El telescopio ALMA en el desierto de Atacama (Chile) no deja de dar sorpresas a la Agencia Espacial Europea (ESA) y la NASA: ha captado la primera imagen de una línea de nieve en el espacio.
Con la ayuda del interferómetro conocido como Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) los astrónomos lograron captar imágenes por ondas de longitud radial de una línea de nieve de monóxido de carbono en torno a ‘TW Hydrae’, una estrella joven a unos 175 millones de años luz desde la Tierra. Este sol se encuentra en la constelación de Hidra y está considerado un “sistema solar infantil” y muy cercano a nuestro planeta. La gran suerte es que hasta ahora sólo se habían captado los espectros de esas líneas, no imágenes. Otro paso adelante de la astronomía.
Según la revista ‘Science Express’ se trata de un cambio de temperatura en una zona del espacio que podría “desempeñar un papel esencial en la formación y composición química de los planetas que rodean a una estrella”, según los textos. La línea de nieve en un sistema solar es donde las temperaturas llegan al punto de congelación y juntan el agua y otros compuestos químicos que, de otra manera, serían vapores. Los astrónomos creen que las líneas de nieve en el espacio desempeñan un papel vital en la formación de los planetas porque la humedad congelada ayuda a que los granos de polvo se agrupen y se puedan formar grandes cuerpos rocosos. Es decir: planetas.
La complejidad ha sido enorme porque las líneas de nieve sólo se forman en el plano central, relativamente estrecho, de un disco de formación de planetas. Por encima y por debajo de esta región, la radiación solar mantiene los gases a más temperatura lo cual impide que formen hielo.
Los diferentes compuestos químicos se congelan a distancias distintas de una estrella: el nuestro, que sirve de vara de medir a los astrónomos, se congelan a “la altura” de la órbita de Júpiter, cinco veces más lejos de lo que estamos nosotros. Allí el calor y la luz no pueden evitar la congelación de los gases que dan pie a que algunos compuestos puedan solidificarse y dar pie a la formación de algunos tipos de planetas. Más allá, en la órbita de Neptuno, se alcanza el punto de formación de cuerpos helados (cometas, planetas enanos y la congelación del monóxido de carbono).
Esta línea de nieve, en particular, es interesante porque el monóxido de carbono congelado puede ser vital para la construcción de moléculas orgánicas complejas que son, por cierto, esenciales para la vida. El disco sería como un gran filtro: los cometas y asteroides lo cruzaran podrían captar y arrastrar moléculas a nuevos planetas que finalmente sembrarían allí el material básico para la vida.