Uno de los grandes museos nacionales, vinculado con el arte contemporáneo y de las grandes apuestas de la industria cultural y la divulgación artística, prepara para 2016 cuatro grandes exposiciones que son oportunidades únicas para ver, entender y aprender.
En los últimos años el Museo Reina Sofía no ha perdido comba, pero sí parte del sustento económico que mantiene en funcionamiento esta institución. Ha pasado de todo: recortes que casi ponen en peligro su existencia, idas y venidas en el mercado del arte (incluyendo subida demencial del IVA en la compra y venta de obras de arte que afectan al museo), una campaña de la extrema derecha religiosa contra su director por una exposición (a la religión el arte sólo le interesa como propaganda de sí misma, no cuando es libre), críticas de expertos del gremio por la gestión y deudas heredadas. Y sin embargo, sigue en pie como centro expositivo, colección nacional y motor de divulgación a través de todo tipo de conferencias, debates, publicaciones en paralelo a las exposiciones. Las exposiciones para 2016 mantendrán ese ritmo.
Ulises Carrión ‘Querido lector. No lea’ (15 de marzo – 10 de octubre. Edificio Sabatini, planta 3).
La retrospectiva dedicada a Ulises Carrión (San Andrés Tuxtla, Veracruz, México, 1941 – Ámsterdam, 1989), explora los aspectos polédricos de su obra artística e intelectual, desde sus inicios como joven escritor exitoso y respetado en México, pasando por sus estancias en Francia, Alemania e Inglaterra (1964-1972) en las que agudiza su empeño en innovar el lenguaje, hasta su establecimiento definitivo en Ámsterdam, donde llevó a cabo un abanico amplio de actividades artísticas, literarias y de activación cultural. La exposición descubre a un artista pionero que extiende la exploración del lenguaje hasta perseguir una obra de arte completa.
La muestra se organiza en alrededor de 350 piezas, realizadas en diversos medios (libros, revistas, vídeos, películas, obras sonoras, arte postal, propuestas multimedia, performances, etc.), además de un buen número de proyectos en los que Carrión actuó como comisario, editor, distribuidor, activista de televisión y radio, conferenciante y escritor. Exhibe la trayectoria singular de un artista que trabaja incesantemente en construir una red de redes al margen de los circuitos establecidos. La primera sala se concibe como índice general de la exposición e incluye un ejemplo significativo de cada una de las disciplinas que el artista cultivó y que sirve de introducción a su universo creativo. De singular relevancia será la sección reservada a su faceta como fundador de la mítica librería–galería ‘Other Books And So’, la primera especializada en publicaciones y libros de artista, que demuestra la singularidad y originalidad multidisciplinar de Ulises Carrión, cuyas intensas relaciones con otros artistas de su tiempo marca una perseverancia en la experimentación como principio y un empeño por desarrollar nuevas estrategias.
Rémy Zaugg ‘Cuestiones de percepción’ (31 de marzo – 28 de agosto. Palacio de Velázquez, Parque del Retiro).
El Palacio de Velázquez acoge la primera exposición monográfica en España del artista suizo Rémy Zaugg (Courgenay, 1943 – Basilea, 2005), cuyo título ‘Cuestiones de percepción’ hace referencia al interés del artista por la exploración del lenguaje y la percepción como medio de activación del espectador. La fascinación de Zaugg por la materialización del lenguaje y sus implicaciones fenomenológicas, sus análisis sobre la arquitectura y el urbanismo, así como sus reflexiones práctico-teóricas en torno a la presentación de la obra de arte son claves para entender su trabajo en toda su dimensión. La obra de Zaugg se ha presentado en galerías y museos, pero también en espacios públicos diversos.
Interesado por el análisis arquitectónico y urbanístico del espacio, especialmente del espacio expositivo, ha colaborado en numerosas ocasiones con los arquitectos Herzog y de Meuron. Fruto de esa colaboración son los proyectos para el Campus de la Universidad de Dijon y el Plan Urbanístico de Basilea, que se presentan en la exposición. Es también autor de algunos textos considerados esenciales en los estudios museológicos; destaca entre ellos ‘Das Kunstmuseum, das ich mir erträume. Oder der Ort des Werkes und des Menschen (1987) (El museo de arte de mis sueños. O el lugar de la obra y del hombre). La muestra arroja luz sobre la profundidad e intensidad con las que Rémy Zaugg estudió el fenómeno de la percepción y está integrada por más de un centenar de obras procedentes de relevantes museos y colecciones particulares europeas.
Wifredo Lam (5 de abril – 15 de agosto. Edificio Sabatini, planta 1).
Iniciador de una pintura mestiza que unía modernismo occidental y símbolos africanos o caribeños, Wifredo Lam (Sagua La Grande, 1902 – París, 1982), se codeó con todas las vanguardias del momento, afrontando también los problemas del mundo. Su obra profundamente comprometida, exploradora de diversidad de expresiones y de medios, desde la pintura al dibujo, del grabado a la cerámica, persigue el mismo combate que su amigo Aimé Césaire: “pintar el drama de su país, la causa y el espíritu de los Negros”. Lam tomó consciencia desde muy joven de la cuestión racial y de sus implicaciones sociales y políticas en Cuba, en Europa y, más adelante, en Estados Unidos. Asociado a diversos ambientes nacionales, sociales y culturales, siempre mantendrá una postura distante, sin caer en los papeles ni las proyecciones de identidad que le imponen, con buena voluntad, amigos y admiradores. Lam inventó un lenguaje propio, único y original para defender la dignidad de la vida y la libertad.
La exposición vuelve sobre la génesis de su trabajo pero también sobre las diversas etapas y condiciones de la recepción e integración progresivas de una obra pacientemente construida entre España, París-Marsella y Cuba. Traza la singular trayectoria del artista a través de alrededor de doscientas cincuenta obras –pinturas, dibujos, grabados, cerámicas– completada con más de trescientos documentos –cartas, fotografías, revistas, libros–. Este vasto material ilumina el contexto de su trabajo y de su pensamiento, deteniéndose en sus años en España (1923-1938), en los sorprendentes grabados de los años sesenta y setenta y en sus colaboraciones con los más destacados escritores de su tiempo, así como en las obras capitales creadas a la vuelta a su Cuba natal (1940-1950), y, en definitiva, muestra una vida comprometida dentro de un siglo agitado.
‘Campo Cerrado. Arte español 1939-1953’ (26 de abril – 3 de octubre. Edificio Sabatini, planta 3).
La exposición ‘Campo Cerrado’ toma su título de una novela homónima de Max Aub y se propone revisar el arte español durante la compleja y polémica década de 1940, un período que ha recibido escasa atención y sobre el que existe un vacío crítico e historiográfico, a pesar de su relevancia en la conformación de la sensibilidad moderna en España. Para reconstruir aquel período, esta exposición se estructura en las siguientes secciones que combinarán visiones panorámicas con casos de estudio: 1939; imagen y propaganda; de la restauración del academicismo a la renovación: Eugenio d’Ors; el campo y la ciudad: aspectos de la vida cotidiana de la España de la autarquía; exiliados y expatriados; el regreso de Miró y el rescate de las vanguardias históricas; de la Escuela de Altamira y Dau al Set; la renovación arquitectónica; el debate abstracción-figuración y la apropiación oficial de lo moderno.
En 1938, aún en plena guerra civil, Eugenio d’Ors, Jefe del Servicio Nacional de Bellas Artes, selecciona obras de artistas españoles ligados al arte anterior a la contienda, entre los que destaca Zuloaga, para representar al bando fascista español en la Bienal de Venecia. En 1951, el escritor y crítico Rafael Santos Torroella y el arquitecto José Antonio Coderch diseñan el Pabellón Español para la IX Trienal de Milán, en el que propician un diálogo entre artesanía popular y diseño contemporáneo e incluyen tanto la poesía de Lorca como la pintura de un joven Guinovart. La comparación entre los contenidos de las representaciones españolas en ambos certámenes internacionales, que podrían actuar como límites simbólicos a esta propuesta expositiva, podría sugerir una evolución lineal desde el conservadurismo más académico, en consonancia con los rigores del primer fascismo, hacia una apertura a la modernidad acorde con un momento político que pretendía marcar el final del aislamiento internacional del régimen de Franco.