El Gigantophitecus fue una especie real, un simio enorme que se extinguió hace 100.000 años por no ser capaz de adaptarse a los cambios que sufría el planeta, glaciación incluida. Un buen ejemplo de que las especies demasiado especializadas son las primeras en extinguirse.
Fue lo más cerca que ha estado nunca la Naturaleza del mito de King Kong. Una especie extinta contemporánea de los primeros hombres evolucionados pero del que se desconocen aún detalles importantes. En parte porque hay pocos fósiles del mismo, apenas dientes y mandíbulas. Lejanamente emparentado con el orangután actual, podía llegar a tener tres metros de altura y unos 500 kilos de peso, y su dieta (fundamental para saber dimensiones y comportamiento) todavía no se ha detallado: se le considera un vegetariano exclusivo con predilección por el bambú, pero hay algunos detalles que quizás impliquen que también comía carne.
Desde luego en el mundo de los primates era el más grande y un rival directo del ser humano en su nicho ecológico, las selvas. Nunca salían de los hábitats forestales, desde los bosques medios hasta las selvas profundas. Según el último estudio evolutivo realizado por el Centro Senckenberg de Evolución Humana y Paleoambiente de la Universidad de Tubinga (publicado en Quaternary International) el King Kong real era un animal de costumbres cerradas y con pocas opciones de variar localizado principalmente en el este y sudeste asiático (desde China hasta Tailandia). Estaba perfectamente especializado a un lugar y clima concretos. Era lo que podríamos llamar una “especie atrapada” por su propio éxito.
Comparativa aproximada entre un Gigantophitecus medio (podían ser todavía más grandes) y un humano
Desde un punto de vista más general las especies animales se pueden dividir por su capacidad de adaptación a diferentes circunstancias. Las hay que están atadas a un nicho ecológico concreto hasta el punto de cualquier variación podría acabar con ellas de golpe. Y otras son auténticas “todoterreno” biológicos que se adaptan con rapidez a diferentes grados climáticos y geográficos. El Gigantophitecus era un caso del primer grupo, como los actuales colibrís o los osos panda, vinculados sí o sí a un tipo de alimentación y a condiciones medioambientales determinadas y exigentes. Del segundo caso el ser humano es el mejor ejemplo: no hay lugar de la Tierra que no hayamos colonizado, desde los desiertos a los polos.
No somos las únicas especies polivalentes: ratas, gaviotas, cuervos, perros, tiburones, cucarachas y hormigas son también ejemplos de que un diseño más tosco pero resistente puede marcar la diferencia. Todas las que no dispongan de algún tipo de capacidad que las permita variar gradualmente su nicho ecológico están condenadas a la extinción. El King Kong de los primates es uno de los grandes velos por quitar de la evolución de nuestro grupo animal; poder determinar mejor la evolución de las ramas de los primates bien podría dar sentido a nuestra propia evolución. Por eso el colapso del Gigantophitecus es importante, un ejemplo de cómo las ramas se adaptaron y quebraron.
Los investigadores de Tubinga demostraron que este animal se adaptó de forma exclusiva al medio forestal, examinaron el esmalte de los dientes fósiles para saber qué comía y ver si esa especialización había sido tan cerrada que podría llevarle a la desaparición si cambiaba el equilibrio ecológico. Estos estudios se realizan siempre a partir del análisis de los isótopos de carbono del esmalte; son la huella química de los compuestos que pasaron por ellos. Toda materia basada en las cadenas de carbono (es decir, orgánicos, ya sean animales o vegetales) deja huellas precisas sobre todo tipo de superficies o elementos. Pueden además perdurar durante millones de años. La alimentación demuestra que la combinación de hábitat y tamaño los condenó: demasiado grande para usar los árboles como refugio, con una dieta verde cerrada y nula capacidad o voluntad aparente para salir a las sabanas o nichos no boscosos.
Huesos a escala: tamaño de los cráneos y de los dientes fósiles sometidos a estudio
Un ejemplo de su cerrazón evolutiva: era demasiado grande para subirse a los árboles, y sin embargo no salió de los bosques, por lo que debía vivir en el suelo y usar la vegetación como alimento y zona de reposo. Cuando el clima cambió y las grandes selvas de las zonas templadas se convirtieron en sabanas o sotobosque ya no tuvieron salida. El cambio climático (la glaciación restringió muchísimo las zonas húmedas donde podían brotar los bosques, porque los rangos climáticos se estrecharon hacia el ecuador) les dejó sin sustento verde, obligándoles a adaptarse a la sabana que sustituyó las selvas. Consecuencia de la especialización: no fueron capaces y murieron.
Esto lleva a las comparaciones: ¿por qué otros simios básicamente forestales sobrevivieron y no el simio gigante? Ejemplos: el chimpancé y el orangután. Las respuestas son variables y hay que buscarlas en la propia forma y tamaño de estas especies. Los chimpancés actuales son una evolución de los monos que había antiguamente, que eran pequeños y ágiles, con una demostrada capacidad para comer carne si hace falta para sobrevivir. Los orangutanes son más grandes de tamaño, pero tienen un metabolismo más lento que no les exige estar comiendo continuamente como sí debió estar el Gigantophitecus. Era demasiado grande como para sustentarse con una comida al día.