La quinoa podría ser la llave para la alimentación del mundo, una planta muy peculiar de la que se ha secuenciado el genoma y con dos grandes virtudes: puede crecer en tierras casi baldías y en condiciones climáticas duras.

Curiosamente ha sido un centro de investigación islámico el que se encargó de secuenciar el genoma de la quinoa. Concretamente el King Abdullah University os Science & Technology’ de Arabia Saudía, conocida por sus siglas KAUST. Y es curioso porque pocas civilizaciones mimaron tanto la botánica y el conocimiento sobre la agricultura como el Islam, capaces de desarrollar los huertos de hortalizas en terrenos muy agrestes, y responsables del extenso regadío que hoy ya es tradicional en Andalucía, Murcia y Valencia. Un grupo de investigadores de KAUST eligió la quinoa, un alimento en boga actualmente por sus propiedades alimenticias, que llevó incluso a que la NASA la añadiera a la dieta de los astronautas ya desde los años 80. La quinoa posee los ocho aminoácidos esenciales para el ser humano (isoleucina, leucina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina, triptófano, valina), es de fácil digestión

La secuencia genética de la Chenopodium quinoa, nombre científico de la planta, permitirá no sólo crear entornos propicios para su cultivo sino también manipularla genéticamente para que en su fase de crecimiento genere más cantidad en el mismo tiempo de cultivo. La investigación se publicó esta semana en la revista Nature supuso la puesta en común de los conocimientos de siete grupos de estudio del KAUST y otros 13 investigadores externos. Ellos se encargaron de estudiar a fondo este alimento básico de los incas precolombinos, pero que cayó en desuso con los españoles. Resultado: la quinoa nunca fue explotada a nivel industrial en el mundo, sólo de manera parcial, por lo que su aportación a la dieta de un mundo en expansión demográfica podría ser muy beneficiosa. Lo mismo si se manipula el tamaño y productividad de cada planta: más pequeñas y compactas y con mayor producción de semillas, por lo que podrían ser cultivadas en campos más grandes y aprovechar el espacio disponible.

Chenopodium_quinoa_-red_faro Roger Culos

Chenopodium quinoa (Roger Culos / Wikipedia)

Para empezar la quinoa ofrece una aportación nutritiva más alta y equilibrada que los cereales tradicionales (trigo, maíz). Y luego está su capacidad para crecer en entornos climáticos más duros de lo normal (como en valles y laderas de montaña), y que germina incluso en tierras con muy pocos nutrientes (muy saladas incluso). Entre sus características figura la creación de semillas amargas por la acumulación de saponinas durante su crecimiento. Son vitales: es lo que se convierte luego en la quinoa para alimentación. Si se manipulara genéticamente la planta para que generara menos saponinas podría tener un mejor sabor y extender su consumo. La resistencia de la quinoa sería perfecta para aprovechar terrenos hoy desestimados para el cultivo y que llegaría a generar una gran cantidad de alimento para una población siempre en aumento.

¿Qué es la quinoa?

Su nombre deriva del quechua “kinua”, y aunque parezca lo contrario no es un cereal al uso, catalogada por la Botánica como un “pseudocereal perteneciente a la subfamilia Chenopodioideae de las amarantáceas”, originaria de la cordillera de los Andes, donde su especie se adaptó a la altura y a suelos poco productivos. Está considerada una planta herbácea anual. Actualmente los mayores productores son Perú y Bolivia, precisamente las dos regiones donde históricamente más se cultivó en el pasado precolombino. No obstante también está presente en Chile, Ecuador y Colombia. Su resistencia la permite crecer desde el nivel del mar hasta los 4.000 metros de altitud, lo que la convierte en una fuente de alimento “todoterreno” de gran valor.

Su cultivo empezó hace unos 5.000 años y fue parte de la dieta básica de casi todas las culturas andinas. Alcanza una altura de entre uno y tres metros, con hojas anchas y polimorfas, de tallo ramificado y flores pequeñas sin pétalos y que se organizan en panículas. Pero la clave son sus semillas: una vez extraídas se tuestan para producir una harina de gran calidad y potencial calórico. Igualmente pueden ser cocidos, usados como sustitutos de cereales, para hacer pasta, como condimento de sopas y guisos y también pueden incluso usarse para la fabricación de cerveza. Tradicionalmente se usó para fabricar chicha, una bebida tradicional de los Andes.

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