‘Mary Poppins’, la película de acción real más famosa del Estudio, cumplirá cincuenta años en 2014. El estreno de ‘Saving Mr. Banks’ recuerda la tensa relación entre el soñador padre de Mickey Mouse y la inflexible madre de la ‘nanny’ londinense más famosa del cine.

 

FOTOS: Disney Pictures

Walt Disney acababa de presentar con éxito, en la noche del 27 de agosto de 1964, su película de acción real más famosa: ‘Mary Poppins’. La compañía había preparado todo un espectáculo con una cabalgata previa con la participación de emblemas del Estudio, como los Siete Enanitos, el Lobo Feroz, Mickey Mouse y Goofy, y de personajes de la película, como los pingüinos bailarines, los deshollinadores amigos de Bert y la Pearly Band, acompañamiento musical en el clásico tema ‘Supercalifragilisticoespialidoso’. Otro sueño cumplido.

Dos décadas antes, Walt Disney había encontrado en la mesilla de noche de su hija mayor, Diane, un peculiar libro sobre una ‘nanny’ inglesa que volaba con su paraguas. Y, de inmediato, detectó el potencial de la historia, creada por Pamela Lyndon Travers, una novelista australiana afincada en Londres y con una indómita personalidad. ‘Mary Poppins’ fue un sueño de realización compleja. P.L. Travers, su nombre artístico, se opuso a la venta de los derechos del primero de los ocho libros que escribió sobre la niñera londinense. Cedió en el año 1961, acosada por los problemas económicos, a cambio de 100.000 libras y un 5% de los ingresos brutos del filme.

Todo salió a la perfección. Bueno, casi todo. Walt Disney disfrutaba con el sonido de las risas y los rostros de felicidad del público tras concluir la primera proyección de ‘Mary Poppins’. Pero una mujer australiana de 65 años y gesto adusto no paraba, en cambio, de llorar en el patio de butacas del histórico Teatro Chino de Hollywood-Los Ángeles. No era una espectadora más. P.L. Travers, que no había sido invitada al estreno, lloraba de rabia. No reconocía a su Mary Poppins, una historia con un intenso significado personal que no había revelado, en la adaptación de Disney. Aquella misma noche mostró su decepción. Travers se acercó a Disney para valorar la película. “Julie Andrews está muy bien, pero la actuación de Dick Van Dyke es completamente errónea y no me gusta nada la mezcla de dibujos animados y acción real. ¿Cuándo empezamos a cortar”.

Disney ya había agotado su paciencia en la fase de producción y se negó a sus peticiones. “El contrato estipula que la película, al estar terminada, es propiedad mía. No vamos a cambiar nada. El barco ha zarpado”. ‘Mary Poppins’ se convirtió en el filme más taquillero de 1964 y ganó cinco Oscar, incluido el de mejor actriz para Julie Andrews. Pero Travers siempre renegó de ella e impidió una segunda adaptación de Disney. ‘Saving Mr. Banks’ (‘Al encuentro de Mr. Banks’) (John Lee Hancock), que se estrena este 31 de enero en España, narra la tensa relación entre Walt Disney y P.L. Travers.

Walter Elias Disney (Chicago, 1901 – Burbank, 1966) “era un showman, nacido actor y visionario, de familia irlandesa y carácter espontáneo”, define su biógrafo oficial, Bob Thomas, en ‘Art of animation’ (1958). Construyó, con su hermano Roy, la mayor fábrica de sueños del cine: Disney. “Walt era nuestra figura del padre. Lo respetábamos y lo temíamos. Dirigió el Estudio con un tipo de dictadura benévola y paternal. Podía ser duro o egocéntrico, pero todos reconocíamos que era un genio cuyo duro comportamiento nos estimulaba y extraía lo mejor de nosotros”, resume Ward Kimball en ‘The real Walt Disney’ (1987), de Leonard Mosley. Kimball fue uno de los ‘Nueve Viejos’, apodo de Disney a sus mejores animadores incorporados entre 1931 y 1934.

Tom Hanks (Walt Disney) y Emma Thompson (Pamela L. Travers) en el filme

Pamela Lyndon Travers (Maryborough, 1889 – Londres, 1996), bautizada con el nombre de Helen Lyndon Goff, tenía una personalidad no menos fuerte y compleja. Australiana de nacimiento, era hija de un padre alcohólico, que falleció cuando tenía siete años, y una madre emocionalmente frágil y de escasos recursos económicos. Ya en Europa, Travers estuvo vinculada en Irlanda con el grupo del poeta simbolista William Butler Yeats y probó también como actriz. De su vida sentimental poco se conoce salvo una inexplicada relación con una mujer: Madge Burnand. Más oscuro resultó su rol como madre. Gracias a un amigo, adoptó a un niño irlandés, Camillus, de seis meses. Pero, pese al ruego de sus abuelos, rechazó sin compasión al hermano gemelo de Camillus.

Las negociaciones entre Disney y Travers se iniciaron en 1944. La novelista había escapado del asedio nazi a Londres y vivía con su hijo en Nueva York. Acababa de publicar el tercer libro sobre la ‘nanny’: ‘Mary Poppins abre la puerta’. Walt Disney envió a su hermano Roy para convencer a P.L. Travers. Comenzaban unos interminables contactos. Roy Disney regresó al Estudio de vacío. “Me dijo que no podía concebir Mary Poppins como un personaje de caricatura animada. Traté de decirle que ese era un asunto que se estudiaría más adelante, que quizás sería mejor que Mary Poppins se produjera en combinación de acción real con caricatura, usando la animación para lograr la fantasía y la ilusión del personaje. Le dije que estábamos bien cualificados y equipados para producir en cualquiera de los dos medios y que, de hecho, habíamos producido tal tipo de películas”, explica Roy Disney en la biografía oficial de su hermano.

Disney no se rindió y volvió a la carga. El Estudio, desde que adaptara en 1950 ‘La isla del tesoro’, el clásico de aventuras de Robert Louis Stevenson, se había introducido en el cine de acción real. Tras la Segunda Guerra Mundial, Disney instaló un centro de operaciones en Londres para rodar películas con personajes de carne y hueso. La compañía tenía millones de dólares, procedentes de los beneficios de sus filmes de animación, inmovilizados en Inglaterra, que prohibió en la posguerra sacar dinero del país. Disney aprovechó a principios de la década de los cincuenta uno de sus frecuentes viajes a Londres para hablar con la directora de ‘Mary Poppins’, que había regresado a Inglaterra. Y, por primera vez, acercaron posturas, aunque no obtuvo aún los derechos de la novela.

P.L. Travers entregó, por fin, a su ‘nanny’ a Walt Disney en 1961. “No se fiaba de Disney, no confiaba en él en absoluto. Al final, sucumbió a su encanto pero, sobre todo, porque necesitaba el dinero”, matiza la periodista australiana Valerie Lawson, autora de ‘Mary Poppins, she wrote: The life of P. L. Travers’ (2005). Aceptó la oferta con la condición de supervisar el proyecto. Disney, al principio, la dejó hacer. Travers visitó el Estudio de Burbank en dos ocasiones en 1961 y mostró ya sus primeras discrepancias con los ‘storyboards’ del proyecto. Era como ver dos fuerzas de la naturaleza rugiendo a lo largo de una vía de ferrocarril y avanzando hacia la inevitable colisión frontal”, resume el escritor británico Brian Sibley, amigo de Travers.

Pero Walt Disney había asumido el control directo de ‘Mary Poppins’ y las ideas de Travers caían, una tras otra, en el olvido. Disney solo atendió a una propuesta: un cambio de época en la trama, del Londres de 1930 a la más romántica era Eduardiana (1901-1910). Pero, sobre todo, eran las constantes objeciones de la novelista australiana las que no prosperaban y deterioraban la relación con Walt Disney. Cada detalle, por mínimo que fuera, abría una agria discusión. Disney, cansado de su actitud, la pidió que dejara de interrumpir en las reuniones. Travers, ofendida, se marchó del Estudio. Había perdido, por completo, el control de la historia.

 

Disney decidía todo. Contrató a Robert Stevenson, realizador de una decena de filmes de la compañía, como director. Eligió a Don Da Gradi como guionista y a los hermanos Robert y Richard Sherman para componer la banda sonora. Cerró el reparto con Julie Andrews (Mary Poppins), Dick Van Dyke (Bert y el banquero Mr. Dawes), David Tomlinson (Mr. Banks), Glynis Johns (Mrs. Banks) y los niños Karen Dotrice (Jane Banks) y Matthew Garber (Michael Banks). Pero, sobre todo, cambió el fondo de ‘Mary Poppins’. Disney dejó su inconfundible sello familiar en un relato con un trasfondo bastante menos amable.

‘Mary Poppins’ era una historia muy personal. Mr. Banks era una imagen idealizada del padre de P.L. Travers, nada que ver con el quisquilloso personaje de Disney, y la niñera recogía una experiencia casi propia. La leyenda blanca sostiene que Travers se inspiró en una excéntrica dama de su infancia en Maryborough que caminaba por la calle con un vestuario anticuado y un paraguas con la cabeza de un pájaro atada en el mango. En su adolescencia, con trece años, aparece, sin embargo, un episodio más turbio que afloraría, años después, a la ‘nanny’ londinense. La madre de la novelista intentó suicidarse arrojándose a un río. Travers tuvo que consolar a sus dos hermanas pequeñas, a su madre y a sí misma. Se convirtió en una ‘nanny’ con múltiples claroscuros que reflejó en los libros de Mary Poppins. Disney, no obstante, los ocultó.

Travers con su hijo Camillus

Travers con su hijo Camillus 

P.L. Travers se desquitó con una adaptación teatral, más fiel a la novela original pero con la presencia de las canciones de los hermanos Sherman, producida por Cameron Mackintosh y escrita por Julian Fellowes, ganador del Oscar al Mejor Guion original por ‘Gosford Park’ (Robert Altman) (2001). El proyecto comenzó a andar en 1993 cuando Mackintosh se reunió con la novelista. El estreno se produjo el 15 de septiembre de 2004 en el Bristol Hippodrome. Lleva desde entonces cerca de una década en gira por todo el mundo.

Pero Travers había fallecido ocho años antes. No cumplió su sueño de ver una versión de ‘Mary Poppins’ tal cual la había concebido. En su recuerdo quedó grabada aquella noche del 27 de agosto de 1964 en las butacas del Teatro Chino de Hollywood. Mientras todo el mundo disfrutaba con la amable versión de Walt Disney, una mujer australiana lloraba. Nunca perdonó a Disney aunque la película se convirtiera en un gran clásico del cine familiar.

 

Tom Hanks: “No se puede imitar a Walt Disney”

“No me parezco ni en sueños a Walt Disney. Aparte de dejarme bigote y hacerme la raya en medio, lo más importante era captar ese brillo que tenían sus ojos y que denotaba una enorme perspicacia. No se puede imitar a Walt Disney”, ha subrayado, con modestia, Tom Hanks, protagonista de ‘Saving Mr. Banks’ (‘Al encuentro de Mr. Banks’) (John Lee Hancock), producida por Walt Disney Pictures, Columbia Pictures y BBC Films.

La película, que se estrenó el pasado 13 de diciembre en Estados Unidos y llegará a España el próximo 31 de enero, se centra en las tensas negociaciones entre Disney y la autora de ‘Mary Poppins’, P.L. Travers, para adaptar su primer libro. Los mejores momentos de ‘Saving Mr. Banks’ surgen con el espléndido trabajo de la británica Emma Thompson en el complejo papel de la novelista australiana: “Era un caso digno de estudio que exigía muchos matices diferentes. Era tremendamente compleja. Es una de las personas más complicadas que me he encontrado en mi vida”. Thompson está nominada en los Globos de Oro en la categoría de mejor actriz de drama.

‘Saving Mr. Banks’, incluida en el top ten de mejores películas del año del American Film Institute, cuenta con un guion de Kelly Marcel (‘Terranova’ y ‘50 sombras de Grey’) y con un reparto que completan Colin Farrell y Ruth Wilson, como los padres de la novelista, imprescindibles figuras para comprender su amargada personalidad; Rachel Griffiths, su acaudalada tía Ellie; Annie-Rose Buckley, Travers a sus once años; Paul Giamatti, el chófer de Travers; Bradley Whitford, Don Da Gradi, guionista de ‘Mary Poppins’; y B.J. Novak y Jason Schwartzman, los hermanos Robert y Richard Sherman, compositores de ‘Mary Poppins’.

El verdadero Richard Sherman se presentó en el rodaje de ‘Saving Mr. Banks’. Su (negativo) recuerdo sobre ‘Mary Poppins’ aún estaba fresco: “Una vez le pregunté cómo era la auténtica P.L. Travers. Me respondió: ¡Oh, Tom. No tengo nada bueno que decir de ella!”, ha citado Hanks en la promoción del filme. El público español emitirá ahora en los cines su soberano juicio sobre la madre de la ‘nanny’ londinense.

 

Julie Andrews, de ‘My Fair Lady’ a ‘Mary Poppins’

¿Quién sería Mary Poppins? P.L. Travers describió a la niñera de los Banks como una mujer madura. Dos nombres vinieron a la mente de Walt Disney: una estrella del Hollywood más clásico (Bette Davis) y una actriz de sólida trayectoria teatral (Mary Martin). Fue la secretaria de Disney, Tommie Wilck, quien le descubrió a la definitiva Mary Poppins: Julie Andrews (Surrey-Inglaterra, 1935), que había representado con éxito ‘My Fair Lady’ y se encontraba entonces en Broadway con el montaje de ‘Camelot’.

Disney quedó prendado de su belleza y, sobre todo, de su voz mientras cantaba ‘What do the simple folk do?’. Y, sin dudarlo, le ofreció el papel. “Yo no era nadie ya que solo era conocida en Broadway. Pero él me trató como si fuera la estrella más importante del mundo”. Disney, famoso por su perseverancia, invitó a la actriz y a su esposo, el diseñador de vestuario Tony Watson, al Estudio. Y, finalmente, tras ser madre de su primer hijo, aceptó convertirse en Mary Poppins con una única condición: una cláusula en el contrato que permitía a Julie Andrews protagonizar la adaptación cinematográfica de ‘My Fair Lady’. Warner Bros. eligió, en cambio, a Audrey Hepburn.

No es que le fuera, precisamente, mal a Julie Andrews como Mary Poppins, su película más recordada junto con ‘Sonrisas y lágrimas’ (Robert Wise) (1965) y ¿Victor o Victoria? (Blake Edwards) (1982). Andrews quedó ligada de por vida a la ‘nanny’ creada por P.L. Travers, al igual que el cómico estadounidense Dick Van Dyke con el papel de Bert, el deshollinador, vendedor de cometas, músico y pintor callejero amigo de la niñera. Fue otra batalla perdida por la autora de ‘Mary Poppins’, que prefería contar únicamente con actores británicos. Pero Disney se decantó por un cómico que triunfaba en la televisión de Estados Unidos con ‘The Dick Van Dyke Show’ y potenció su papel. Bert solo aparecía en uno de los doce capítulos del primer libro sobre la niñera. En ‘Mary Poppins’, su convirtió en coprotagonista.

Al dulcificado ritmo de ‘Chim chim cher-ee’

Mary Poppins no era tan simpática en los libros como en la versión de Disney. Y, ni mucho menos, cantaba a todas horas. “En los libros, no bailaba ni llevaba vestidos bonitos sino monótonos trajes de falda larga con un aburrido sombrero. La belleza estaba en su alma, no en su apariencia. Ciertamente, no era nada parecida a Julie Andrews”, describe Valerie Lawson, autora de ‘Mary Poppins, she wrote: The life of P. L. Travers’ (2005). Sin embargo, gran parte del éxito de la adaptación de Disney fue, precisamente, la música. Los hermanos Robert y Richard Sherman compusieron 37 temas que, en la película, se redujeron a 14 alegres melodías.

‘Supercalifragilisticoespialidoso’ amplió nuestro vocabulario cuando no sabemos qué decir y ‘Chim chim cher-ee’ se alzó con el Oscar a la mejor canción gracias a su pegadizo ritmo y a la acrobática coreografía de los deshollinadores londinenses. Peter Ellenshaw, especialista de efectos visuales, fue el culpable. Ellenshaw rememoró a los hermanos Sherman que, cuando era universitario, acostumbraba a ir con los amigos de taberna en taberna tras pasar un día en la playa. La fiesta culminaba con todos cogidos de los brazos mientras levantaban las piernas al son de una canción tradicional para ver quién llegaba más alto. La anécdota entusiasmó a Walt Disney e inspiró la coreografía de ‘Chim chim cher-ee’.