La Antártida es un gran laboratorio para todo tipo de disciplinas, desde la Química a la Biología o la Física. Uno de los más asombrosos es IceCube, el gigantesco detector de neutrinos más sensible jamás construido.

Ocupa un kilómetro cúbico y está a 2.5 kilómetros de profundidad, en mitad del hielo antártico. Los físicos de todo el mundo están expectantes ante los resultados de esta instalación, la primera lo bastante grande como para cazar neutrinos cósmicos de muy alta energía, procedentes de objetos y fenómenos muy lejanos. Se trata del mayor experimento en tiempo real de una serie de mecanismos de la física teórica que ahora buscan ser respaldados por IceCube.

No es un detector, es un inmenso conjuntos de esferas detectoras colocadas en largos cables deslizados en agujeros de 2,5 km de profundidad. Todo ideado por el físico Francis Halzen, que nunca ha estado allí pero que tuvo la idea y convenció a los patrocinadores e instituciones para llevarla a la práctica. Pura ingeniería en la que decenas, cientos de esferas del tamaño de un balón de baloncesto se coordinan para registrar ese paso de neutrinos.

De funcionar sería otro salto adelante de la Física, cada vez más importante en nuestro mundo después de que todo el planeta se sacudiera por el bosón de Higgs y que está a la espera de saber si la siguiente revolución será en la astronomía. Halzen, que declaró que había “indicios muy tentadores sobre la detección de dos candidatos a neutrinos cósmicos. Estamos en mitad de un análisis para sacar más información de los datos y convertir esto en un descubrimiento”.

Diagrama de tamaño y distribución de los cables del detector

El equipo de IceCube presentó estos indicios el pasado julio en una de las grandes conferencias internacionales del área (Neutrino 2012), celebrada en Kioto (Japón). Para confirmar el hallazgo deben acumular datos suficientes para llegar a lo que los físicos llaman ‘evidencia de 5 sigmas’, una medida del grado de certeza de los resultados. IceCube debería detectar neutrinos provenientes de explosiones de rayos gamma. Los científicos buscaron en sus registros neutrinos coincidentes con 300 explosiones ocurridas entre mayo de 2008 y abril de 2010, pero sorprendentemente no encontraron ninguno. Esto no significa que IceCube no funcione, simplemente es que la teoría tiene fallos; conclusión: la ciencia avanza de sus traspiés.

Pero lo que levanta más expectación por ahora es la posibilidad de que el telescopio haya detectado sus primeros dos neutrinos cósmicos; hasta ahora los detectados provenían de nuestra actividad nuclear, del Sol, de la atmósfera, de supernovas muy cercanas… son de baja energía. Los verdaderamente potentes vienen del espacio profundo y son rastros de la actividad más virulenta del universo en el espacio y el tiempo, como los agujeros negros y las explosiones de rayos gamma.