Tormenta perfecta para el clima: ante la esperanza de que uno de los dos polos estuviera menos afectado, un nuevo estudio demuestra que ambos funden hielo al mismo tiempo. 

Definitivamente nadie va a librarnos de que en los próximos 60 años haya que corregir todos los datos geográficos: habrá penínsulas que se convertirán en islas, y muchas de éstas desaparecerán, rías que se inundarán con cada marea alta y que se parecerán a la hundida Venecia, que a duras penas podrá sobrevivir al aumento del nivel del mar. No será inmediato, y puede que tarde décadas; se construirán diques y medio mundo parecerá Holanda, agazapada tras los polder para sobrevivir. Porque Groenlandia y la Antártida, las dos neveras mundiales, funden sus capas de hielo a mayor velocidad y de manera pareja, lo que supone que las predicciones sobre la subida de los océanos se han quedado cortas.

Las observaciones del satélite Cryosat en los últimos tres años muestran que ambas regiones pierden 500 kilómetros cúbicos de hielo cada año, un récord en las dos décadas en las que se llevan efectuando este tipo de mediciones, según informó la Agencia Espacial Europea (ESA). Estos datos revelan que Groenlandia en concreto pierde 375 kilómetros cúbicos de hielo al año. Estos datos se reflejan en un estudio del Centro Oceanográfico de Kiel (Alemania) y el Instituto Alfred Wegener y publicado en la revista The Cryosphere. Las nuevas mediciones representan una superficie de 16 millones de km2, el equivalente a la superficie de España. Porque lo importante es saber cómo cambia la superficie elevada y el grosor del hielo groenlandés y antártico para saber cómo van a contribuir en el aumento del nivel del mar.

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El resultado es nefasto: se ha duplicado la contribución de hielo desde 2009. Según los informes de este estudio publicados en varios medios especializados, las capas de hielo “ganan masa a través de las nevadas y la pierden al derretirse y a través de los glaciares, que descargan parte de ese agua en el interior del océano”. Esto supone un efecto perverso y doble de descompensación: por un lado el manto helado del oeste antártico adelgaza, pero por el este aumenta, pero sin compensar la pérdida. Esto supone incluso que la propia orografía de la Antártida cambia, de la manera que el peso del hielo podría desnivelar y agrietar parte de la superficie terrestre bajo el hielo. Las consecuencias son difíciles de calcular.

Todo esto hace pensar que el agua subirá más. Sólo la Antártida provocará unos 37 cm de desnivel de agua, lo que supondrá que con marea alta muchas ciudades de Europa, por poner un ejemplo, podrían verse bajo un metro de agua. Y esa cifra que puede parecer muy pequeña para el lector hay que traducirla en consecuencias reales: en radiad sería 1,2 metros al sumarse el deshielo groenlandés con el antártico, de tal manera que las zonas bajas costeras, las más pobladas del mundo, donde habita más del 70% de la Humanidad, podrían verse inundadas, con el desastre económico que eso supondría.