Quizás uno de los escritores más brillantes y analíticos del siglo XX, visionario capaz de ver llegar con anticipación los estados vigilantes (‘1984’) o el reverso tenebroso de las utopías modernas (‘Rebelión en la granja’). Pierre Christin, padre literario de la mítica saga francesa ‘Valerian’, pone el texto y Sébastien Verdier la imagen para la biografía en formato de cómic de este eterno fugitivo de lo establecido.

Pierre Christin ya es un veterano maestro. Por algo fue el guionista de la saga ‘Valerian’ en la posguerra francesa y que cimentó la ciencia-ficción en Europa con su visión entre el chic y la fantasía desbordante. Tanto que, como muchos sabrán ya fue la inspiración (parcial) para ‘Star Wars’ de George Lucas, como el propio Lucas reconoció en su día. En ‘Orwell’ se une de nuevo a Sébastien Verdier para una obra muy diferente, una biografía ilustrada que recorre la vida del autor (1903-1950), de existencia corta pero con un impacto muy duradero a todos los niveles, desde el literario y filosófico al político e incluso social.

Muchos de los arquetipos creados por Orwell aún perduran y, por desgracia, están de actualidad nada menos que 70 años después de su muerte: el Estado vigilante que se cuela hasta el último rincón, el “Gran Hermano”, las utopías fracasadas, las tiranías basadas en la tecnología y una ideología comunitaria que no deja espacio para nada más (‘1984’), incluso la forma de describir a los tiranos (como los cerdos de ‘Rebelión en la granja’) y su modus operandi en sociedades dictatoriales. El cómic recorre toda su vida y la génesis creativa de esos libros y formas literarias que le han hecho imprescindible. Una biografía prodigiosa que cuenta con artistas invitados como Juanjo Guarnido, Blutch o Enki Bilal.

El encargado de narrar esa vida es Pierre Christin (1938, Saint Mandé, Francia), un auténtico producto de la mejor cultura francesa, alumno de la Sorbona y del Institut d´études politiques de París pero que a finales de los 60 ya había escrito el primer episodio de ‘Valerian’ para Jean-Claude Mezières. Ese mismo año crea lo que va a convertirse en la Escuela de Periodismo de Burdeos y empieza una tesis sobre el género de los “sucesos”. Colabora en Pilote, donde trabaja con las grandes figuras de la bande dessinee (Tardi y Boucq, entre otros). Escribe también algunos de los clásicos del género, como ‘Las falanges del orden negro’ y ‘Partida de caza’, ambas en colaboración con Enki Bilal.

George Orwell, la piedra en el zapato de medio mundo

No tuvo una vida larga (1903-1950), pero sí que personificó como pocos el espíritu de la izquierda británica y las muchas contradicciones de su país. Para empezar nació en un lugar, Motihari, en la India, que a su muerte ya era otro país. Falleció en la capital de un imperio que se desmoronaba a ojos vista, en Londres, en un frío 1950 después de haber sido periodista, crítico literario, escritor y agitador de conciencias. Además su nombre era diferente: nació Eric Arthur Blair pero se transformó en otro literariamente. Su vida se configuró en tres fases: la primera, como militante progresista contra el Imperio Británico; la segunda, como crítico denunciante de las condiciones laborales de la clase obrera en Gran Bretaña (con libros como ‘El camino a Wigan Pier’), y finalmente como ariete contra cualquier tipo de totalitarismo, ya fuera el fascista o el comunista, principal motivación por la que escribió la falsa fábula de ‘Rebelión en la Granja’.

Queda para su historia personal, y la Historia con mayúscula, su activismo en el frente de la Guerra Civil Española, de la que surgirían libros como ‘Homenaje a Cataluña’. Sin embargo los dos libros que enervaron conciencias conservadoras y comunistas fueron la citada fábula de 1945 y su monumental ‘1984’, publicada en 1949. A él le debemos un concepto como “Gran Hermano”, el estado opresor que nos vigila las 24 horas del día, y que hoy ya es una realidad. También conceptos como “orwelliano”, aplicables a cualquier tipo de universo distópico o situación real de tiranía global completa con tintes de absurdo. Por ejemplo, Corea del Norte, un país realmente “orwelliano”. Procomunista en un principio, pero en el fondo socialista democrático, fue uno de los primeros en rebelarse contra el estalinismo, al que consideró un ejemplo de traición suprema de los valores sociales que el marxismo inicial propugnaba.

Esto le costó entrar en las listas negras de casi todos los partidos comunistas mundiales, que le veían como un burgués traicionero. A fin de cuentas pasó por Eton (becado) y trabajó para la BBC. Y tampoco fue un plato de gusto para el establishment y los conservadores: a principios del presente siglo se supo que el MI5 británico le había tenido en el punto de mira durante doce años por sus filiaciones comunistas, catalogado como intelectual peligroso para el orden establecido, antes incluso de que empezara la Guerra Fría. No sufrirían todos mucho: en 1950, después de tres años enfermo de tuberculosis, de un hospital a otro, fallecía en Londres. Lo que sí quedó, como piedras inamovibles contra cualquier tipo de tiranía, fueron ‘Rebelión en la Granja’ y ‘1984’, todavía hoy prohibidos en muchos países del mundo. Y si ladran, Sancho, es que cabalgamos. Al menos las ideas de Orwell viven hoy más que nunca.