El gobierno español sigue con su tendencia a jibarizar la inversión pública en I+D y ya son oficiales las cifras: ya está en el puesto 21 de 28 en gasto público en investigación entre 2007 y 2011.

La inversión en I+D no es una chiquillería ideológica, eso lo saben incluso los técnicos del Partido Popular, pero la linea está ya muy clara: recortes en inversión social, cultural y científica para cumplir con órdenes que llegan desde fuera o desde cierta forma de ver las cosas. La Comisión Europea (a través de uno de sus departamentos), en parte responsable de la actual situación, ha evaluado a España y la coloca en el puesto 21º de 28 posibles en cuanto a inversión. La (todavía) quinta economía continental debería darle más lustre a la investigación, pero queda muy por detrás.

Por tamaño España debería invertir más, siempre en colaboración con inversores privados, especialmente las grandes compañías. Pero ni los empresarios españoles apuestan por el I+D ni el mercado tiene potencial suficiente para hacerlo. Al fallar lo privado lo público debería recoger el testigo, pero no es así. El gasto público en investigación medido en términos de su peso en el presupuesto general de los países es negativo en España, así como en Italia, Irlanda, Reino Unido, Hungría, Rumanía y Letonia, los únicos que registran peor nota que España, según datos del informe publicado este lunes. Todos ellos en situación económica crítica.

Los únicos países que destinan el 0,2% o más de su presupuesto a investigación entre 2007 y 2011 son Eslovaquia (0,4%), Malta (algo más del 0,2%) y Luxemburgo (0,2%), según los datos del informe. En Italia y España, a pesar de que en términos globales subió la inversión, sigue estando en negativo, una paradoja que sirve para que los gestores políticos se camuflen, pero lo cierto es que en España ha subido casi un 30% el gasto en I+D militar pero no en cuestiones civiles. Las posibles aplicaciones civiles del desarrollo militar siempre es una opción, pero no suele funcionar salvo en grandes casos.

El gasto público en investigación ha caído desde 2009 y se sitúa en el nivel más bajo desde 2002, con un magro 1,47% del gasto de media en Europa y un todavía más escaso 1,37% del mismo, menos de la mitad que en 2007. No es una cuestión baladí: mientras que Alemania, Países Bajos o Francia reaccionaron a la crisis aumentando su inversión para crear nuevas vías de negocio y avances en este lado de Europa optaron por usar la tijera.

i+d

Por otro lado, la colaboración transnacional en Europa todavía deja mucho que desear: el propio informe de la Unión Europea sobre ella misma refleja esas dificultades para las inversiones conjuntas, y eso a pesar de que Europa ha demostrado su eficiencia en este sentido con la ESA (Agencia Espacial Europea) y el centro de física aplicada CERN, por poner los dos ejemplos más claros. “Persisten barreras financieras, políticas y de gestión” apunta el informe. Una de las grandes lagunas es la contratación: no hay una convergencia clara de las ofertas y el portal oficial Euraxess, especializado en la oferta laboral oficial, apenas registra el 50% de las potenciales demandas de empleo.

Investigación y mujer: es otro de los asuntos pendientes, ya que si tenemos en cuenta que son el 50% de la potencial población investigadora resulta peculiarmente complicado pensar que es uno de los sectores donde menos se ha avanzado en igualdad de género. Esta situación podría deberse también, en parte, a que hay menos mujeres con estudios superiores en campos de ciencia e ingeniería. Actualmente sólo hay un 19,8% de investigadoras en puestos de alto nivel, apenas el 15,5% en instituciones y sólo un 10% de las direcciones universitarias.