La serie más enaltecida de la historia contiene un sinfín de guiños a las estrellas del rock, el jazz, el pop y el country (sin olvidarnos de los clásicos del XVIII Mozart y Beethoven). Los seres amarillos reflexionan sobre los vicios de la sociedad, sí, pero también nos aleccionan sobre los ritmos del mundo.
IMÁGENES: FOX
“Señor Simpson, por favor, ¿podría usted cambiar la emisora de radio?” Milhouse arroja su plegaria a Homer mientras contemplamos las caras largas de Bart y Lisa y las arcadas de otra de las niñas a las que el cabeza de familia acerca a la escuela. “¡Pero si son los Grand Funk Railroad! ¡No me digas que no los conoces!” lamenta el adulto, que detalla las virtudes del emblema del hard rock americano a finales de los 60: “¿Ninguno los conocéis? ¿Las letras aplastantes de Mark Farner? ¿El trepidante bajo de Mel Schacher? ¿Los alardes en la batería de Don Brewe? Jopé” (la situación merecía un taco más contundente). Homer se pasea por la vida con un lápiz incrustado en el cerebro vía nasal, babea con las rosquillas y sus intervenciones se antojan más surrealistas que cuerdas, pero esos sonidos que mamó entre la era pop y la psicodelia y del rock más excesivo en los albores de los 70 amasaron un gusto musical intachable.
Los pequeños dan un portazo al coche, aliviados, y él los mira con desconsuelo, pena e incluso con amargura. Se muestra tan desacreditado que acude con ellos a un sucedáneo de festival Lollapalooza donde atrapa balas de cañón con su panza, presume de su banda favorita (gesto que propicia abucheos) y se excusa con Billy Corgan por no valorar el rock moderno, un tanto oscuro y triste en su opinión. El líder de Smushing Pumpkins interpreta ‘Zero’, uno de los cortes destacados de aquel ‘Mellon collie and the infinite sadness’, con siete nominaciones a los Grammy en el saco, en un escenario por el que también circulan (antes de los créditos finales, a cargo de Sonic Youth) Cypress Hill (‘Insane in the brain’), Peter Frampton (‘Do you feel like we do?’) y el cerdo volador de Pink Floyd, artilugio que se gestó cuando Waters ideaba la portada para el clásico ‘Animals’ (dicen que se rompió la cuerda del globo relleno de helio que se usó para las fotos y entorpeció la ruta de los aviones a Heathrow, con lo que muchos vuelos se suspendieron). Y al final, todos acaban cantando ‘Some kind of wonderful’, ese tema que contenía ‘All the girls in the world beware!!!’, disco de Grand Funk Railroad en cuya portada se emula al musculoso Arnold Schwarzenegger.
Elvis Costello, Tom Petty, Keith Richards, Homer, Mick Jagger y Lenny Kravitz.
Porque la música une al mundo. Aquel beso del que fue testigo David Bowie junto al Muro de Berlín y que inspiró la icónica ‘Heroes’ impregnó ese momento en el que los Who se lían a golpes de guitarra con la barrera que emancipa Springfield del nuevo territorio, comandado por el marido de Marge; una actitud que nos permite viajar a aquel 1986 en el que Aerosmith y los raperos Run DMC derriban las paredes de una habitación, estrechando lazos entre negros y blancos a través de la MTV y la célebre ‘Walk this way’. Y sí, el grupo liderado por Steven Tyler también disfruta de su espacio de gloria en la serie. El solista de la boca enorme tararea la mencionada composición y ‘Young lust’ con el imborrable ‘Flameado de Moe’ de fondo, al que se agrega la Larry Davis Band. Y es que los seres de cuatro dedos, especialmente Lisa, también idolatran el blues y el soul (James Taylor entona ‘Fire and rain’ y ‘You’ve got a friend’ desde la NASA; Barry White conduce a las serpientes a casa de los Simpson con ‘Can’t get enough of your love, babe’; la comediante Bette Midler protagoniza un dúo con Krusty enmarcado en el género en un episodio donde se escucha a los Red Hot Chili Peppers; y James Brown participa en el Festival de Jazz Lo que te dé la gana con ‘I got you (I feel good)’, entre las joyas de la imperecedera ‘Good Morning, Vietnam’).
Mientras, Marge se declara beatlemaníaca (se cartea con George Harrison); al igual que Flanders (con santuario dedicado al cuarteto). Los de Liverpool reciben su homenaje a través de Los Borbotones, de aquel submarino amarillo con el que se topa Lisa producto de la anestesia que le aplica su dentista; y de la hoguera en la que se queman juguetes (instante inspirado en la carbonización de los discos de Lennon y secuaces por parte de la sociedad conservadora estadounidense). Los ancianos de la residencia se divierten danzando por el campo, como los músicos en ‘A hard day’s night’; y Paul y Linda McCartney inculcan a la perspicaz de los Simpson el respeto por las ideas ajenas.
Hans Topo, su pick-up y Metallica
La serie tampoco se olvida de Metallica (Hans Topo encaja con la abuela de Lars y conduce su camión de gira), U2 (Homer usa a Bono para su candidatura a inspector de Sanidad), REM (¿Se te ocurre un lugar mejor que el bar de Homer en su garaje para escuchar ‘Its the end of the world as we know it…’), The White Stripes (guiño al videoclip de ‘The hardest button to button’, con Bart a la batería), Motörhead (Lemmy es el invitado en el famoso ‘Treehouse of horror’), Bob Dylan (con una entrevista en la que no se le entiende), Coldplay (padre e hijo escuchan ‘Viva la vida’), Tom Jones (y su concierto exclusivo) y Elton John y Lady Gaga (en los Globos de Oro). A ellos se unen un Jacko encerrado en un cuerpo desconocido, una actuación de Kid Rock, Sex Pistols adictos al chocolate con leche, Lionel Richie en el avión de Burns, el vocalista de Judas Priest o la novia de Moe (Katty Perry y los villancicos). Justin Bieber, Green Day, los quiméricos Spinal Tap, Blink 182, Willie Nelson, Cyndi Lauper, Tito Puente, Sting, Linda Ronstadt… Y los que quedan. ¡Larga vida a los Simpson! Como brama Otto cuando el autobús escolar cae al agua: “Viva Led Zeppelin”. Viva la música.
Una Duff junto a los Kiss en el templo de Dios
La espuma de una cerveza bien fresquita retumba en la iglesia. Papá Simpson engulle su tesoro mientras dos boxeadores se atizan en televisión. Las cuatro paredes sagradas se rinden a Gene Simmons (“la mano derecha de Dios”, según sus propias palabras) y sus compinches, entonando ‘I was made for loving you’ con su maquillaje psicodélico. “Amo esta canción”, exclama nuestro protagonista, quien menea los lunares rojos de sus calzoncillos al ritmo de Kiss. Homer invita a los demoníacos a entrar en un santuario en el que ya bailó (esta vez con sus gracias al aire) ‘War’, de Edwin Starr. En aquella ocasión era el único superviviente. Ya ningún habitante podría aplaudir aquel ‘ragtime’ de 1902 que susurraba la cinta ‘El Golpe’, ‘The entertainer’ (Scott Joplin), y que intentó tocar el reverendo; ni siquiera interpretar en la parroquia el single de 17 minutos de Iron Butterfly, ‘In-A Gadda da vida’ (‘El jardín del edén`) como cuando Bart vende su alma al diablo y cambia la partitura. Lovejoy clausura: “Esto suena a rock esquizofrénico”.
Cumpleaños con Los Ramones; vacaciones con Los Stones
El osito Bobo acaba en manos de Hitler, aunque finalmente es la pequeña Maggie la que se apiada del señor Burns y le entrega el peluche en aquel episodio en el que la serie homenajea a ‘Ciudadano Kane’ (1941) , la película más relevante para el posterior desarrollo evolutivo del arte fílmico. El repelente Montgomery, una caricatura del magnate Charles Foster que encarnó Orson Welles, recibe felicitación cumpleañera con una versión punk en directo del ‘Happy Birthday’. A las guitarras, los enamorados de Sheena, del sol californiano de ‘Rockaway beach’ y creadores del grito de guerra “Hey! Ho! Let’s go!” Los Ramones amarillos fueron diseñados por Wes Archer; y los tridimensionales declararon su amor por los personajes paridos por Groening. Marky definió este momento como uno de los más grandes de su carrera. “Nunca esperamos formar parte de unos dibujos animados…” (lo hicieron después en ‘El laboratorio de Dexter’) “… Groening es un gran fan nuestro y una vez me preguntó qué nos parecería hacer un cameo. Naturalmente, lo vi como una idea estupenda”, ha reconocido el baterista. Los de Forest Hills no se cortan, terminan insultando al propietario de la planta de energía nuclear, quien ordena a Smithers mandar liquidar a los Rolling Stones, creyendo que son los británicos quienes actúan en la fiesta.
Claro, que los matones contratados tendrían que adentrarse en pleno bosque para cargarse a Jagger y Richards, encargados de aleccionar a Homer (“Oh, dios mío”, exclama al ver el cigarro del guitarrista), Apu, Wiggum, Otto y compañía sobre cómo convertirse en una estrella. Estos ‘balas perdidas’ irrumpen en el escenario, envueltos en una nube de humo y acompañados por los primeros acordes de ‘Start me up’. No imaginamos mejores profesores en esta particular escuela de rock por la que también desfilan las electrizantes ‘It’s only rock ‘n roll (but I like it)’, ‘She’s so cold’ o ‘Rip this joint (durante los créditos). Los dueños del logo más famoso de la historia de la música no ejercen como únicos monitores de este campamento al que se unen el observador privilegiado de la New Wave y el punk, Elvis Costello; y el tatuado Lenny Kravitz. Los alumnos se empapan también de las letras cantadas por Elvis (‘Hound Dog’) y Tom Petty y sus Heartbreakers (‘The Last DJ’). Verano ‘stoniano’ sin cocoteros.
Los Simpson y Abbey Road
Bart, Milhouse y The White Stripes
Homer sirviendo cerveza a los U2
Lisa con Lady Gaga en el patio del colegio
Y, para terminar, Los Ramones