Gran clásico del género musical. Una original versión del Mito de Pigmalión ganadora de ocho Oscar, aunque la Academia se olvidó de Audrey Hepburn, transformada de ‘cockney’ del East End de Londres a dama de la alta sociedad.
-¿Ve a esta criatura con su lenguaje barriobajero que la mantendrá en el arroyo hasta el fin de sus días? Pues yo señor en seis meses podría hacerla pasar por duquesa en un Baile de Embajada. Y hasta colocarla de doncella de una dama o de dependienta que usan un inglés más refinado.
-Oiga, ¿qué ha dicho ‘uste’?
-Sí, a ti hoja de col pisoteada, a ti deshonra de la noble arquitectura de estas columnas, a ti insulto viviente a la lengua inglesa, podría hacerte pasar por la Reina de Saba.
Época post-Eduardiana, cerca ya de la Primera Guerra Mundial. Llueve con fuerza sobre un teatral Covent Garden (‘My Fair Lady’ se rodó en decorados construidos en los estudios de Warner Bros. en Burbank-California). Más adelante caerá agua, metafóricamente, sobre Sevilla. Un fuerte chaparrón sorprende al mismo tiempo a ‘cockneys’ (denominados así por el típico acento del East End de Londres) y distinguidos aristócratas y burgueses en la salida de la Royal Opera House, tras una representación del ‘Fausto’ del compositor francés Charles-François Gounod.
Eliza Doolittle es una humilde pero encantadora (es lo que tiene estar interpretada por la elegancia personificada, Audrey Hepburn) vendedora de violetas, una ‘cockney’ que se gana la vida en el antiguo mercado de frutas, hortalizas y flores de Covent Garden. La búsqueda de un cobijo para protegerse de la lluvia reúne a ‘cockneys’ y burgueses, entre ellos el Coronel Pickering, que acaba de llegar a Londres procedente de la India, y el Profesor Higgins, un neurótico, snob y misógino lingüista que no para de tomar notas.
La ingenuidad y verborrea de Eliza no pasa desapercibida para Higgins, un acérrimo defensor de la lengua inglesa:
-¡Anímese, ‘barbiá’. Compre unas flores a esta ‘probe’ chica!
Cosas del doblaje español que nos presenta a Eliza con un lenguaje, más que ‘cockney’, caló con el añadido de la palabra ‘barbiá’ (barbián). En realidad, Hepburn pronuncia:
-Cheer up, Capt’n, buy a flow’r off a poor girl.
Aceptemos, de cualquier manera, el doblaje español para describir la personal manera de hablar de Eliza:
-Yo no hecho na’ malo po’ hablar con ese señorito. Puo’ vende’ flores mientras no estorbe en la acera. Soy una chica decente, ¡qué narices! No le dicho na’ más que me compre unas flores.
El Profesor Higgins tiene planes con Eliza, como canta (recita para adaptarse a las cualidades del actor Rex Harrison) en el primero de los diecisiete números musicales de ‘My Fair Lady’:
“Ved a ese desecho de la calle/
Lo mismo habla que una condenada/
¡Valiera quizás más hacerla ahorcar/
Porque la muerte del inglés quiere lograr!”.
Higgins acepta una apuesta y, sobre todo, un reto personal para ganar a su nuevo amigo, el Coronel Pickering, con el que comparte pasión por el lenguaje: transformar a Eliza de una ‘cockney’ del East End londinese a una dama de la alta sociedad.
‘My Fair Lady’ fue la gran triunfadora de la gala de los Oscar celebrada el 5 de abril de 1965 en el Auditorio de Santa Mónica. Consiguió ocho Premios: Mejor Película, Director (George Cukor), Actor (Rex Harrison), Fotografía (Harry Stradling), Dirección Artística (Gene Allen, Cecil Beaton y George James Hopkins), Vestuario (Cecil Beaton), Banda Sonora (André Previn) y Sonido (George R. Groves). Audrey Hepburn, sin embargo, se quedó sin estatuilla. Ni siquiera estuvo nominada.
El filme está de cumpleaños. Este martes, 21 de octubre, se cumplen cincuenta años desde su ‘premiere’ mundial en el Criterion Theatre de Nueva York. Una semana después, tocó en Los Ángeles. ‘My Fair Lady’ no se estrenaría en España hasta septiembre de 1965. El musical llevó a los cines, en la cartelera española, a más de dos millones de espectadores. ‘My Fair Lady’, que contó con un notable presupuesto de 17 millones de dólares, recaudó solo en su mercado doméstico 72 millones. Uno de los últimos grandes éxitos de la era dorada de un género que languidecía.
Los grandes Estudios habían recortado sus proyectos musicales. Era un género muy caro. Irónicamente, los sesenta supusieron el Oscar a la Mejor Película para cuatro musicales: ‘West Side Story’ (Robert Wise y Jerome Robbins) (1961), ‘My Fair Lady’ (George Cukor) (1964), ‘Sonrisas y Lágrimas’ (Robert Wise) (1965) y ‘Oliver!’ (Carol Reed) (1968). Hollywood, que antes había premiado a cuatro musicales: ‘Melodías de Broadway’ (Harry Beaumont) (1929), ‘El Gran Ziegfeld’ (Robert Z. Leonard) (1936), ‘Un Americano en París’ (Vincente Minnelli) (1951) y ‘Gigi’ (Vincente Minnelli) (1958), no honraría, de nuevo, al género hasta ‘Chicago’ (Rob Marshall) (2002).
Los ocho Oscar de ‘My Fair Lady’ se sitúan por detrás, únicamente, de los nueve de ‘Gigi’ y los diez de ‘West Side Story’ dentro del género musical. Warner Bros. Pictures disfrutaba de su primer gran éxito académico desde la mítica e inmortal ‘Casablanca’ (Michael Curtiz) (1942). ‘My Fair Lady’ había sido una jugada arriesgada. Un empeño personal de Jack L. Warner (llamado realmente Jacob Warner, hijo de una familia judía procedente de Polonia). Jack era el hermano menor y más ambicioso de los cuatro Warner. Controlaba ya la compañía sin ningún Warner más al lado tras distanciarse de sus hermanos por asuntos empresariales.
‘My Fair Lady’ representaba una historia sobradamente conocida. Hollywood, a la hora de rodar sus últimos musicales, había fijado su vista en los grandes éxitos de Broadway. ‘My Fair Lady’ lo era cuando Warner compró los derechos del musical, en febrero de 1962, por un importe de cinco millones y medio de dólares. ‘My Fair Lady’ levantó por primera vez el telón el 4 de febrero de 1956 en New Haven-Connecticut. Tras un paso por Filadelfia, se instaló en Broadway el 15 de marzo de 1956 en el Mark Hellinger Theatre de Nueva York. Musical del año, ganó nueve Premios Tony: Mejor Obra, Actor (Rex Harrison), Productor, Puesta en Escena, Vestuario, Diseño, Director de Orquesta, Musical y Guion. ‘My Fair Lady’ llenó teatros en Nueva York y Londres durante seis años y medio (un total de 2.717 representaciones) hasta septiembre de 1962.
El musical, con libreto y canciones de Alan Jay Lerner y música de Frederick Loewe, estaba inspirado en una obra teatral: ‘Pygmalion’, del irlandés George Bernard Shaw (Premio Nobel de Literatura en 1925), que apareció en el escenario del Hifburg Theatre de Viena el 16 octubre de 1913 y en el Her Majestic’s Theatre de Londres el 11 de abril de 1914. Shaw, a su vez, había acudido a la mitología helena. El poeta romano Ovidio había recogido en el décimo libro de su archiconocida ‘Las Metamorfosis’ (año 8 D.C.) el Mito de Pigmalión y Galatea. Ovidio describe a Pigmalión como un escultor chipriota, al que se atribuye la fundación de la ciudad de Pafos, poco interesado en las mujeres pero que se enamora de una estatura de mármol y pide a Afrodita que cobre vida. Ovidio había descubierto la historia en ‘Bibliotheke’, un compendio de mitología griega.
Shaw, un convencido socialista miembro de la Fabian Sociey (germen del Partido Laborista), modernizó decisivamente el Mito de Pigmalión. Convirtió a Pigmalión en un profesor de fonética y a Galatea en Eliza Doolittle, una humilde vendedora de flores de Londres capaz de evolucionar gracias a la educación. Una adaptación que respetarían Alan Jay Lerner y Frederick Loewe en su musical de Broadway, Jack L. Warner y George Cukor en su versión cinematográfica y Anthony Asquith y Leslie Howard en una película anterior, ‘Pygmalion’ (1938), que contó con un guion escrito por el mismo George Bernard Shaw, ganador del Oscar por su trabajo. Shaw introdujo una notable diferencia que se ha mantenido en la historia de ‘My Fair Lady’.
Eliza Doolittle, decepcionada con el Profesor Higgins, más preocupado por el éxito del experimento que por los sentimientos de su pupila, abandona al misógino lingüista y se casa con su joven pretendiente: Freddie Eynsford-Hill. Shaw alteró el final en ‘Pygmalion’. Cukor y Warner mantuvieron el cambio, más al gusto del tradicional ‘happy end’ de las producciones de Hollywood, con ambos personajes juntos, aunque con un toque que, en pleno siglo XXI, roza el machismo.
Higgins, desconsolado por la marcha de Eliza, escucha su voz grabado en el gramófono durante las interminables clases de dicción. Eliza reaparece a su espalda y recuerda una cómica e ingenua frase cuando se presentó por primera vez en la casa del profesor:
-Me he lavado la cara y las manos antes de venir aquí.
Higgins pasa de la alegría al orgullo. Se baja el sombrero y suelta una frase que, escuchada cincuenta años después, no es que disipe, precisamente, su misoginia.
-Eliza…, ¿dónde están mis zapatillas?
No es la única modificación que ha ido sufriendo la historia de Pigmalión, que ha despertado el interés de todo el espectro de las artes. Antes que el cine, el Mito de Pigmalión y Galatea se plasmó en la ópera (Donizetti), el ballet (Rousseau), la escultura (Rodin) e incluso la pintura (Goya). Jack L. Warner aportó sus propios cambios centrados, sobre todo, en el reparto.
‘My Fair Lady’, el musical de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe, había arrasado en el teatro gracias, entre otros aspectos, a la actuación de su pareja protagonista: Rex Harrison como el Profesor Higgins y una futura estrella del cine, Julie Andrews, como Eliza Doolittle. Warner, sin embargo, tenía otros planes. Buscaba la perfección y, todo hay que decirlo, el éxito en la taquilla. Quería estrellas de cine consolidadas. Rex Harrison no tuvo fácil mantener su papel. Warner se interesó en James Cagney, Peter O’Toole, Rock Hudson, Marcello Mastroianni, George Sanders, Michael Redgrave, Noel Coward… y Cary Grant, que casualmente acababa de trabajar con Audrey Hepburn en ‘Charada’ (Stanley Donen) (1963). Grant se molestó con Warner, aseguró que no vería ‘My Fair Lady’ si no estaba Rex Harrison como el Profesor Higgins y tambaleó al productor con una advertencia irrefutable: jamás volvería a trabajar con la compañía si no se contaba con Harrison. Jack L. Warner no tuvo más remedio que tragar. El Profesor Higgins conservaba el rostro que le había hecho famoso en Broadway.
Warner se mantuvo, en cambio, inflexible en el papel de Eliza Doolittle. Quería una estrella y Julie Andrews, por mucho que hubiera triunfado en el teatro, no tenía ese estatus en el cine donde habría sido una novata. Audrey Hepburn recogió la cesta de flores de la ‘cockney’ de Covent Garden en ‘My Fair Lady’. Hepburn se convirtió, además, en la segunda actriz que cobraba un millón de dólares por película tras Liz Taylor en la superproducción ‘Cleopatra’ (Joseph L. Mankiewicz) (1963). La misma Taylor apoyó ante la Warner la elección de la protagonista de ‘Vacaciones en Roma’ (William Wyler) (1953).
La polémica pilló en medio a Hepburn a la que hurtaron, inexplicablemente, una nueva nominación al Oscar. La ironía fue mayor cuando la estatuilla recayó en Julie Andrews que, tras la decepción de ‘My Fair Lady’, había aceptado el ofrecimiento de Walt Disney para protagonizar ‘Mary Poppins’ (Robert Stevenson). La dulce Andrews sacó las garras en la gala y agradeció el premio, entre otros, al mandamás de Warner Bros. por permitirle firmar por la Disney y un posterior proyecto con 20th Century Fox: ‘Sonrisas y Lágrimas’. Para ‘My Fair Lady’, el olvido de la Academia a Audrey Hepburn resultó su mayor desilusión.
Audrey Hepburn y Rex Harrison
Pero la anécdota no acaba aquí. Jack L. Warner no colaboró por completo con su actriz. Audrey Hepburn, una prometedora bailarina en su adolescencia que tuvo que dejar el ballet por su extrema delgadez, había demostrado su capacidad para cantar en ‘Una Cara con Ángel’ (Stanley Donen) (1957) y ‘Desayuno con Diamantes’ (Blake Edwards) (1961). Aún así, Warner no confió en Hepburn, que había grabado por completo sus canciones en ‘My Fair Lady’. Contrató a la cantante Marie Nixon, la voz de Deborah Kerr en ‘El Rey y Yo’ (Walter Lang) (1956) y Natalie Wood en ‘West Side Story’ (Robert Wise y Jerome Robbins) (1961). La sosegada Hepburn montó en cólera en pleno set de rodaje en el mayor arrebato de enfado de su carrera.
Su trabajo en pantalla había sido perfecto como florista ‘cockney’ modulada como dama de alta sociedad capaz de engañar a la Reina de Transilvania en el definitivo examen de Higgins en el Baile anual de la Embajada. Un cuento de hadas que ya había vivido en ‘Vacaciones en Roma’ y ‘Desayuno con Diamantes’:
-Yo ‘quieo’ se una señora en una tienda de flores y no tene’ que venderlas en medio la calle, pero nadie me tomará si no ‘chamullo’ el finolis. Este dijo que llegaría a enseñarme, pues aquí estoy pa’ eso.
En versión original (menos caló, por supuesto):
‘I want to be a lady in a flow’r shop… ‘stead of sellin’ at the corner of Tottenham Court Road. But they won’t take me unless I can talk more genteel. He said ‘e could teach me.
Una ‘cockney’ con sus propios sueños descritos en la canción ‘Esto es Ser Feliz’:
“Solo quiero una habitación/
Una mesa y un buen colchón/
Con un enorme y gran sillón…/
¡Esto es ser feliz!/
Mil bombones comer allí/
A montones carbón pedir/
De cara, manos, pies arder…/
¡Esto es ser feliz!
Así, cómoda, quieta y siempre/
Bien sentada allí/
Calentita, y en abril/
Mirar por si viene él/
Mis rodillas harán feliz/
Su descanso y su dormir/
¡Tener a quien amar así!/
Así…, ¡es ser feliz!/
¡Ser feliz! ¡Ser feliz!”.
Una alumna con mucho carácter y muy enfadada en uno de los temas más conocidos de ‘My Fair Lady’: ‘¡Ya Verás!’, con una onírica presencia de Jorge V ordenando la ejecución del Profesor Higgins:
“¡Ya verás, Henry Higgins, ya verás!/
¡Con tu llanto algún día pagarás!/
Te has de ver abandonado/
Sin amigos ni consuelo…/
¡Ya verás, Henry Higgins, ya verás!/
¡Ya verás, Henry Higgins, cuando estés/
Solo, viejo, enfermo, a punto de morir/
No tendrás nadie a tu lado/
Yo me iré sola al teatro…!”.
Una alumna esperanzada con sus progresos en las eternas y surrealistas pruebas de vocalización y tragalenguas con el divertido ‘La Lluvia en Sevilla es una Pura Maravilla’, todo un clásico del filme, una libre traducción al español de ‘The Rain in Spain Stays Mainly in the Plain’, con cinco diptongos distintos con el sonido inglés ‘ei’. Eliza muestra su alegría en ‘Podría Yo Bailar’, canción universalmente conocida como ‘I Could Have Danced All Night’:
“Dejar la noche atrás/
Seguir bailando igual/
Sería mi ilusión/
El alma ver huir/
En alas de un latir/
Que me habla de un amor/
Esa emoción a mí llegó tan grande/
Que aún no sé por qué así fue/
Tan solo la sentí cuando él llegó hasta mí/
Y fui a bailar, bailar con él”.
Y una alumna, finalmente, ofendida por el desdén emocional del Profesor Higgins tal y como clama en ‘Sin Usted’:
“¡Qué inexperta fui! Acepté mi esclavitud/
Creí en él mi cielo hallar/
¡Qué inexperta fui! ¡Qué inexperta y tonta fui!/
¡Mi torpeza es algo sin igual!/
No, mi maestro parlanchín/
¡No es usted mi principio ni mi fin!”.
Y como se queja ante Higgins y la madre del profesor, su confesora en los últimos minutos de ‘My Fair Lady’:
-La diferencia entre una dama y una florista no está en su comportamiento sino en cómo la tratan. Siempre seré una florista para el profesor Higgins porque siempre me ha tratado y me tratará como a una florista”.
Audrey Hepburn tuvo al mejor maestro posible tras las cámaras: George Cukor, director, entre otras, de ‘Mujercitas’ (1933), ‘La Dama de las Camelias’ (1936), ‘Mujeres’ (1939), ‘Historias de Filadelfia’ (1940), ‘Luz que Agoniza’ (1944), ‘Doble Vida’ (1947), ‘La Costilla de Adán’ (1949), ‘Nacida Ayer’ (1950), ‘Ha Nacido una Estrella’ (1954), ‘Les Girls’ (1957) y ‘El Multillonario’ (1960). Cukor, formado en el teatro, algo evidente en su puesta en escena en ‘My Fair Lady’, tenía fama de excelente director de actrices, una etiqueta acrecentada por su orientación sexual que no siempre le ayudó. El ‘machote’ Clark Gable le echó del rodaje de ‘Lo que el Viento se Llevó’ (1939), que concluiría Victor Fleming.
En realidad, Cukor fue un gran director de actores, independiente del sexo. 21 actores a sus órdenes consiguieron una nominación al Oscar, cinco de ellos lo ganaron: James Stewart por ‘Historias de Filadelfia’, Ingrid Bergman por ‘Luz que Agoniza’, Ronald Colman por ‘Doble Vida’, Judy Holliday por ‘Nacida Ayer’ y Rex Harrison por ‘My Fair Lady’. Cukor no era un especialista en musicales, pero había dirigido con fortuna incursiones en el género como ‘Ha Nacido una Estrella’, con Judy Garland, y ‘Les Girls’ (1957), con Gene Kelly. Pero si aceptó ‘My Fair Lady’ fue porque “para mí, era una obra con música… Si hubiera pensado que se trataba de un musical, no lo hubiera aceptado”. Cukor resultó la elección de Jack L. Warner tras desestimar a Vincente Minnelli, que pedía un cheque mayor. Cukor se llevó 200.000 dólares, solo menos que el millón de Audrey Hepburn y los 300.000 dólares de sueldo para Rex Harrison.
Hepburn y Harrison estuvieron acompañados por una impagable nómina de secundarios de acento británico. Wilfrid Hyde-Whyte encarnó al caballeroso Coronel Pickering, un papel que en el musical de Broadway había recaído en Robert Coote. Gladys Cooper, nominada al Oscar a la Mejor Actriz de Reparto por su papel de Mrs. Higgins, la conciliadora madre del Profesor Higgins, y Mona Washbourne, como la ama de llaves Mrs. Pearce, debutaron en ‘My Fair Lady’. Cukor sí contó con el actor que interpretó al ‘filosófico’ padre de Eliza, Alfred Doolittle, en Broadway. Repitió con Stanley Holloway, nominado al Oscar al Mejor Actor de Reparto. Alfred, un basurero alcohólico y un vago orgulloso, regala varios de los momentos más divertidos de la película como su desgraciado paso a la burguesía tras recibir una herencia de un millonario americano por su participación en la Liga de Reforma Moral. Y es que Alfred, como sentencia el Profesor Higgins, tiene “el don natural de la retórica”.
-¿Quién le mandó que hiciera un caballero de mí? Yo era libre, era feliz… Sableaba a cualquiera cuando me hacía falta pasta, como le sableé a él. Ahora, estoy atao’ de pies y manos y me sablean a mí. Hace un año casi no tenía ningún pariente en el mundo, solo un par que no se hablaban conmigo. Hoy tengo cien. No ganan entre tos’ ni un mal sueldo semanal. Ahora tengo que vivir para los demás, no pa’ mí solo. Moralidad de la clase media.
Warner contrató también a Hermes Pan, el coreógrafo favorito de Fred Astaire, y a Cecil Beaton, que ya había participado en la adaptación musical de ‘My Fair Lady’ en Broadway de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe. Beaton, un artista total (fotógrafo de guerra y diseñador), se tomó ‘My Fair Lady’ como si fuera su propia película, lo que generó no pocos roces con Cukor: “No comprendo cómo alguien del talento de Cecil Beaton sea tan… poco generoso. Supongo que formar parte de un equipo, mientras rodábamos, sería algo duro para él. Es una estrella, es muy consciente de ello y está hambriento de publicidad”.
Lo cierto es que Beaton, que ganó el Oscar al Mejor Vestuario y a la Mejor Dirección Artística, dejó volar como nunca su imaginación y talento. Invirtió un millón de dólares en los decorados y medio millón en los 1.086 vestidos diseñados para ‘My Fair Lady’. La escena de las carreras de Ascot, con una gran teatralidad, traslada al espectador a otro mundo gracias a su puesta en escena y su vestuario, con trajes que alternan el blanco y el negro. Audrey Hepburn se rindió a Beaton y citó al vestido que porta en Ascot como el mejor traje que había llevado nunca junto con los diseños de Givenchy, marca de la que fue musa. Un motivo más para revisar una película con un espacio reservado en cualquier colección de cine que se precie.
“En mi epitafio se leerá: ‘Los nervios han acabado con ella’, como diría Eliza Doolittle”, llegó a decir Audrey Hepburn sobre aquella vendedora de flores de Covent Garden que cumple este martes 50 años en el cine.
FICHA TÉCNICA DE ‘MY FAIR LADY’ (1964)
(Estados Unidos, 170 minutos) (Musical):
Director: George Cukor. Productor: Jack L. Warner. Guion: Alan Jay Lerner, basado en la obra ‘Pygmalion’, de George Bernard Shaw, y la producción teatral homónima con libreto y canciones de Alan Jay Lerner y música de Frederick Loewe. Reparto: Audrey Hepburn (Eliza Doolittle), Rex Harrison (Profesor Henry Higgins), Stanley Holloway (Alfred Doolittle), Wilfrid Hyde-Whyte (Coronel Pickering), Gladys Cooper (Mrs. Higgins), Jeremy Brett (Freddie Eynsford-Hill), Theodore Bikel (Zoltan Karpathy), Mona Washbourne (Mrs. Pearce), Isobel Elsom (Mrs. Eynsford-Hill) y John Holland (Mayordomo).
Diseño de producción y vestuario: Cecil Beaton. Dirección artística: Gene Allen, Cecil Beaton y George James Hopkins. Fotografía: Harry Stradling. Montaje: William Ziegler. Música: Frederick Loewe. Letras: Alan Jay Lerner y Frederick Loewe. Arreglos vocales: Robert Tucker. Supervisión y dirección musical: André Previn. Orquesta: Alexander Courage, Robert Franklyn y Al Woodbury. Sonido: George R. Groves, Francis J. Scheid y Murray Spivack. Voz de Audrey Hepburn en las canciones: Marni Nixon. Voz de Jeremy Brett en las canciones: Bill Sherley. Coreografía: Hermes Pan. Maquillaje: Gordon Bau. Peluquería: Jean Burt Reilly. Ayudante de dirección: David Hall.
PRINCIPALES PREMIOS:
OCHO OSCAR: Mejor Película, Director (George Cukor), Actor (Rex Harrison), Fotografía (Harry Stradling), Dirección Artística (Gene Allen, Cecil Beaton y George James Hopkins), Vestuario (Cecil Beaton), Banda Sonora (André Previn) y Sonido (George R. Groves).
TRES GLOBOS DE ORO: Mejor Película Musical/Comedia, Director (George Cukor) y Actor en Película Musical/Comedia (Rex Harrison).
BAFTA a la Mejor Película.
NÚMEROS MUSICALES DE ‘MY FAIR LADY’:
1. ‘¿Por qué no aprenden?’ (‘Why can’t the English?’) (Profesor Higgins).
2. ‘Esto es Ser Feliz’ (Wouldn’t it Be Loverly?’) (Eliza Doolittle y cockneys).
3. ‘Yo soy un Hombre Normal’ (‘I’m an Ordinary Man) (Profesor Higgins).
4. ‘Si la Suerte ves Venir’ (‘With a Little Bit of Luck’) (Alfred Doolittle y cockneys).
5. ‘¡Ya Verás!’ (‘Just You Wait’) (Eliza Doolittle).
6. ‘¡Pobre Señor Higgins!’ (‘Servant’s Chorus’) (Servidumbre).
7. ‘La Lluvia en Sevilla’ (‘The Rain in Spain’) (Eliza Doolittle, Profesor Higgins y Coronel Pickering).
8. ‘Podría Yo Bailar’ (‘I Could Have Danced All Night’) (Eliza Doolittle y criadas).
9. ‘Gavota de Ascot’ (Ascot Gavotte) (Coros).
10. ‘La Calle Donde Vives’ (‘On the Street Where You Live’) (Freddy Eynsford-Hill).
11. ‘El Éxito Obtenido’ (‘You Did It’) (Coronel Pickering, Profesor Higgins y servidumbre).
12. ‘¡Ya Verás!’ / ‘La Calle Donde Vives’) (Variación) (Eliza Doolittle y Freddy Eynsford-Hill).
13. ‘Pruebas’ (‘Show Me’) (Eliza Doolittle).
14. ‘Llévenme a la Catedral’ (‘Get Me to the Church on Time’) (Alfred Doolittle, cockneys y coros).
15. ‘Himno al Hombre’ (‘A Hymn to Him’) (Profesor Higgins y Coronel Pickering).
16. ‘Sin Usted’ (‘Without You’) (Eliza Doolittle y Profesor Higgins).
17. ‘A su Mirar me Acostumbré’) (‘I’ve Grown Accustomed to her Face’) (Coronel Higgins).