La Universidad de Karlsruhe (Alemania) desarrolla un material con impresoras 3D que puede revolucionar la fabricación industrial por sus características extremas. 

Uno de los campos donde más se ha avanzado es en el de nuevos materiales a partir de aleaciones, diseños desde laboratorio y la explotación de los “metales raros”; pues ya hay uno más, que no tiene nombre aún pero que es tan resistente como el acero y con la misma densidad que el agua (imagen de portada). Y todo hecho con tecnología láser aplicada a las impresoras 3D que ya empiezan a ser más frecuentes.

El equipo de investigadores de la Universidad de Karlsruhe (Alemania) responsable del proyecto ha creado un material ad hoc para muchas necesidades industriales: tan resistente como una plancha de acero, tan maleable en determinadas condiciones como éste pero con una particularidad que es la verdadera clave: a la solidez se le une la densidad, tan baja como la del agua. Todo gracias al uso de la tecnología láser.

Los investigadores tomaron como partida la propia Naturaleza: copiaron la estructura del hueso humano, extraordinariamente resistente pero muy ligero y aplicaron la estructura microscópica de las células óseas. La porosidad del hueso permite que, a pesar de ser sólidos, puedan pesar menos que el agua. A partir de ahí, y con la clave de construcción, dibujaron con láser la nueva estructura del material y eliminando aquello que sobraba, consiguiendo una pureza estructural muy depurada. A la estructura se acopló una lámina de óxido de aluminio como recubrimiento y fin del trabajo. Es más, quizás incluso fuera innecesario el recubrimiento ya que se dieron cuenta, en experimentos posteriores, que el material se hacía más y más resistente cuantos menos añadidos había.

Los responsables del trabajo son expertos en la ciencia de materiales, todavía en mantillas pero que es una de las más prometedoras para el actual siglo, un salto hacia delante para que la Humanidad ya no dependa del trabajo sobre el material tal y como la Naturaleza nos lo brinda; en breve ya no hará falta tener hierro o cualquier otra materia prima, bastará con saber combinar moléculas a gran escala para fabricar nuevos materiales que se adapten a cada necesidad. Las aplicaciones son infinitas: tecnología aeroespacial, naval, medicina, física, botellas, paquetería, ropa, etc. El problema es que el proceso, actualmente, es tan caro que resulta poco práctico comercialmente. A día de hoy: las impresoras 3D también empezaron siendo un lujo y ahora ya se venden al público. Cuestión de tiempo.

Modelo de estructura porosa del hueso humano usado por los investigadores