Olvídense del Gran Cañón del Colorado, una auténtica nimiedad al lado del gigantesco cañón geológico de casi 1.000 km que han encontrado bajo la gruesa capa de hielo de la Antártida.

La Universidad de Durham publica en la revista científica Geology una consecuencia directa de las mejoras en los satélites: ven lo que sólo se puede ver desde las grandes alturas, desde fuera de la atmósfera, con cámaras que superan millones de veces la capacidad de cualquier ojo creado por la Naturaleza. Quizás no la superan en complejidad e imaginación, pero la imitan y al hacerlo alcanzan a atisbar, por ejemplo, que bajo el hielo de la Antártida se sitúa el mayor cañón orográfico conocido. Todavía no hay confirmación in situ, es decir, nadie ha viajado hasta la zona de la Tierra de la Princesa Isabel para contrastar con otras mediciones que existe ese cañón subglacial que es tan profundo como el norteamericano (hasta mil metros escalonados) pero con una longitud mucho más grande: mil kilómetros.

El cañón de la Tierra de la Princesa Isabel (PEL en inglés para abreviarlo) se ubica en una región que sigue virgen por completo, no sólo bajo el hielo, también sobre él, porque se trata de una de las zonas más recónditas del infierno helado donde hasta las máquinas se paran por el frío. Para poder comprobarlo primero habría que medir el grosor de la capa de hielo permanente, algo que no se ha hecho. Es una auténtica “terra incognita” de la superficie de nuestro planeta. Todo un lujo, ya que podría decirse que no queda cm cuadrado que no haya sido cartografiado hasta la extenuación.

Como todo cañón no es un accidente único, sino un sistema de cañones de diverso tamaño provocado por movimientos de tierra, terremotos o la erosión continuada de una fuente de agua con suficiente brío. El de Colorado se formó por la acción del río durante millones de años. En este caso se supone que fue por el mismo motivo, quizás antes de que la deriva continental llevara a la Antártida hacia la zona polar y la congelara y sepultara bajo una capa de varios km de espesor de hielo. Hace millones de años toda la superficie del sexto gran continente era una tierra tapizada de bosques, playas y lagunas formadas por uno de los sistemas hidrográficos más potentes del mundo. Después llegó el gran frío, y sobre ese sistema de cañones se amoldó el hielo como una capa de arcilla sobre un esqueleto para una escultura.

Los satélites usados por la Universidad de Durham cuadricularon la zona y al analizar los sectores ayudaron a dibujar una realidad subglacial novedosa: el hielo había dibujado la forma de lo que tenía debajo, lo que suponía que debía tratarse de un accidente geográfico importante para obligar a km de hielo endurecido durante millones de años a modificar su forma. Para corroborarlo se hizo uso de un método sencillo: un sondeo por eco, consistente en emitir ondas de radio a través del suelo helado y que éstas dibujen lo que no se ve a simple vista. Así fue cómo lograron trazar una mapa aproximado de cómo es el suelo de roca. El sistema de cañones es tan grande que alcanza incluso la costa antártica. Pero revelaron otro dato: hay un gran lago sublagcial asociado.

Este nuevo lago tendría casi 1.300 km2 de superficie y estaría conectado con el sistema de cañones de PEL, una prueba de que el agua de la era anterior al frío habría modelado la superficie. Este lago se sumaría así a la inmensa red hidrográfica subglacial de la Antártida, una gran desconocida hasta hace poco pero que resulta ser una de las más grandes del planeta, sobre todo por la enorme cantidad de agua dulce que transportaría, directamente hielo fundido. El hecho de que la región PEL sea una de las más inaccesibles y yermas de la Antártida ha protegido este descubrimiento, todavía, insistimos, por corroborar.