Científicos rusos atraviesan una capa de casi cuatro kilómetros de hielo para alcanzar el ecosistema más raro y recóndito imaginable, el lago Vostok, con un campo magnético propio, una presión inimaginable y agua con un millón de años de antigüedad. Segunda parte del reportaje.

Si hay algo realmente raro del lago Vostok, y que ha sido el alimento de todo tipo de teorías sobre el propio lago, es la variación magnética del mismo, detectada a partir de 2001 con la ayuda de expediciones de EEUU que sobrevolaban la zona con aviones especiales de detección. La variación es de 1000 nanoteslas, unidad de medida estándar. Algo así es muy raro, una variación que supera con creces casi todas las conocidas en el planeta, al que se le presupone que tiene una constancia gravitacional y magnética estable. Esa variación, además, se mantiene fija en casi toda la superficie del lago, superando los 100 km cuadrado de superficie.

Una de las teorías esbozadas es que la corteza terrestre es muy delgada a esa profundidad, con lo que podría ser que el magma estuviera mucho más cerca de la superficie y alterase el magnetismo. Algo tan raro ha dado pábulo a todo tipo de ideas: ¿un meteorito de hierro puro estrellado millones de años atrás?, ¿algún otro tipo de mineral capaz de alterar tanto las medidas? Un poco más allá: ¿una nave extraterrestre? Este detalle final ha sido alimento de los conspiracionistas de todo tipo, con teorías tan extravagantes que da risa mencionarlas: desde una base nazi superviviente de la Segunda Guerra Mundial hasta una estación de extraterrestres o un ovni enterrado.

 ¿Qué es el lago Vostok?

Su nombre significa oriente en ruso, y debe su bautismo al apelativo de la corbeta que usó el explorador ruso Fabian von Bellingshausen en pleno siglo XIX. En honor de aquel pionero se denominó a esta rareza geológica cuya existencia no se corroboró hasta 1996, a pesar de que desde los años 50 los rusos aseguraban que había agua por las variaciones magnéticas. Hubo que esperar a tener la tecnología de radar y satélite necesaria para ver más allá del hielo. Una de las mayores incógnitas es saber por qué el agua está líquida en el lugar más frío del planeta. Opciones: la presión del hielo o incluso la existencia de algún tipo de volcán submarino activo que calentaría el medio. El lago tiene 250 km de largo por 50 de ancho, partido en dos grandes simas por una cordillera submarina (y una isla interior, descubierta en 2005 por radiometría), con una profundidad máxima de 800 metros y mínima de 200 metros, lo que lo convierte en uno de los más profundos de la Tierra junto con el lago Baikal siberiano.

Cubre un área de 15.690 km² y tiene un volumen estimado de 5.400 km³ de agua dulce, algo muy importante por su potencial biológico; esa agua se mantiene a tres grados bajo cero de media. La razón es que la compresión bajo el hielo es tan alta (360 atmósfera, insoportable para cualquier forma de vida que no sea mínima). Literalmente el hielo comprime tanto el agua que impide su congelación. La existencia de agua líquida bajo la capa de hielo de varios kilómetros (3.870 metros exactamente) se ha confirmado y constituye el lago sin contaminar científicamente más prometedor de la Tierra. El agua que contiene es muy antigua, con un tiempo de residencia medio de 1 millón de años. Justo encima se construyó la base Vostok rusa, ex profeso para la investigación de la zona.

 

La gran obsesión rusa

Desde que en 1970 los climatólogos soviéticos empezaran a perforar la capa de hilo para sus investigaciones en aquel lugar, en el puro corazón muerto y helado de la Antártida (sin apenas rastro alguno de vida tan cerca del Polo Sur) el trabajo se convirtió en un reto. En aquellos años no sabían lo que había bajo el hielo; no sería hasta 1996 y en colaboración con científicos británicos, cuando se percataron de que había un lago subglaciar bajo sus pies. En 1998, cuando faltaban unos 130 metros hasta la superficie del lago, los trabajos de perforación se suspendieron a instancias de la comunidad internacional, por falta de una tecnología que pudiera minimizar la posible contaminación del agua.Era vital que la mano humana o el exterior no rompieran esa burbuja perfecta e inalterada desde hace millones y millones de años.

La oportunidad científica era tan grande que no se atrevieron a romper la cáscara final. El Instituto de Minería de San Petersburgo desarrolló una técnica especial para obtener muestras congeladas sin contaminar el agua del lago y los países signatarios del Tratado Antártico aceptaron en 2003 las propuestas de Rusia al respecto. Dos años más tarde, las obras de perforación a gran profundidad se reanudaron. Hasta que este año, finalmente, en pleno verano austral, lograron alcanzar el mundo perdido de Vostok.

 

La Antártida, el campo de pruebas del espacio exterior

La Antártida tiene algo en común con las minas de Río Tinto de Huelva, las cumbres del Himalaya, los volcanes submarinos y las simas abisales de los océanos: son ambientes extremos que se parecen a los que hay en otros planetas y lunas del Sistema Solar y que son candidatos a albergar vida microbiana extraterrestre. Si en el lago Vostok o bajo el hielo antártico puede haber vida, entonces es más fácil pensar que en Ío, Europa, Marte y otros escenarios extraterrestres puede haber vida. Por eso es tan interesante para la ciencia la investigación en el lago Vostok, por sus aplicaciones en astronomía, geología planetaria, biología, climatología… Incluso la NASA colaboró con sondas diseñadas para explorar las placas de hielo de las lunas de Júpiter en los trabajos del lago.

El método ruso es sencillo: la sonda atraviesa el hielo y alcanza el agua líquida y actúa como un émbolo que la absorbe hacia arriba por la diferencia de presión, de tal forma que bloquea el acceso de aire contaminado desde el exterior. Los americanos tenían otra idea posterior: deslizar un “cryobot” o robot resistente a bajas temperaturas que pudiera deslizarse por el agujero y entrar en el agua para navegar y enviar datos. Exactamente el mismo sistema pensado por la NASA y los europeos para investigar la luna Europa. Más paralelismos, imposibles.