Hayao Miyazaki, uno de los grandes maestros de la animación y el cómic japonés, parece haber decidido retirarse después del estreno mundial de ‘Kaza tachinu’ (‘The wind rises’), la más realista de todas las que ha hecho.
En Japón ha puesto de los nervios a más de uno. Es una historia realista, en la que habla de la Segunda Guerra Mundial, muy alejada de sus historias que son pura fantasía épica o delirios de la imaginación como tiene acostumbrados a más de uno. Y ha decidido que sea en Venecia, la ciudad donde se encumbró con el León de Oro por su carrera en 2005, donde lo haga público. En la rueda de prensa anunció que sería la última, siempre dentro de los Estudios Ghibli, donde ahora manda Koji Hoshino. Pero fue él quien lo dijo, ya que Miyazaki no ha salido de Japón todavía porque allí será donde lo anuncie más claramente en una rueda de prensa.
‘Kaza tachinu’ es un alegato pacifista, el más grande de todos los que ha hecho hasta ahora. En todas sus películas hay un trasfondo ideológico de pacifismo, ecologismo, empatía suma, con múltiples guiños visuales y culturales a Occidente y que ha forjado un estilo muy particular; basta recordar ‘El viaje de Chihiro’ o ‘El castillo ambulante’. En Japón la película, por su escenario (la Segunda Guerra Mundial) y los mensajes internos he levantado mucha polvareda porque se considera que es un golpe contra los conservadores.
Éstos, liderados por Shinzo Abe, actual primer ministro, quieren retirar de la constitución de los años 40 el sentido pacifista del texto y tener más manga ancha militar. Quizás el miedo cerval de los japoneses a China y Corea del Norte sea la razón, pero Miyazaki ya lo dejó claro con un mensaje: “Solo se puede estar horrorizado por la falta de sentido histórico y convicciones por parte de los principales líderes políticos”. Esta idea surgió después de que la película enervara a un sector de la sociedad japonesa.
Imagen de ‘Kaza tachinu’
Basada en una novela del escritor Tatsuo Hori, la película de Miyazaki gira alrededor del joven ingeniero Jiro Horikoshi, creador del Zero, el mejor avión japonés durante la Segunda Guerra Mundial y que no fue superado por los americanos en el Pacífico hasta la aparición del P-51. Al fondo belicista se unen el terremoto de 1923, la crisis económica posterior y la pasión de Miyazaki por los aviones.
Al mismo tiempo el personaje se enamora poniendo toda la historia un punto más lejos de lo histórico. Y todo con un realismo extremo nunca antes visto en su obra. Todo lo demás está ahí en la película: el color, la iluminación, la delicadeza de cada dibujo, el tempo lento combinado con la suma rapidez de los vuelos de los aviones. Es la primera película basada en personajes reales, y si se suma el momento político en Japón, se entiende que sea su despedida.
Japón y Occidente perderán a uno de sus ídolos en animación, de los pocos quizás que ha sabido escapar a la ultraviolencia, el extremismo formal y el efecto industrial y repetitivo del manga y el anime. Un contrapunto artístico entre tanto clon.
Hayao Miyazaki