Lluvia de estrellas, pero de verdad, no telebasura con imitadores: el próximo 24 de mayo llegarán las Camelopardalidas, provocada por la estela de un cometa. 

Se trata del 209P/LINEAR, que a su paso cerca de la Tierra va a dejar una estela polvo digna de mención y elogio, porque se calcula que llegarían a nuestra atmósfera entre 100 y 400 cuerpos de esa cola que fueron liberados, ojo al dato peculiar, durante el siglo XIX. Es decir, que es ahora, más de cien años después, cuando nuestro planeta se va a cruzar con la estela a la deriva en la noche del 23 al 24 de mayo. La otra gran lluvia natural es la de las Perseidas, en agosto. El aviso lo ha dado la Oficina de Medio Ambiente sobre Meteoritos de la NASA, principal encargada de avisar de lo que nos puede llover en la Tierra.

Es bastante habitual que las estelas descomunales de los cometas dejen de regalo una pequeña lluvia de meteoritos que nunca sobrepasan el tamaño necesario para convertirse en un problema. El 209P/LINEAR es uno de ellos, descubierto en 2004 y que va y viene en nuestra órbita cada cinco años, siempre jugando al elástico con el Sol. Pero el problema no es el cometa en sí, que ni nos roza, sino los “escombros” que arrastra en la cola y que al entrar en el campo de gravedad terrestre se desvían y caen. Es justo lo que va a pasar, pero con la estela que este cometa dejó durante el siglo XIX. Pero no hay comprobación: podría ser una gran lluvia o una menor. Nadie sabe cuál es la cantidad real de escombros de esa estela libre. Los escombros son los correspondientes a la gran estela formada entre 1803 y 1924.

La mejor horquilla de tiempo para verla será entre las 6:00 y las 08:00 UTC el 24 de mayo. Es justo el intervalo más probable para que se crucen la órbita terrestre con esto. Se verá sobre todo en América del Norte, ya que el pico temporal coincide con sus horas nocturnas, por lo que en EEUU los astrónomos amateurs y los profesionales ya están preparándose para recibir la lluvia que provendrá desde la zona de la constelación de Camelopardalidas. Curiosamente, al mismo tiempo, al despertar de ese 24 de mayo, la Luna y Venus casi se solaparán, un efecto visual astronómico muy peculiar y que podrá verse a simple vista.