La Fundación Mapfre mantiene hasta el 1 de septiembre una de las mayores exposiciones que se han hecho sobre el fotógrafo Emmet Gowin en España, y lo hace exhibiendo a su familia sin pudor.

Emmet Gowin fotografió cientos de veces a su familia, su entorno natal en Danville (Virginia) y especialmente a su mujer, Edith para crear decenas de álbumes donde la intimidad es una parte más de su carrera. La exposición se incluye dentro del programa de PhotoEspaña 2013 y refleja lo que él mismo consideró “lo más importante y lo más precioso” de su vida. La Fundación Mapfre ha reservado la sala Azca para esta muestra de 180 imágenes en las que orbita siempre su mujer Edith. La primera época en la que comienza a retratar a su familia, entre 1963 y 1975, coincide con la guerra del Vietnam, por lo que consideró sus imágenes como un ofrecimiento a quienes habían participado en la misma.

Gowin estuvo presente en la inauguración y ligó España con su serie Landscapes de fotografías aéreas, entre ellas las que hizo de los campos de Andalucía. Son las únicas imágenes de la exposición en color. Gowin retrató en ellas la belleza de las tierras granadinas. Para Carlos Gollonet, conservador de fotografía de la Fundación Mapfre, la exposición aborda los “grandes temas” de toda la trayectoria artística de Gowin, cinco décadas de trabajo que le han convertido en uno de los fotógrafos más influyentes del siglo XX y de EEUU.

De la serie ‘Landscapes’

Sus primeras influencias fotográficas las recibió de imágenes de grandes clásicos de esta disciplina como Robert Frank, Henri Cartier-Bresson o Walker Evans, poco antes de empezar a trabajar, en 1962, con su primera Leica, una cámara con la que desarrolló su propio estilo. De esa primera época proceden muchas de las imágenes presentes en la muestra tras casarse con Edith Morris, en las que la vida cotidiana queda reflejada en escenas de niños, jóvenes o adultos y, sobre todo, en retratos de su esposa.

A comienzos de los setenta, un hecho casual le llevó a utilizar la lente de su anterior cámara Leica en una de 8 x 10 pulgadas, de esta mezcla resultaron unas imágenes circulares que sugieren una nueva mirada, secreta y misteriosa. Como mirar a través del ojo de una cerradura. Son imágenes en general que remarcan la comunicación entre personas que se aman y respetan profundamente. La familia numerosa de Edith le proporciona al fotógrafo un importante banco de pruebas entre el verano de 1965 y la primavera de 1967, así como el nacimiento de sus hijos.

Las épocas se suceden y en las imágenes queda reflejado: las desoladoras consecuencias de la erupción del volcán Saint Helens (EEUU); los territorios devastados por la acción humana, también en EEUU y en otros países como Checoslovaquia; los círculos de irrigación y el absurdo consumo de agua en Kansas; los desiertos de Nevada vistos como paisajes lunares;  la fascinación de sus últimos años por los insectos y sus viajes a Latinoamérica para realizar un trabajo científico de catalogación dieron origen a una serie de mariposas nocturnas (presentes en la última sala) en la que vuelve a su origen tras fundir, de manera aparentemente casual, una silueta de Edith que llevaba en su cartera con las de las mariposas.