Gallego y catalán, son los nuevos premios del Salón del Cómic de este año con dos novelas gráficas muy diferentes y el mismo talento a la hora de crear historias que saltan de la literatura al cómic con soltura.

FOTOS Barcelona: Pablo J. Casal – IMÁGENES DE CÓMICS: Norma Editorial

El último Salón del Cómic de Barcelona, la gran cita nacional (Cataluña y Madrid siguen siendo, por ahora, los oasis junto con La Coruña) del cómic, ha cosechado dos nombres a tener muy en cuenta en el panorama español, que no ha parado de crecer a pesar de las estrecheces editoriales del mercado ibérico, y al que no le queda más remedio que exportar. De todas formas, más allá de que España tenga una buenísima cantera de dibujantes y guionistas para cómic y novela gráfica, lo cierto es que cada año surgen nuevos nombres, y este año tocan dos más: Miguelanxo Prado, premiado a la mejor obra del año por ‘Ardalén’, todo un veterano al que reconocen su gran trabajo, y Oriol Hernández, mejor autor novel por ‘La piel del oso’, si bien sus dibujos se apoyan en los textos del guionista Zidrou.

Ser premiado en el Salón del Cómic (el premio a la Mejor Obra de Autor Español 10.000 euros y el de Autor Revelación de 3.000 euros) es una llave muy valiosa en la carrera de cualquier autor, por el impacto mediático, por el empujón y reconocimiento de la industria y por convertirse en alguien conocido para el público, que a fin de cuentas es la piedra angular de toda la vertiente económica del cómic. El premio para Prado ha sido todo un espaldarazo a un veterano (nacido en 1958) del cómic gallego que suele tirar de bilingüismo y de historias relacionadas con esa Galicia eterna que retrata en sus viñetas. Es, además, uno de los más respetados del gremio dentro y fuera de España, un valor seguro que merece el premio por su forma literaria y llena de ternura a la hora de crear universos que pueden sonar mucho a novelas ya leídas de manos de Rivas y compañía.

‘Ardalén’ (Norma Editorial y El Patito Editorial) es una novela gráfica de 260 páginas producto de tres años de trabajo de Miguelanxo Prado, que la define como “una historia en torno a la memoria personal. La memoria como esencia de nuestra existencia, de la percepción de nuestra propia vida. Puede sonar filosófico pero, al final, se trata de un puñado de seres humanos que se ayudan y se hacen daño unos a otros”. Es, de largo, la obra más larga de Prado, cuya carrera está llena de historietas cortas salvo por dos excepciones, ‘Trazo de tiza’ y ‘La mansión de los Pampín’. El autor tiene muchas tablas: es padre de la serie de historietas cortas humorísticas Quotidianía Delirante, realizadas para la revista El Jueves, y publicó durante los 80 en Zona 84, Comix Internacional, 1984, Cairo, Cimoc. Prado también fue uno de los autores europeos que fue contactado por Kodansha (una de las editoriales de cómic más importantes de Japón) en la década de los 90, y desde 1998, es también director del Viñetas desde el Atlántico, el Salón del Cómic que se celebra cada verano en A Coruña.

Oriol Hernández es la otra cara de la moneda, siempre flanqueado por el guionista Zidrou. Nacido en 1983 en la otra punta de España (Barcelona), ha cubierto la distancia hacia el negocio y el arte del cómic por otro camino bien diferente: a través de Francia, precisamente con el guionista Zidrou. Empezó con historias cortas para luego pasar, en 2012, a ‘La peau de l’ors’ (Dargaud), que ha tenido éxito en la gran potencia del cómic europeo. En paralelo ha realizado ‘La piel del oso’ y ahora ‘Les 3 fruits’ con Zidrou también. Formado en dibujo e ilustración, ha trabajado también para la publicidad o la animación, participando en las películas Donkey Xote y Nocturna. Su estilo es diferente, lleno de ángulos y de formas mucho menos oníricas y psicológicamente trascendentes que las de Prado, pero mucho más realistas y al mismo tiempo con una deformación de su estilo que le hace único.

 

‘Ardalén’, de Miguelanxo Prado

‘Ardalén’ (Norma Editorial, 25 euros) es uno de los muchos casos de novela gráfica que emula a la literatura y se orienta más allá de los temas y giros propios del cómic. Es, desde fuera, una obra intimista que guarda mucha relación con el pasado reciente de Galicia, con unas dosis de nostalgia y recuerdo que a muchos les resultará demasiado melancólicas. Pero es el fuste sobre el que se construye la nueva novela gráfica española, sobre temas literarios y realistas unidos al presente. La historia gira en torno a dos personajes, Sabela y su abuelo. Sabela, una mujer en los cuarenta, en crisis tras la ruptura de su relación de pareja y la pérdida de su empleo, llega a una pequeña aldea en medio de los montes buscando datos improbables sobre su abuelo, un hombre de vida azarosa, emigrado a Cuba y del que su familia no volvió a saber. Allí en cuentra a Fidel, un superviviente de la emigración que le cuenta todo tipo de historias del océano, de barcos, de puertos increíbles en países exóticos, de ballenas y peces, de sus tres naufragios, siempre con descripciones oníricas y maravillosas. En la historia se entrecruzarán las gentes de la aldea, parapetadas tras una desconfianza atávica, y los personajes recordados por “el Náufrago”, que acaban urdiendo entre ellos, Fidel y Sabela una maraña de recuerdos y sentimientos.

 

‘La piel del oso’, de Oriol & Zidrou

‘La piel del oso’ (Norma Editorial, 16 euros) narra cómo un chico de quince años llamado Amadeo lee a diario el horóscopo del anciano Don Palermo en un pueblo italiano. Sin embargo, Don Palermo no ha sido siempre un viejo desvalido, en su juventud fue un aspirante a mafioso que trabajó a las órdenes de uno de los capos más poderosos de su ciudad. A partir de ahí muchos rasgos de las historias sobre la mafia: violencia, traiciones, sueños rotos… Como él mismo comentó en algunas presentaciones, “gráficamente quería hablar del paso del tiempo en las personas, del peso del pasado. Todo lo demás es fruto de Zidrou, que nos habla de amor, de venganza, de esperanzas que no mueren y de sueños rotos”. En cuanto al estilo, a su forma de dibujo, quería hacer “fondos más realistas, para transportar al lector y personajes ‘raros’ que me parecen los más atractivos de dibujar. Según el guión ese estilo se adapta para dejar lugar a cosas diferentes y que el dibujo siempre esté al servicio de la historia”.