Más madera para una de las mayores discusiones de los últimos años sobre paleontología: ¿de dónde vienen las aves, son dinosaurios evolucionados o tienen otro origen paralelo?

Como suele ser común en la paleontología y la biología, toda teoría tiene su periodo de aceptación hasta que aparece otro fósil u otra especie que lleva los límites un poco más lejos, que obliga a replanteárselo todo una vez más. Ciencia obliga. El origen de las aves es una de esas eternas minas de teorías que hasta no hace mucho eran un compendio de posiciones divergentes. Hasta que, poco a poco, la comunidad científica entendió que en realidad las aves son el resultado de la evolución de un grupo de dinosaurios terópodos que cambiaron su estructura ósea (pero no sus piezas óseas) para poder volar, no como los pterodáctilos de las películas, sino con plumas. Fue al final de la era de los dinosaurios cuando algunos de ellos (los terópodos terrestres), de pequeño tamaño para poder hacer viable el vuelo, desarrollaron plumas y modificaron sus extremidades superiores para poder planear.

Resultado: se aceptó que después de la extinción, cuando sólo sobrevivieron las especies que no pesaban más de dos o tres kilogramos, este tipo de formas de vida de origen dinosaurio evolucionaron hacia lo que hoy son las aves, desde el pequeño colibrí hasta el gigantesco cóndor. En una primera fase habrían tenido cuatro alas para planeo, una por cada pata, para luego evolucionar mucho más las delanteras y las traseras reducirse y elevarse por debajo del cuerpo para poder usarse como garras. Aves y dinosaurios comparten huesos neumatizados, así como muchas otras características genéticas que establecen conexión entre ambos grupos. Se supone que fue durante el Jurásico cuando evolucionaron hacia un nuevo estado: perdieron los dientes, desarrollaron determinados músculos y atrofiaron otros, sus colas reptilianas se redujeron y también perdieron peso y tamaño para fomentar el vuelo.

El Scansoriopteryx, el fósil que pone en duda la teoría del origen de las aves

Pero… porque siempre hay un pero, hace poco un nuevo estudio de biólogos norteamericanos ha demostrado que en realidad quizás ese origen (que incluso es expuesto en la saga de películas ‘Parque Jurásico’) no esté tan claro. Que de los dinosaurios terópodos surgieran las aves de forma única empieza a ser algo a revisar. Un fósil del tamaño de un gorrión de un yacimiento de China ha puesto en tela de juicio la teoría aceptada. El consenso científico, hasta ahora, establecía que las aves primitivas evolucionaron a partir de un grupo de dinosaurios terópodos durante la era Mesozoica. Todo surgió a partir del descubrimiento del Arqueópteryx (foto de portada), el primer saurio con plumas y aspecto de ave que demostraba que su esqueleto había evolucionado para poder realizar el vuelo, y que guardaba muchas semejanzas con las actuales aves. Desde entonces se han hallado más de una veintena de fósiles de otras especies que corroboran la teoría de los terópodos.

Stephen Czerkas (Museo de Dinosaurios de Blanding – Utah) y Alan Feduccia (Universidad de North Carolina) han expuesto sus hallazgos alrededor de este fósil, el Scansoriopteryx, originario del norte de China y que fue incluido en el grupo de dinosaurios terópodos coelurosaurianos, de los que se supone evolucionaron luego las aves. Sin embargo nuevas tecnologías han determinado que en realidad no es un dinosaurio, sino otro tipo de animal; no obstante, su estructura está plenamente diseñada para poder planear y es un antecesor de las aves, con lo que se abre el origen de manera novedosa.

Czerkas y Feduccia se basan en que esta especie tenía los tendones alargados a lo largo de las vértebras, hasta la cola, de forma parecida a un Velocirraptor, pero no así conservaba muchos de los elementos estructurales óseos de los dinosaurios, como la pelvis, patas y cola. Según ellos no tiene las características obvias de un dinosaurio, si bien se le asemeja mucho y quizás sea incluso muy anterior a los propios dinosaurios, pero guarda grandes semejanzas estructurales con un pájaro (miembros alargados con plumas, tanto en las extremidades delanteras como posteriores, patas elevadas de pájaro, cola corta, garras para poder trepar a los árboles y desde lo alto lanzarse en planeo…).

Su nueva teoría, que en realidad es una repesca de algunas hipótesis manejadas durante el siglo XX, es que las aves podrían haber evolucionado a partir de los arcosaurios que vivían en los árboles y que habían evolucionado en paralelo a los dinosaurios (sin ser de la misma rama evolutiva) para poder planear como paso previo a la técnica de vuelo que hoy es común a todos los pájaros. El Scansoriopteryx sería pues un primer eslabón o ancestro común a todos los pájaros, con lo que el origen no son animales de tierra que evolucionaron para volar, sino que habría que remontarse a otra rama biológica y a otro tiempo anterior incluso al final de los dinosaurios. Según Feduccia, este fósil diminuto cambia el mapa evolutivo, y permite ver a las aves “no como una derivada de los dinosaurios […], sino como una clase separada únicamente aviar y no relacionada con los dinosaurios.”

La teoría establecida y los pasos evolutivos hacia las aves