Exprime, exprime, exprime… La franquicia X-Men alcanza con la nueva película una cota de complejidad que va más allá de la simple película de acción.
Seamos algo ambiciosos: después de tres películas sobre los X-Men y otras dos sobre Lobezno la franquicia necesitaba ser repensada para salvarla de caer en la mediocridad y la repetición. La taquilla de la segunda película de Lobezno fue un buen aviso de que el público ya estaba un poco harto. Así fue cómo nació ‘X-Men: Primera generación’, que le daba una pequeña vuelta de tuerca y hacía subir la calidad gracias en parte a Michael Fassbender, James McAvory y a un guión bien construido. Fue un primer paso para que Marvel repescara la saga, que continúa ahora con ‘X-Men: Días de futuro pasado’ y luego con ‘X-Men: Apocalypse’ para 206 y luego Wolverine 2 en 2017. Pero volvamos a lo que importa.
La nueva película de X-Men es una continuación de la anterior pero con un nuevo elemento en juego muy peculiar: los saltos en el tiempo, las paradojas temporales que son un subgénero en sí mismo dentro del cine, el cómic y la literatura de ciencia-ficción. Es un escalón más de esta nueva técnica de estirar el cómic y darle toda la salida posible en cómics que ha desarrollado con maestría la Marvel para horror de los fans más puristas y de cualquier mente hastiada de tanta adaptación al cómic. Al final conseguirán, dicen algunos en muchos foros de internet que son los que más mandan en este negocio de encandilar a la parroquia épica-fantástica, que el público aborrezca cualquier cosa que lleve el “basado en el cómic…”.
El cómic en el que se basa es sin duda el más idolatrado dentro de la larga serie de número de los X-Men, una solución tipo “viajo del futuro al pasado para evitar que la amenaza que se está gestando crezca tanto que nos aniquile en el futuro”; fue un punto de inflexión cuando se publicó porque suponía que Marvel le daba “vidilla” a una saga del cómic que se había quedado anticuada desde los 60. Nada mejor que la debilidad, la atribulada mente mutante y los líos con las leyes espacio-temporales para poder resucitar algo. Así pues, hay que cambiar el pasado para modificar la Historia y evitar una guerra futura. Bryan Singer vuelve a lo grande, con un taquillazo en EEUU y todo el mundo que aquí llega hoy 6 de junio.
Sinopsis: hay que evitar el Holocausto mutante a manos de un enemigo prácticamente invencible, los Centinelas, maquinas creadas por los humanos en los 70 para luchar contra los poderes mutantes. Plan del que el Profesor X (Patrick Stewart) es el ideólogo, Gatasombra (Ellen Page) es la llave, Lobezno (Hugh Jackman) el brazo ejecutor, Mística (Jennifer Lawrence) la clave y los jóvenes Xavier (James McAvoy) y Magneto (Michael Fassbender) dos colaboradores necesarios condenados a entenderse después de que en ‘X-Men: Primera generación’ terminaran enfrentados y al borde una guerra personal. El villano esta vez es un hombre bajito pero inmenso, Peter Dinklage, que interpreta a Bolivar Trask, creador de los Centinelas.
Además se unen Bestia en su versión joven (Nicholas Hoult), Tormenta (Halle Berry), el Hombre de Hielo (Shawn Ashmore), Bishop (Omar Sy), Sendero de Guerra (Booboo Stewart), la espectacular Blink (Fan BingBing), Mancha Solar (Adan Canto) y Magneto del futuro (Ian McKellen). En total dos horas de guión mejorado, fuegos de artificio y un salto cualitativo para, como indicábamos, salvar la franquicia. Singer no comete el error de anteriores entregas de meter acción continua sin parar, da profundidad a los personajes y sobre todo desarrolla múltiples variantes argumentales para entretener al espectador. En realidad quien haya leído el cómic original ya sabe de qué va esta historia tan peculiar que supuso la culminación de una franquicia de papel y tinta que supuso un triunfo de Marvel sobre su archienemiga DC Comics en la posguerra.
No obstante, los comentarios en los principales foros del mundo geek en EEUU no dejan tampoco de resaltar que a Singer se le ha ido de las manos tener tanto personaje: en realidad los superpone para evitar que decaiga la tensión narrativa, que sin embargo sigue ensimismada en cierto grado de clave adolescente que no ayuda nada a que se tome uno en serio el trasfondo de los X-Men. Es decir: una minoría perseguida que debe luchar para no ser extinguida frente a un poder mayoritario. ¿Les suena, a que sí? Tan adulto y verídico como el día a día de inmigrantes y cualquier otra minoría del mundo.