Cuatro exposiciones que convergen desde ya y que marcarán el otoño en las cuatro grandes pinacotecas y museos de arte con los que cuenta España, como El Prado, el Thyssen-Bornemisza, el Reina Sofía y el espectacular Guggenheim de Bilbao.

FOTOS: Museo del Prado / Museo Guggenheim / Museo Reina Sofía / Museo Thyssen-Bornemisza

Cada una abraza una época, un autor o un estilo determinado, un viaje tan ecléctico como divulgativo, con los museos más volcados que nunca en hacer pedagogía a toda costa para justificarse,  y porque un museo que sólo atesore está muerto de antemano. Por eso el abanico va desde el particular impresionismo norteamericano a uno de los grandes del arte clásico como Bernini pasando por el eterno Goya y sus muchas caras (pocos pintores han reunido en una sola vida giros y golpes de timón tan duros y beneficiosos para el arte) o la selectiva muestra de los grandes hitos contemporáneos del Guggenheim. Cuatro opciones muy diferentes que abrazan varias artes y que pueden ser excusas perfectas para dejarse caer por Madrid y Bilbao y atesorar algo más de conocimiento, que no ocupa lugar y nunca está de más.

‘El arte de nuestro tiempo. Obras maestras de las Colecciones Guggenheim’ (23 de septiembre – 3 de mayo 2015, Museo Guggenheim)

El Museo Guggenheim de Bilbao empieza a hacer recopilación de su historia como museo, desde aquel 1997 que marcaría la ciudad y la oferta cultural española desde entonces. La ligazón del museo con la Solomon R. Guggenheim Foundation es evidente: es la casa madre de la franquicia museística, y para celebrar el fin de la primera etapa de relación con ella se presentará una gran exposición que emana de la Colección Permanente, una “selectiva temporal” que mostrará en todo el espacio posible las obras maestras de todos los museos de la Red Guggenheim. Es decir, que todo el talento de una de las instituciones museísticas más importantes del mundo (incluyendo el mítico museo neoyorquino) convergerá en Bilbao. Todo el siglo XX desfilará delante de los visitantes, con espacios monográficos a los autores españoles Eduardo Chillida y Jorge Oteiza, que han ayudado a modelar los fondos propios del Guggenheim y han marcado una época en el arte contemporáneo español.

En realidad la muestra trazará paralelismos con la que se hizo para inaugurar el museo en el 97, una forma de cerrar un ciclo mirando al pasado y contando con los fondos de otros museos. Una celebración de lo que intenta transmitir la Red Guggenheim. El arco de la exposición abarca desde finales del siglo XIX hasta las postrimerías de la centuria que revolucionó el arte con la cascada de “ismos” que abandonarían para siempre el academicismo formal de siglos anteriores. En la nómina instalaciones enteras del museo principal e Nueva York y guiños a la particular vía de la Colección Permanente de la sede bilbaína (arte español principalmente) que le ha dado vida propia.

Bernini y España (21 de octubre – 8 de febrero 2015, Museo del Prado)

La huella de Gian Lorenzo Bernini en el arte es como una gran columna vertebral que resumió lo mejor de la larga revolución estética nacida en el siglo XV con el Renacimiento y que eclosionó en él y su particular visión del Barroco. Hubo un antes y un después de su larga carrera (82 años para el siglo XVII era una vida muy larga), porque a partir de su muerte la escultura siguió muchos de sus caminos de expresividad hasta que el siglo XIX lo cambió todo otra vez. Y parte de su carrera estuvo ligada a España. Ese contacto es la excusa perfecta para la primera muestra que se organiza en nuestro país al gran autor barroco, comisariada por Delfín Rodríguez para el Museo del Prado y que intentará mostrar esa espina dorsal estética que dominaría el siglo XVII y que dejó un legado de realismo, tensión y expresión en la escultura que hasta entonces no había tenido salvo en contadas excepciones (léase Miguel Ángel).

Nacido napolitano en 1598 y fallecido romano en 1680, Bernini fue quizás el último de los todoterrenos artísticos italiano, capaz de ser igual de magistral en escultura como en pintura y arquitectura. Artista de éxito, acunado y adorado por los grandes mecenas italianos, polifacético e incansable, se convirtió en el capo (nunca mejor dicho) del arte desde su cátedra invisible de Roma, capaz de modelar desde San Pedro de Roma. Precisamente su éxito en escultura y arquitectura ha tapado su especial talento para la pintura y el retrato en concreto, donde quizás no trasluce el estilo mayestático y de epifanías estéticas que sí mostro en la escultura y la arquitectura. Lo que define a Bernini es la capacidad dramática, la expresividad máxima a partir de la tensión y la psicología que expresan sus obras. Un poeta de la piedra profundamente católico que supo acoplarse a las necesidades del Papado en plena Contrarreforma y que creó el gran “abrazo de piedra” que es la plaza de San Pedro, sus esculturas y su majestuosidad arquitectónica.

‘Dibujos españoles en la Hamburger Kunsthalle: Cano, Murillo y Goya’ (30 de octubre – 8 de febrero 2015, Museo del Prado)

No salimos del Museo del Prado. Para el final de octubre vuelve uno de los eternos retornos de la pinacoteca principal de España, Goya, del que atesora un gran legado en forma de cuadros, dibujos para tapices e incluso tapices. Pero hay otros que tienen en su poder parte de su legado. Concretamente sus dibujos. Es el caso de colección de la Kunsthalle de Hamburgo, que desde hace años posee una de las mejores colecciones de dibujo español que existen en el mundo. En la nómina aparece Goya, pero también Murillo, Valdés Leal, Castillo, Cano… y Goya, siempre Goya. En total cerca de doscientas obras que abarcan desde el despertar del arte español de autor en el siglo XVI hasta el XIX con el aragonés universal.

La colección, en su peregrinar por medio mundo, aterrizará en España de nuevo después de su particular historia, cuando fue vendida por lotes en 1891 a los opulentos alemanes que ansiaban arte para enriquecer sus museos. Ya entonces España y Alemania repetían el esquema actual: país relativamente empobrecido con potencia industrial que llenaba los bolsillos de dinero por arte. En aquellos lotes no sólo se colaron trazos goyescos, sino algo mucho más contundente: esbozos de retratos salidos de la mano maestra de Velázquez. La colección vuelve a casa pues para darle mayor peso a una técnica y un formato artístico que durante mucho tiempo sólo fue considerada preparatoria de la pintura, algo no reseñable, hasta que la eclosión del dibujo en el siglo XX como arte independiente (gracias al diseño y, en menor medida, al cómic) ha rescatado parte de su valor. Una ocasión única de poder ver reunido algo que será difícil volver a tener en España en los próximos años.

The kimono - William Merritt Chase

Impresionismo americano (4 de noviembre – 1 de febrero de 2015, Museo Thyssen-Bornemisza)

Cambiamos de acera de la Milla del Arte madrileño y pasamos al Thyssen-Bornemisza, que gira de nuevo sobre el gran cambio de finales del siglo XIX que aceleró la revolución artística de ese cambio de siglo. Antes y después del 1900 todo cambió, también en EEUU, cuyo arte nacional hasta entonces se había basado en la herencia neoclásica que acunó a la propia Revolución Americana. El arte “de las antiguas colonias”, como las llamaban despectivamente los británicos, apenas había tenido peso o interés más allá de la literatura y la filosofía política (áreas donde dieron muestras de talento desde el principio, basta recordar a Thomas Jefferson, Ben Franklin, Madison, Washington Irving o Edgar Allan Poe, por citar ejemplos primerizos). Pero el gran giro llegaría en 1886, cuando el marchante Paul Durand-Ruel dio un giro con una gran exposición de los nuevos autores impresionistas locales que habían aprendido de los maestros franceses. La mayor parte habían pisado ya París para conocer de cerca el movimiento que le rompía los esquemas a Europa con la combinación de color, trazo rápido y efectos.

Será la primera vez que pueda verse en España reunidas casi 60 obras de estos autores que vertebran un movimiento que puso a EEUU dentro del mapa y unió su potencial económico con el artístico. La muestra rastrea el modo en que los artistas norteamericanos descubrieron el impresionismo entre las décadas de 1880 y 1890, así como el camino propio que tomaron a partir de 1900, cuando el impresionismo europeo ya estaba superado y se cocinaban las vanguardias más impactantes. EEUU llegó tarde al gran cambio, pero luego lo absorbería con fuerza desmedida en la primera mitad del siglo XX. En la nómina de este movimiento van desde pioneros como Theodore Robinson a Childe Hassam, pero la lista es larga, como artistas como Mary Cassatt, William Merritt Chase, Joseph DeCamp, Thomas Dewing, Lilla Cabot Perry o Robert Vonnoh. La exposición ha sido organizada por el Musée des impressionnismes Giverny y la Terra Foundation for American Art, en colaboración con las National Galleries of Scotland y el Museo Thyssen-Bornemisza.

París a través de la ventana - Chagall

París a través de la ventana – Chagall (en la exposición del Guggenheim)