Ridley Scott ha filtrado el texto sobre el que se basará el arranque de la secuela de ‘Blade Runner’, que en realidad iba a ser usado en la primera película, pero que ahora servirá de ligazón con la nueva.

El texto básico, traducido, sería más o menos esto: “Wyoming. Llano, sin colinas: puedes verlo todo a 20 millas de distancia. Nada de vallas, sólo tierra arada y seca. La cámara gira y ves un árbol gigantesco, muerto, que se mantiene en pie por cables […]. Junto al árbol hay una cabaña blanca tradicional, al estilo de ‘Las uvas de la ira’, con un porche. Y más allá, a una distancia de dos millas, al anochecer, está una cosechadora enorme fertilizando el suelo […]. Tiene 16 faros klieg, y es cuatro veces más grande que la cabaña. Entonces, un spinner (coche volador) llega por el aire y levanta el polvo. Mientras ladra un perro, por supuesto, un tío sale del vehículo: allí está Rick Deckard. Entra en la cabaña, abre la puerta, se sienta, huele el estofado y espera a que llegue un tío. El tío le ha visto llegar, así que aparca la cosechadora (que le saca tres pisos de altura a la casa) y baja por una escalera. Es un tío grande. Entra por la ventana y se pone al lado de Harrison. La casa cruje: ese tío debe pesar 158 kilos por lo menos”. Luego Scott, que lo leyó en Los Ángeles, dijo algo así como que “hasta aquí puedo leer”.

Detrás de la cámara, estará Denis Villeneuve, su mayor reto como profesional, mientras que Roger Deakins será el director de fotografía. El guión una joint venture entre Hampton Fancher y Michael Green, con asesoramiento de Scott, que por ahora está enfrascado en las precuelas de la saga Alien. Con ellos detrás de las cámaras y dos actores delante, por un lado Harrison Ford, que volverá a ser Deckard, y por el otro Ryan Gosling, que ya lo filtró hace poco. ‘Blade Runner’ tendrá secuela con más de 30 años después de convertirse en un icono de la ciencia-ficción y en una revolución audiovisual que abrió la puerta a una nueva era. Es difícil entender que se hayan lanzado a hacer una secuela de una película intocable ligada a una época concreta, a un estilo concreto y a un texto literario concreto, ‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’, de Philip K. Dick. Pero darle continuidad a ‘Blade Runner’ ya es una bola de nieve que da para hablar mucho a pesar de que no se la espera antes de 2017. El rodaje empezaría el verano que viene.

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Se espera que mantenga el tipo oscuro y ciberpunk de la original, que lo nuevo no sepulte y no tenga continuación ni referencias a lo anterior (así es como han fracasado muchas secuelas), que se solvente de una vez si Deckard es un replicante o no como se insinuó en los montajes del director a posteriori (los replicantes se programaban para vivir cuatro años, y Deckard aquí será ya mayor). Se espera incluso que Vangelis y su música tengan algún papel y que Ford no ejerza de héroe (que son ya 70 y pico años, por favor). En 2011 la compañía Alcon Entertaiment compró los derechos cinematográficos y televisivos para crear una secuela de ‘Blade Runner’. Casi se habían cumplido los 30 años de la película y fue una sorpresa. Era uno de los pocos proyectos que estaban (afortunadamente) sin tocar en esta fiebre de Hollywood por pensar menos y facturar más. Todo eso después de que Ridley Scott y sus cuentas pendientes consigo mismo y con el mundo forzaran hasta cinco versiones diferentes de la película. No hay que olvidar que fueron los productores los que hicieron el montaje final contra los deseos de Scott.

Pero para la secuela Scott no se pondrá detrás de las cámaras. Será el productor ejecutivo (un intento quizás de que no vuelvan a jugársela, si bien en aquella ocasión los productores hicieron un trabajo encomiable: crearon un mito cinematográfico). Entre tanto, Scott no estará mano sobre mano, tiene ya en marcha la segunda parte de ‘Prometheus’ y esta metido en varios filmes más como productor (como ‘The Martian’, basado en la novela de Andy Weir). La idea es que se pueda rodar la película en el verano de 2016 para estrenarla en 2017, justo el año en el que se supone que son fabricados muchos de los replicantes que aparecen en la original ‘Blade Runner’. La idea de Scott es desarrollarlo en tres actos, y que Harrison Ford, es decir, Rick Deckard, aparezca en la historia. El peso recaería en un nuevo personaje interpretado por Ryan Gosling, que está en negociaciones directas para poder participar en el filme. Ridley Scott ya avisó a finales de 2014 que en su plan “Harrison es una parte muy importante de esta historia. Pero en realidad se trata de encontrarlo. Él [Ford] entra en el tercer acto”. No hay que olvidar que la película original termina con Deckard huyendo de lo que queda de San Francisco en ese futuro distópico. Por cierto, olvídense de volver a Sean Young como Rachel; la actriz (ya casi fuera de la industria) quedó descartada desde un principio, y eso que fue una de las claves del éxito del filme original.

Sólo hay dos puntos que son clave: el primero, que la historia se desarrollará varias décadas después de la marcha de Deckard (Ford ya es un septuagenario, y por mucho talento que tenga para pilotar avionetas a punto de estrellarse es un hombre ya demasiado mayor). El segundo punto es que Gosling tendrá que soportar el peso junto a Deckard, tal y como se insinúa por lo que ha contado Scott. En uno de los textos que circulan se insinúa que se desvela cómo aparecieron los replicantes, lo que hay detrás de todo el proceso de los cazarrecompensas que les persiguen (como lo fue Deckard). Una forma de resolver muchos de los flecos que quedaron por el camino.

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‘Blade Runner’, la película-icono

‘Blade Runner’ es una película de culto. Fue un chispazo en plenos años 80. Mientras el resto del cine se sumergía entre la muerte del cine de autor de Hollywood y el auge de las producciones de refresco y palomitas, Scott y los productores se marcaron un punto de fuga audiovisual cuya onda expansiva todavía se siente hoy. Por ejemplo, la película fue la culminación del ciberpunk, cambió la ciencia-ficción al mezclarla con elementos del género negro y el thriller, revolucionó la estética de los 80 hasta el punto de no saberse quién influyó en quien. También fue la eclosión de la música new age a través de Vangelis, y desde luego el punto de partida de la prolífica relación de la obra de Philip K. Dick con el cine: desde entonces se han adaptado más de 30 relatos suyos al cine de alguna manera, algunos con resultados tan reseñables como ‘Desafío Total’ o ‘Minority Report’.

La mezcla de distopía, lluvia, oscuridad, thriller, ese aire a los años 40 mezclado con el revolucionario mundo del retrofuturismo y el ciberpunk (imposible olvidar el personaje de Daryl Hannah), la filosofía existencialista del personaje de Rutger Hauer (“y todos esos recuerdos son lágrimas en la lluvia”) o la eterna duda de quién es replicante y quién no son la marca de fábrica de un icono cultural. Un cazarrecompensas en busca de replicantes: se caía de sencillez, pero pasando por el tamiz de Philip K. Dick y el demoledor talento visual de Ridley Scott se transformó en un éxito nominado a los Oscar que junto a Star Wars cambió para siempre la ciencia-ficción en el cine. Existen pocos ejemplos de cómo un filme pasa a ser película de culto, ese concepto tan difuso hoy en día pero que entonces era nuevo. Y por supuesto el gran follón: el montaje de la película. Los productores le arrebataron la versión final a Scott, que montó en cólera y desde entonces, una vez se hizo con los derechos del filme, se ha dedicado a hacer una versión nueva tras otra, perturbando el recuerdo inicial (que siempre es el mejor) y volviendo locos a los fans. Al final todos volvemos a la versión inicial. Tiene algo. Y ese algo será difícil verlo en la secuela. Nos tememos.

Philip K. Dick, la fuente eterna de sci-fi

Es particularmente difícil hablar de alguien como Philip K. Dick (PKD), condensarle en tres párrafos. Toda su vida estuvo influenciada por sus visiones, sus alucinaciones que todavía hoy generan muchas preguntas sobre su capacidad extrasensorial, y también por las obras de Jung, determinantes en su vida y su obra, igual que el gnosticismo, variante de la religiosidad cristiana que planea continuamente sobre cada párrafo. Después de dar muchos tumbos académicos y literarios, PKD tomó en 1951 la decisión de dedicarse al oficio de escritor a tiempo completo. Su primer éxito fue la novela ‘Lotería solar’ (1954), iniciando así una muy prolífica carrera como escritor de ciencia-ficción. A partir de ahí, 36 novelas, 121 relatos cortos, muchos sólo publicados en revistas. La sistemática adaptación al cine de varias de sus novelas le dio a conocer al gran público.

De estar vivo hoy viviría como una gran estrella simplemente firmando los contratos de venta de derechos de adaptación. Pero PKD murió en 1982 sin ver ‘Blade Runner’.Dos ejemplos de su forma pionera de romper el género de la ciencia-ficción en mil trozos: de su cabeza salieron la temprana ‘El hombre en el castillo’ (que va a ser adaptada al cine en breve), novela que originó en sentido estricto el género llamado “ucronía”. Hay una frase que resume a la perfección quién era Dick: “Reality is whatever refuses to go away when I stop believing in it”, es decir, “la realidad es aquello que no quiere irse cuando yo dejo de creer en ella”. Fue el escritor de la psique, el primero en trabajar en una línea diferente al resto, basándose en gran medida en su desconfianza hacia la realidad empírica. Sus obras están plagadas de realidades falsas, de universos paralelos en los que un hombre machacado y empujado a un heroísmo que no desea escapa hacia otro plano de la conciencia.

Hay una constante erosión de la realidad en su obra, una generación de escenarios posmodernos donde el positivismo no existe y se convierte en una claustrofobia lacerante, con personajes decadentes aplastados por la tecnología y por poderes ocultos (Gobierno, por ejemplo) que alteran la realidad. Los protagonistas a veces descubren que ellos mismos son falsos, que son robots (‘Blade Runner’), alienígenas, seres sobrenaturales por sus talentos o directamente víctimas de lavados de cerebro (‘Desafío total’). La obra dickiana refleja la obsesión del autor acerca de la frágil naturaleza que él consideraba que marca la percepción humana: de ahí nace el surrealismo de sus historias, donde el protagonista descubre que todo lo que le rodea es una gran mentira (‘Ubik’, una de sus historias más recordadas, donde una droga deja en estado de felicidad perpetua a los consumidores para no ser revoltosos con el poder). De acuerdo con Charles Platt, autor que conoce bien a PDK, “no hay héroes en los libros de Dick, pero hay actos heroicos”.

Sean Young 'Blade Runner'

Sean Young (arriba) y Ford en ‘Blade Runner’