El Ejército de EEUU financia muchos proyectos científicos, es uno de los grandes inversores en busca de soluciones para sus problemas. Uno de ellos bien podría dar como resultado un beneficio para toda la Humanidad: mecanismos que mejorarían la memoria humana que quizás pudieran ayudar a combatir el Alzheimer y las lesiones cerebrales.
Recuerden que el dinero de los militares ya ha dado más de una vez beneficios pacíficos al ser humano. Las tomografías médicas, internet o los ordenadores son un buen ejemplo de cómo el esfuerzo bélico ha dado como resultado herramientas para la vida en paz. Que sean buenas o malas a largo plazo (como internet) es algo que juzgará la Historia. Pero uno de esos proyectos de enfoque militar (Restore Active Memory – RAM) podría ser el principio de nuevas técnicas médicas para combatir la senilidad o los efectos del Alzheimer.
Concretamente se trata de dos proyectos de una vieja conocida, DARPA, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, quizás la agencia “secreta” más famosa del mundo. Ambos fueron presentados en la Sociedad de Neurociencia de EEUU en una reunión en Chicago y en Sant-Louis. Lo hicieron con detalles que demuestran lo avanzados que estaban ya los tests con voluntarios humanos. El Ejército de EEUU es quien puso el dinero para desarrollar mecanismos de estimulación cerebral con electrodos implantados que ayudan a reactivar zonas dormidas del cerebro y así refrescar la memoria del individuo. Entre sus efectos contrastados está un aumento parcial del potencial de memoria de los testados.
Estos electrodos reproducen los mismos patrones eléctricos que son la base de las conexiones neuronales que favorecen el intercambio y fijación de información entre neuronas, la base de la memoria. El mecanismo permitiría restablecer esas conexiones entre zonas del cerebro aisladas o dañadas por lesiones cerebrales. El siguiente paso podría ser la creación de neuroprótesis que aumentarían y restablecerían la memoria perdida o potenciar la que se tiene. Los principales beneficiados serían los pacientes con ictus, embolias o incluso Alzheimer. En la presentación se describió qué tipo de personas han sido testadas: voluntarios con epilepsia que en muchas ocasiones ya tienen implantes neuronales para controlar sus enfermedades, ya que una neurocirugía invasiva es muy peligrosa. Se buscó a gente que ya tuviera implantes hechos y donde el experimento supusiera un riesgo menor.
No obstante surgen ciertas suspicacias: el mismo electrodo que podría curar una lesión cerebral también podría ser usado para crear determinada memoria o incluso registrarla. Es decir, se podría usar en interrogatorios para extraer información o incluso generarla en el sujeto y confundirlo. Esto podría ser porque los recuerdos a corto plazo nacen a partir de la agregación de información sensorial en el hipocampo, que encuadra los imputs de la experiencia sensorial dentro del marco lógico del espacio y el tiempo. El hipocampo envía una señal (denominada CA3) a un punto concreto (CA1); la idea del experimento es que si se puede reproducir ese tipo de señal se podría restaurar memoria y cimentar recuerdos que de otra forma podrían no registrarse en el cerebro a pesar de haber extraído información sensorial. Este mecanismo, profundamente complejo y que está en la base de lo que somos como seres humanos, bien podría ser dominado con la tecnología adecuada, y tener aplicaciones positivas o negativas. Siempre depende de en qué manos esté.
El algoritmo que recrea el proceso de la memoria
Uno de los experimentos llevados a cabo por DARPA y presentados públicamente desembocó en la creación de un algoritmo matemático que reproduce el mecanismo del hipocampo. La primera parte incluyó a doce personas con electrodos implantados a las que se les exhibió fotografías durante un tiempo; pocos minutos después se les pidió que enumeraran las que recordaban. Al hacerlo se registraron los patrones de conexión entre el origen CA3 y el destino CA1. A partir de ese patrón establecido los investigadores desarrollaron un algoritmo que reproduce artificialmente el mecanismo. Cuando se usó a posterior demostró tener una eficiencia cercana al 80%.
Este algoritmo representa una extrapolación lógica del mecanismo natural. Permitiría a los médicos saber dónde y cómo estimular las células CA1 con una señal que imitara artificialmente la señal natural de CA3 aunque estás células emisoras estuvieran dañadas. El mismo proceso fue usado con monos y tuvo grandes resultados antes de pasar a la experimentación regulada con humanos, que, en gran medida, eran pacientes con epilepsia que serían los primeros beneficiados: si durante un ataque tuvieran lesiones cerebrales podrían recuperar lo perdido aplicando estas prótesis. El problema de este mecanismo es que si las células de destino (CA1) están dañadas también no hay manera de establecer un puente entre ambas partes. Además, tampoco está tan claro que el funcionamiento del hipocampo sea tan mecánico y evidente. Hay muchos detalles desconocidos aún del cerebro humano: un científico puede saber qué parte estimular para mover una pierna, pero no para crear un recuerdo concreto. Pero como avance es prometedor.