Galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras de este año, aprovechamos esta distinción para abordar a un miembro destacado de esa etiqueta llamada “realismo sucio” y que tan bien ha descrito su país, la clase media, la familia y la lucha de los pequeños individuos en la vida. Tragicomedia pura. Un escritor del que teníamos pendiente una buena explicación de lo que es y supone.  

IMÁGENES: Editorial Anagrama / Wikimedia

Imaginen un chico disléxico, macarra, iletrado y que amaba tanto meterse en peleas como robar coches. Un tipo nacido en el estado de Mississippi en plena Segunda Guerra Mundial que empezó a leer tarde y a escribir también tarde, un tipo realista apegado al suelo que presume, en cuanto tiene oportunidad, de haber sido periodista deportivo, amante del boxeo y de los deportes, con un carácter viril al estilo de un Clint Eastwood literario que puede presumir de tener el Pulitzer en su repisa. Y totalmente feliz de no haber tenido hijos. Su descendencia son sus libros, decenas de ellos entre novelas, relatos, cuentos y que ha ejercido tanto de literato como de editor. Uno de esos escritores que acumula vivencias personales dignas de sus novelas, de un antiguo realismo sucio apegado a la calle y a las vidas de la clase media norteamericana que tan bien ha sabido retratar. Y entre los últimos premios recibidos, el Princesa de Asturias de las Letras de este año, un reconocimiento no sólo a su carrera literario sino a un tipo de literatura que cada vez resulta más exótico por su normalidad. Compleja y ambiciosa normalidad.

Sus personajes suelen ser seres vulgares, con vidas convencionales insertados en atmósferas familiares y vitales densas llenas de dobleces, con una psicología engarzada en el escenario que les condena a conformarse. Como si fuera fácil ser normal, sea lo que sea eso. Hubo dos etapas en su carrera literaria: antes y después de Frank Bascombe, su personaje preferido y que más fama le ha dado. Antes narraba la tristeza vital, con una narrativa pesimista, fría y con personajes que parecían a punto de saltar de la cornisa a la calle desde una quinta planta. Un mundo sin esperanza, triste y agobiante en plena sociedad materialista que idolatra un “sueño americano” que sólo está reservado para unos pocos. Historias donde la paternidad y las relaciones padre-hijo siempre están presentes, a pesar de no querer a los niños ni en pintura. Quizás esa distancia le haya permitido jugar con el concepto para lograr hacerlo más inquietante y atractivo para el lector, lejos de la carga emocional que lastra a todo aquel que tenga vástagos. A veces no ser padre le ha permitido ejercer de observador imparcial más que si tuviera decenas de hijos.

Pero con Bascombe creó un personaje normal, feliz (todo lo feliz que puede ser un ciudadano que no es pobre pero tampoco rico) y que obviamente no va a dejar de ser lo que es: uno más, trabajador, padre. A fin de cuentas la familia es uno de los pilares de su obra, en todas sus facetas, como un ejemplo de modo de vida universal que puede ser tan aniquilador y castrante como liberador y soporte fundamental. En gran medida esa obsesión (igual que con la clase media) es producto de su biografía: huérfano de padre muy pronto, tuvo que vivir con sus abuelos mientras su joven madre tenía que ponerse a trabajar para sobrevivir. Esa sombra del hogar roto siempre sobrevuela como una tormenta sus textos, tanto como para dominar incluso a personajes como el propio Frank Bascombe, obsesionado por evitar que se rompa ese núcleo familiar y con sus hijos, que no se tuerzan y, quizás, tengan que pasar por el vacío emocional en el que vivió Ford de pequeño.

Ford siempre argumenta lo mismo respecto a esa forma de escribir y a la temática: obviamente un escritor es el fruto de su experiencia vital, de aquellas situaciones en las que siente una empatía por su propia biografía o por ser capaz de ponerse en ese lugar. Se alimenta tanto de un siniestro humor en medio de la tragedia como del propio drama. No todo van a ser dragones y naves espaciales entre páginas. En una entrevista en televisión, en España, asegura que escribir obliga al autor a meterse de lleno, le tiene que gustar porque aunque “no es un trabajo duro, pero puede ser tedioso. Pongo humor en las historias porque yo tengo sentido del humor. Me gusta eso. Y creo que hace las partes más graves y oscuras de la historia más agradables. Pero, a decir verdad, en el sentido más práctico quiero divertirme a mí mismo. Si de repente estoy escribiendo algo y me hace reír, soy más feliz. Y eso hace el proceso de estar en mi habitación durante muchas horas y días más placentero”.

Su otra gran obsesión es el modus vivendi de EEUU: pocos escritores han sabido captar con tanta perfección todo lo que América piensa de sí misma, sus esquinas en sombra, sus luces artificiales y todo el poso de individualismo, libertad, democracia y eterno fracaso y recuperación que ha marcado la historia del país. En sus obras EEUU se convierte en escenario y personaje pasivo, como si entráramos en una sucesión de películas cada vez más complejas y desgarradas con breves destellos de ironía, humor pero también de sordidez moral. Ford es uno de los responsables de que gran parte del mundo vea como una falsa promesa ese “sueño americano” que sus personajes nunca disfrutan; lo rozan con la punta de los dedos, casi lo programan, pero luego se estrellan. Ese fracaso es como el horizonte: corres a por él pero nunca lo alcanzas. Frank Bascombe, su gran personaje (la trilogía ‘El periodista deportivo’, 1986; ‘El día de la independencia’, 1996, y ‘Acción de gracias’, 2006), es el vehículo perfecto para entender esa quimera reservada para un puñado mientras el resto mira. Esa desafección es en realidad una de las claves de Ford como autor: el cariño hacia el individuo, compasión por su tragedia sencilla. Y la razón de todos los premios que atesora.

Biografía resumida de Richard Ford

Richard Ford (Jackson, EEUU, 16 de febrero de 1944) se licenció en Literatura en 1966 en la Universidad Estatal de Míchigan y comenzó Derecho en la Universidad de Washington en San Luis, estudios que abandonó para seguir un máster de Escritura Creativa en la Universidad de California en Irvine (1970). En 1971 una beca de la Universidad de Míchigan le permitió comenzar a escribir su primera novela, ‘A Piece of My Heart’ (Un trozo de mi corazón, 1976). Fue profesor en el Williams College de Massachusetts y en las universidades de Princeton, Harvard, Northwestern y Míchigan. En 1981 trabajó como periodista deportivo en Inside Sports, en Nueva York, hasta que el diario fue vendido, dedicándose desde entonces por completo a la literatura.

Ha publicado, además de la ya citada, las novelas ‘The Ultimate Good Luck’ (La última oportunidad, 1981); ‘Wildlife’ (Incendios, 1990), la trilogía protagonizada por Frank Bascombe, un escritor fracasado de New Jersey que trabaja primero como periodista deportivo y después como agente inmobiliario (‘El periodista deportivo’, 1986; ‘El día de la independencia’, 1996, y ‘Acción de gracias’, 2006), ‘Canadá’ (2012), recibida con gran entusiasmo por la crítica, que la calificó como “un diez absoluto”, y ‘Let Me Be Frank With You’, 2014 (Francamente, Frank, 2015), cuatro historias narradas por Bascombe. Es también autor de los libros de narraciones cortas y cuentos Rock Springs (1987), Women with Men (De mujeres con hombres, 1997) y ‘A Multitude of Sins’ (Pecados sin cuento, 2002). ‘Cuentos imprescindibles’ (1998), antología de Antón Chéjov, el ensayo’ Flores en las grietas. Autobiografía y literatura’ (2012) o la obra completa de Eudora Welty son algunas de sus publicaciones como antólogo y editor. Es autor asimismo del guión de la película ‘El despertar de un ángel’ (Bright Angel, 1990), dirigida por Michael Fields.

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Todos los títulos de Richard Ford en Anagrama:

Rock Springs (1990)

El periodista deportivo (1990)

Incendios (1991)

Un trozo de mi corazón (1992)

La última oportunidad (1993)

El Día de la Independencia (1996). Premios Pulitzer y PEN/Faulkner.

De mujeres con hombres (1999)

Pecados sin cuento (2003)

Acción de Gracias (2008)

Mi madre (2010)

Flores en las grietas (2012)

Canadá (2013). Premio Femina étranger.

Francamente, Frank (2015)

Richard Ford in August 2014