de la prevención, y aquí el cacao empieza a demostrar que tiene muchas virtudes. Además de las que ya se le conocen, podría ser un arma para la prevención y la recuperación. Un determinado tipo de extracto llamado Lavado es un instrumento efectivo para reducir el daño a las vías nerviosas que produce el Alzheimer en su fase inicial, antes de que se desarrollen los síntomas más evidentes, según un informe de la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinaí (EEUU).

El estudio ha utilizado ratones de laboratorio modificados genéticamente para imitar la enfermedad: la alimentación a partir de este extracto de cacao (compuesto de polifenoles antioxidantes que también están presentes en las verduras) sugiere que es una barrera efectiva que impide que la proteína beta-amiloide desarrolle grumos pegajosos en el cerebro y que son una de las indicaciones de que el Alzheimer está a las puertas. Estos grumos dañan las células nerviosas y son parte del proceso inicial de la enfermedad. No es algo nuevo: ya se sabía que el cacao tiene grandes efectos en el sistema nervioso.

Las células nerviosas establecen conexiones entre sí a partir de la sinapsis, es su manera de comunicarse y de hacer funcionar todo el sistema que nos mueve, ordena y coordina. Esa sinapsis es en realidad una reacción electroquímica donde, a partir de impulsos eléctricos, se liberan los neurotransmisores que como una nube flotan entre ambas células y que permite la conexión. Hasta ahí todo normal: entonces aparece el Alzheimer, una enfermedad que origina esos grumos de beta-amiloide que interfieren la sinapsis descoordinan el sistema nervioso, con lo que desconectan la memoria y evitan que todo funcione como debe. Tiene, además, una segunda consecuencia: su presencia en el tejido genera un ataque del propio organismo humano contra invasores que en realidad no están ahí, y que como resultado supone que las células sanas son dañadas.

Dos cerebros, uno sano y otro con Alzheimer, el segundo con placas que dañan el tejido 

Los resultados del estudio suponen un paso adelante a la hora de cercar a la enfermedad en su camino inicial, antes de que sea demasiado grave. Pero el problema de fondo es que el Alzheimer es una de las enfermedades con mayor grado de gestación, puede suponer más de diez años, incluso más, hasta que aparecen los primeros síntomas, y para entonces (por ahora, porque en ciencia siempre hay que anteponer el condicional temporal) ya es demasiado tarde. Si los polifenoles del cacao surten efecto preventivo todos deberíamos incluir el Lavado en la dieta, si bien es difícil especificar quién está dentro de la población de riesgo ya que el Alzheimer puede afectar, potencialmente, a cualquiera.

El Lavado es uno de los derivados del cacao, tratado con alcalinizantes para poder suavizar el sabor del cacao puro; los estudios se hicieron más tipos de derivados para poder saber cuál de ellos era mejor o peor en relación con sus efectos contra los cúmulos en el tejido nervioso. Precisamente fue el que contenía más polifenoles el que reducía con más efectividad los cúmulos perniciosos y podía revertir el daño hecho a las sinapsis neuronales. La puerta abierta hacia fármacos basados en los polifenoles del cacao ya está abierta: bastaría incluso usarlos como componentes de los compuestos que combaten la propia enfermedad, no sólo como prevención sino cuando la enfermedad ya está desarrollada.