Albert Monteys y Ryan North (guión) adaptan al cómic la obra más célebre del norteamericano Kurt Vonnegut, autor de ‘Matadero 5’ después de su traumática experiencia en la Segunda Guerra Mundial, voz satírica de la posguerra en EEUU y quizás uno de los mejores escritores que haya tenido América del Norte. Monteys, un veterano prolífico del humor gráfico en El Jueves y otros medios, se lanza a una de las adaptaciones más laboriosas que puede haber.

IMÁGENES: Astiberri

Ha pasado más de un mes desde que viera la luz esta versión en novela gráfica de una de las obras emblemáticas de Kurt Vonnegut, pero es tal la importancia de este escritor norteamericano, y lo prolífico del dibujante Albert Monteys, que merece la pena repasar esta obra y las dos carreras, tan distantes entre sí como unidas por el noveno arte. Porque el proyecto no es fácil, más bien todo lo contrario. Es un desafío por las particularidades de ‘Matadero cinco (o la Cruzada de los niños)’, que es su título completo: la trama no es lineal (de hecho los saltos temporales son continuos), surrealismo, mezcla fantasía con ciencia-ficción y aborda temáticas tan espinosas como la religión, el antibelicismo, la ficción autobiográfica, los perfiles psicológicos, la verdadera condición humana frente al determinismo y la veracidad del libre albedrío. Todo además con una funda satírica en una mezcla que nunca antes se había visto.

Y no es una excepción en la obra de Vonnegut: sus mundos futuros eran de perfil agrio, pesimista, distópico, con contrapesos de humor negro y sátira. Su intención era prolongar sus preocupaciones sociales de la posguerra en forma de avisos para lectores, avisos para navegantes de lo que podría pasar si se permite que las circunstancias destructivas y tiránicas son permitidas y no cercenadas. Era, por decirlo de una manera más escueta, un agorero, un profeta pesimista que avisaba de dónde podría terminar la deriva de una sociedad que él veía autodestructiva. No obstante siempre lo hizo con un punto de vista repleto de humor, porque era parte de su personalidad y porque quizás fuera lo que necesitaba para llegar más lejos con sus críticas. Ejemplo de todo ello, al mismo tiempo, es ‘Harrison Bergeron’, donde imaginó un futuro en el que todas las personas se ven obligadas a un igualitarismo obligado ya que usan discapacidades inducidas y nadie puede mantener un pensamiento más de diez segundos.

Ése era el mundo que Monteys y Ryan North, en apoyo del guión, tenían que “meter” y transitar hacia una novela gráfica medio siglo después de la publicación original de ‘Matadero cinco’. “Yo, Billy Pilgrim, moriré, siempre he muerto y siempre moriré el 13 de febrero de 1976”; ante semejante frase como base trabajaron en un viaje donde el tiempo no es lineal. Es más, no tiene un sentido o peso, sólo es el lienzo en el que los hechos se suceden una y otra vez. Pilgrim es más una marioneta que un personaje principal, no controla hacia dónde se dirige, porque no tiene ni la más remota idea de qué parte de su vida va a tener que representar a continuación. Poro ejemplo: se ha acostado siendo un viejo viudo y se ha despertado el día de su boda. Ha construido una familia cariñosa y ha presenciado el bombardeo de Dresde; ha entrado por una puerta en 1955 y ha salido por ella en 1941. Ha vuelto a traspasar esa puerta y se ha encontrado en 1963. Ha visto su nacimiento y su muerte muchas veces, viaja al azar hacia cualquier instante de su vida.

La historia de ‘Matadero cinco’ es mucho más compleja que este punto de partida: parte del trauma de la guerra, del antibelicismo, para luego saltar, por medio de una especie superior de vida (los habitantes de Trafalmadore) que controla el tiempo y ve más allá de los convencionalismos, desnudando todo lo que los humanos dan por sentado. No sólo habla sobre la naturaleza humana, el determinismo, el verdadero libre albedrío (si es que existe realmente) y la tragedia absurda de la guerra. La novela original fue publicada en 1969 en plena guerra de Vietnam y hacía ese momento van dirigidas las puyas y la verdadera intención de Vonnegut. El surrealismo, el humor absurdo y la sátira son parte del todo que impregna tanto la novela como la adaptación al cómic.

Monteys mantiene su particular estilo, entre el estilismo simbólico, minimalista y pop en muchos aspectos, con el realismo de otras viñetas donde se fija en la vida real que Pilgrim recuerda. En ocasiones alucinado, otros mucho más tradicional, como impera en la propia novela. Le acompaña Ryan North (1980), responsable de guión de Dinosaur Comics, encargado de adaptar ‘Hora de aventuras’ al papel, la serie ‘La máquina de guerra’ o ‘La imbatible Chica Ardilla’ con Marvel. Entre ambos crean un mecano que ya ha sido elegida una de las mejores adaptaciones en años. Eso incluye una extraña introducción a Vonnegut y por qué hizo lo que hizo, la génesis de la propia novela para evitar que el lector se pierda. El resultado es tan diferente como la novela, compleja, siniestra, ácida y humorística, filosófica y punzante. Conserva todo el vigor del particular universo de gusano enredado que creó Vonnegut.

 ¿Quién es Albert Monteys?

Albert Monteys (Barcelona, 1971) lleva haciendo tebeos de humor desde que tiene uso de razón. Después de publicar en Camaleón Ediciones los cómics ‘Mondo Lirondo’ con La Peñya y ‘Calavera lunar’ en solitario, aterriza en la revista El Jueves, donde dibuja semanalmente hasta 2014. Es autor de las series ‘Tato’ y ‘¡Para ti, que eres joven!’, esta última junto con Manel Fontdevila. Actualmente intenta tirar adelante más proyectos de los que serían aconsejables, entre otros, la serie digital ‘¡Universo!’ en Panel Syndicate, recopilada en papel en un primer volumen (Astiberri, 2018), con la que ha ganado el premio Zona Cómic y el premio Cómic Barcelona a la mejor obra de un autor nacional publicada en 2018.

Sus anteriores obras más recientes son ‘El show de Albert Monteys’ (¡Caramba!, 2018) y ‘Carlitos Fax’ (¡Caramba!, 2017), además de ‘23 fotogramas por segundo’ (creado ex profeso para el diario del Festival Internacional de Cine de Gijón, el50) más ‘Ser un hombre’, ambas de 2012. También estaca ‘Misterios comestibles’, publicada igualmente con Astiberri, una particular obra que forma parte de la serie sobre leyendas urbanas que iniciaron David Sánchez y José Domingo con ‘Videojuegos’ y ‘Conspiraciones’. En este libro Monteys repasa los temores culinarios más extendidos de nuestra sociedad, pretendidamente racionalista pero adicta a los mitos y las falsedades; desfilan desde los transgénicos a la comida basura y las delicatessen más raras.

Un escritor diferente e irrepetible, Kurt Vonnegut

Con un nombre escandinavo que parece retrotraer al nordic noir, en realidad Vonnegut fue uno de los mejores escritores jamás salidos de EEUU, como reconoció su contemporáneo Graham Greene. Autor, entre otros títulos, de ‘Matadero cinco’ (su novela más significativo), ‘Pianola’, ‘Harrison Bergeron’, ‘Cuna del gato’, ‘Desayuno de campeones’ y ‘Un hombre sin un país’. Nació en Indianápolis en 1922 y falleció en Nueva York en 2007, y desplegó toda su vida dos talentos insuperables: un humor negro tan ácido como útil para desmontar las tradiciones con la sátira, y sobre todo una imaginación incomparable que le catapultaron a partir de la publicación de ‘Las sirenas de Titán’ en 1959 y la citada ‘Cuna del gato’ ya en 1963, mimado por los medios neoyorquinos como The New York Times.

Fue un autor de varios géneros, arrancando con una juventud de ciencia-ficción que se torció cuando luchó en la Segunda Guerra Mundial: capturado por los alemanes, fue encerrado en un matadero en la ciudad de Dresde donde de milagro sobrevivió al bombardeo masivo de los Aliados. De ese trauma nació su obra más representativa por su estilo y motivaciones. También algunas de sus obsesiones, como el conflicto continuo de su país con la URSS, la amenaza de la guerra nuclear, y las distopías. Fue una de sus vías de expresión más recurrentes junto con la sátira, su capacidad para crear enormes avisos sociales sobre lo que podría ocurrirle a una sociedad democrática en plena deriva centrípeta por la Guerra Fría, y al mundo en general. Su muerte, antes de tiempo, llegó por uno de esos azares del destino: una caída en la que se lesionó la cabeza terminó por bajar el telón de un creador literario fuera de lo común, con una voz distinta y magnífica.