Gervasio Sánchez es la voz de una conciencia, la suya, pero cuyas palabras son un recordatorio de lo que debe ser siempre el periodismo: compromiso con la realidad y la verdad.

Foto de portada: Diego Sánchez.

Nacido en Córdoba en 1959, actualmente residente en Zaragoza, es periodista y fotógrafo, y con sus cámaras ha pasado por la mayoría de los conflictos armados del último cuarto del siglo XX y de esta primera década de la actual centuria, desde América Latina al Golfo Pérsico, los Balcanes, África o Asia. Muchos de sus trabajos han sido publicados en múltiples periódicos y revistas, con su querencia por ser freelance consigue la independencia necesaria. 

¿Fotoperiodista es la palabra que mejor le define?

En el mundo de la fotografía periodística ha quedado esa palabra para indicar lo que hacemos. Personalmente, creo que está bien, a pesar de que es una simple etiqueta. Pero un fotoperiodista también hace fotografías documentales, otro tipo de imágenes. Sólo sirve para definir el trabajo.

¿Por qué elige trabajar como freelance?

Creo que es la mejor manera de tener tu propia agenda. Y lo digo ahora con mi carrera y mi currículo porque me lo puedo permitir, pero también lo hacía cuando era un total desconocido, cuando sólo tenía malas fotos y escribía regular. Pero me apetecía mucho viajar a los sitios que me atraían, y eso no significa ir siempre a sitios conflictivos. Mi sueño sería poder viajar, antes de que termine mi vida, a muchos otros lugares, que no tienen por qué ser países en conflicto. De todas formas, dudo mucho que en cualquier puesto laboral hubiera podido hacer lo que yo he hecho en el periodismo. Incluso cuando te prometen un buen puesto y te permiten viajar, porque luego llegan los recortes, los intereses empresariales y los turnos laborales y todo se acaba reduciendo a “cuando pueda ser posible”.

¿Qué persigue con la exposición ‘Desaparecidos’?

No tenemos que perseguir más que el fin de los trabajos: documentar lo que ocurre. No trabajo para que el mundo sea mejor, lo hago porque el periodismo es compromiso. No soy (un) periodista comprometido, es que, repito, “el periodismo es compromiso”. Y creo que, si no hubiera periodistas en esas zonas en conflicto, el mundo sería mucho más violento, brutal y radical. Si pasa lo que pasa actualmente, imagine lo que ocurriría sin testigos… No se trata de hacer un trabajo para redimir a nadie, ni a mí mismo, pero al final creo que, a veces, sirve para salvaguardar mi propia conciencia. Las historias que has vivido hace 30 años se repiten más adelante. Lo que viste en Siria lo has visto en Bosnia o en otros países, en Ruanda, Somalia…. Ves que el mundo sigue repitiendo los mismos esquemas y errores.

Gervasio Sánchez en el cementerio de Sarajevo (Foto: Enric Martí)

Acaba de regresar de los Balcanes, un territorio que ya cubrió durante las guerras que lo asolaron. ¿Cómo ha evolucionado?

Yo he viajado mucho a los Balcanes desde que acabó la guerra de Bosnia. En abril estuve en Sarajevo, también viajé en 2002, en 2005, en 2010, y he visto la evolución en positivo y negativo. No ha sido un salto de 20 años tras una larga ausencia. Siempre que vuelvo intento ver qué ha mejorado y qué ha empeorado. Cuando te pones a escribir siempre lo haces con la mayor vigencia posible, porque no todo lo que has visto es la verdad absoluta y muchas veces es difícil saber qué ocurrió. Acabas basándote en los mejores trabajos, viendo con tus propios ojos y escuchando. Es una manera de mejorar la información.

¿Los premios sirven para dar más luz sobre lo que denuncia o no les da importancia?

Siempre significan algo. Me he alegrado y me seguiré alegrando de recibirlos; respeto mucho a la gente que me da los premios. Y siento que hay muchos más a los que no se los dan y deberían tenerlos. A veces para premiar a alguien no premias a otro y esto es injusto, pero tampoco trabajo para ganarlos. Cuando yo recibí el primero en 1993, llevaba una década trabajando en América Latina en medio de guerras civiles, en dictaduras, en zonas muy violentas. Me meten en listas porque mi nombre les parecerá que da mayor prestigio, pero nunca me voy a quejar. Tampoco vivo para ganar premios. Hay periodistas sin premio pero mucho prestigio.

¿Tiene futuro todavía el fotoperiodismo cuando cualquiera puede hacer una foto o un vídeo y colgarlo en internet en segundos, cuando todo el mundo parece poder llegar a cualquier lugar?

Tener un teléfono no significa que estés preparado. Hoy es fácil hacer fotografías con muchos utensilios, otra cosa es la calidad fotográfica. Yo vengo de la fotografía analógica y no voy a dejar de usar teléfonos para hacer fotos porque, según en dónde o en qué condiciones esté, es más fácil hacerlo. No todo lo que hace un teléfono es periodismo, como tampoco todo lo que hace la cámara es periodismo. Atrevernos a expulsar a los fotógrafos o periodistas sería peligroso, es una profesión tan importante como la sanidad o la educación. La sociedad sin buen periodismo es fácilmente manipulable en cualquier momento. Sin rigor informativo ni periodismo de investigación, el poder puede hacer lo que quiera. ¿Queremos ser ciudadanos sin información privilegiada, ser productos de fácil manipulación o queremos estar bien informados? Hay que criticar el mal periodismo, es uno de los problemas graves de la sociedad, que ha destruido nuestra buena imagen desde hace décadas. Y la responsabilidad es de los medios de comunicación. Los ciudadanos se han dado cuenta de que los periodistas han traicionado el prestigio básico.

Si los periodistas hubieran hecho bien su trabajo, quizás la corrupción galopante no habría existido

El periodismo serio es siempre caro […] Gratuito no debería haber nada, y menos el periodismo

¿No le satura mental y espiritualmente el horror de la guerra?

Creo que un periodista que decide trabajar en las zonas oscuras del mundo tiene la obligación moral y ética de hacer su trabajo lo mejor posible y siempre que sea necesario. No me gustan los periodistas que van a los sitios, apenas están y vuelven contando películas y batallitas. Quise ser periodista porque quería viajar, y estuve en zonas de conflicto porque creía que era importante describir lo que pasa. Mis cansancios y pesimismos, mis situaciones, son problema mío, lo tengo que gestionar con mi propia conciencia y nadie tiene por qué saberlo. Lo que tengo que hacer es realizar bien mi trabajo y que el público valore.

¿Se arrepiente de haber hecho alguna foto?

No. Si no tenía que haberla hecho, no la hago. Lo importante no es hacer la fotografía sino decidir si la vas a publicar o no. Con tal de publicar ni se me hubiera ocurrido provocar un incidente para hacer una foto. Al final en esta vida el periodista sobrevive cada mañana si se mira en el espejo y no se tiene que llamar hijo de puta. Si hago algo que considero inmoral, pues tendré que tomar decisiones muy serias y drásticas; pero esto no me ha pasado y he intentado trabajar siempre decentemente. He dejado de hacer fotos cuando sabía que mi presencia podía provocar un incidente. Es mas valiente a veces no hacer la foto que hacerla, y más decente.

Gervasio Sánchez (Foto: Diego Sánchez)

 ¿Cree que la crisis de sistema por la que atraviesa España es caldo de cultivo para ese fotoperiodismo?

No creo que tenga que haber una relación entre crisis y fotoperiodismo. Es evidente que hay una crisis mucho más reciente y visible. Acabo de salir a la calle en Zaragoza y cada vez veo a más gente pidiendo. Pero desde hace tiempo también había una crisis de valores, comportamientos obscenos, desvergüenza, y apenas había interés. Había corrupción rampante, pero también hemos visto cómo se trata el tema de la inmigración supuestamente ilegal, mirando para otro lado cuando se veían las circunstancias de la gente que llegaba de África y América Latina… Ahora pasamos por eso, todos nuestros sueños se han destruido y salen historias cada vez más duras. Si los periodistas hubieran hecho bien su trabajo, quizás la corrupción galopante no habría existido. Sabemos ahora, gracias a filtraciones, lo que ocurría hace 10 ó 15 años, pero a mí me gustaría saber qué está pasando ahora. Si nos hemos enterado tan tarde es porque los periodistas no han hecho bien su trabajo. Las vinculaciones obscenas entre poder mediático y poder político o empresarial están ahí, los grandes poderes económicos que se han forrado usando mano de obra barata, o lo que hacen las petroleras, las energéticas y los bancos pero, ¡claro, había tanto dinero del pastel publicitario que salían pocas cosas! Apenas he trabajado en España pero aquí hay muchas razones para investigar.

Finalmente, ¿cómo entiende usted el hundimiento de la prensa tradicional frente al auge de la digital?

Creo que el hundimiento de la prensa tradicional obedece a una crisis económica, que la hay, porque sin publicidad los medios no ingresan y el coste se dispara, pero también hay una crisis de identidad. Si un medio hubiera hecho bien su trabajo para investigar, el público lo protegería. Y si tuvieran que captar fondos, los conseguirían. Pero han jugado con fuego y han repartido mentiras y, a la hora de la verdad, es como cuando alguien se muere y te dicen los demás “que se joda”. Salvo excepciones, han hecho un desfalco al público, han engañado y han dejado de hacer su trabajo. Lo que ocurre con la prensa digital es que hay un problema de fondo, y es que nació gratuitamente, y eso es un error vital que va a traer muchas consecuencias a corto, medio y largo plazo. El periodismo serio es siempre caro, y no me refiero a los sueldos, sino a que obliga a trabajar durante meses y años para poder publicar una historia, y cuando ve la luz parece que desmerece porque apenas son tres páginas. Y la realidad es que el periodismo de investigación es caro. Hacer creer al público que por no pagar no pasa nada es un error. Algunos medios usan estrategias para transitar, convirtiendo de pago algunos contenidos, pero cuando se acaben las subvenciones el medio se hunde, y eso es algo que ha pasado ya varias veces. Hemos pasado de una prensa supuestamente seria que ha traicionado el principio básico del periodismo a una prensa con un nuevo modelo económico que parte de un punto de vista erróneo. Gratuito no debería haber nada, y menos el periodismo.