Dicen que el perro es el amigo del hombre, pues no sólo es cierto sino que además ayudo a nuestra especie a cimentar la civilización y nuestra evolución.
La etología aplicada a la antropología y la paleontología ha permitido a una investigadora de la Penn State University, Pat Shipman, a formular una vía nueva sobre la intensa relación de los animales domesticados y la evolución humana y cómo ayudó a dos puntos clave: la mejora de la dieta que permitió vivir más y crecer en tamaño y fuerza (vacas, ovejas, cabras, etc) y como aliado indispensable para la caza. En este caso los perros (mejor dicho, los lobos y variantes que fueron domesticados primitivamente por los humanos) consiguieron ser piezas clave en la cultura de cazadores y recolectores.
Shipman sugiere que el uso de huesos, pieles y colmillos de mamut en los asentamientos humanos llegó gracias a la colaboración entre especies, ya que los primeros humanos modernos adiestraron a los primeros perros domésticos a matar mamuts.La publicación anticipada de su artículo ‘¿Cómo se puede matar a 86 mamuts?’ está disponible en línea en Quaternary International. Los yacimientos del centro y este de Eurasia demuestran que hace unos 45.000 años se intensificó la caza de mamuts. El salto cuantitativo permitió acumular más carne y usar huesos, colmillos y pieles de una manera más eficiente para los asentamientos.
Es decir, que de repente los humanos aumentaron exponencialmente la caza de mamuts a niveles propios de una extinción, pero eran demasiados. El salto fue muy rápido y era un misterio entender por qué en tan poco tiempo los cazadores lograron matar a tantos. No hubo una mejora en las armas que lo justificara, y tampoco catástrofes naturales pueden justificarlo porque hubiera afectado a otras especies y no hay pruebas de ello. Según Shipman los humanos primitivos encontraron nuevas técnicas que mejoraron el ratio de efectividad en la caza.
Según ella y sus socios de investigación del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales la clave podría estar en la domesticación de los perros, que se hizo por dos motivos: para seguridad de las aldeas y para cazar, además de proteger el ganado. De ahí saldrían los perros pastores, los ovejeros y también los cazadores. Según los estudios conjuntos, en los enclaves con alto número de depósitos de restos de mamuts y su uso práctico también demuestran rastros de la domesticación de los canes. La hipótesis estipula que los humanos cazaban con perros y éstos fueron clave en el aumento del éxito. Gracias a los perros los humanos comieron más y mejor, tuvieron mejores utensilios y pudieron dar otro pequeño paso hacia una cultura más avanzada.
El método es básico: se adiestra a los perros para que localicen a los mamuts con su olfato, luego son usados para rodear, espantar o “conducir” a las manadas o a los ejemplares elegidos allí donde pueden ser cazados más fácilmente. Gracias a esto los humanos se exponen menos y al mismo tiempo que aumentan los recursos tácticos para cazar; consumieron más carne (más proteínas y grasas que aumentaron fuerza, tamaño y capacidad física), gastaron menos energía (con lo que aumentaba la esperanza de vida) y consiguieron aumentar la tasa de reproducción humana, iniciando una espiral ascendente que daría lugar a las primeras culturas agrarias y ganaderas del futuro.
No sólo eso: en algunos lugares se han encontrado restos óseos de perros de gran tamaño que incluso podrían haber sido usados para cargar con más cantidad de carne y piezas útiles. Incluso para ahuyentar a otros carnívoros atraídos por la caza (como los mastines contra los lobos pero en un tiempo en el que la diversidad de razas caninas era inexistente). Sea como fuere, en yacimientos del centro de Europa y del sur se han encontrado restos de perros enterrados como si fueran personas, iniciando así una relación simbólica entre humano y can que llega hasta nuestros días.