CBS anunció la pasada semana que en 2017 relanzará en plataforma bajo petición un remake de la serie original de Star Trek después de estrenarla en abierto, todo un guiño a la cultura popular trekkie.
Es curioso pensar que todo el fenómeno trekkie, de los primeros movimientos de fans de la ciencia-ficción con capacidad para influir en la televisión y el cine, nació de una serie de televisión pionera creada por Gene Roddenberry que no tuvo éxito al estilo de la industria. Apenas tuvo tres temporadas y 79 episodios en la NBC,. Pero su influencia fue mucho más grande: en el cine, la televisión, en el cómic o en la cultura popular. Tanta que a esta primera serie que culminaría en 1969 le seguirían otras cinco (una de ellas de animación), doce películas (con un reboot de por medio), videojuegos, novelas y un fenómeno fan como hay pocos.
A todo esto se sumará un nuevo reboot, pero esta vez sin nuevas generaciones, historias paralelas o secuelas: la CBS quiere hacer un renacimiento en toda regla de la serie original, con nuevos actores y con un sistema nuevo: por petición. Es decir, que la CBS va a montar su propia versión de Netflix y esa nueva serie será parte de su oferta. Primero enganchará al público emitiendo el primer capítulo en enero de 2017, después de que la franquicia cumpla 50 años, y el resto será bajo demanda. El responsable será el productor Alex Kurtzman, que también ejercerá de coguionista: será el showrunner (desarrollador de la serie) y necesitará guionistas, actores, directores, etc, etc.
El reparto original de la serie de 1966
Pero nada será igual: no estamos en los años 60 y la CBS ya ha dicho que piensa modernizar el contexto con nuevos personajes y temáticas. Quiere exprimir al máximo el nuevo movimiento trekkie surgido a partir de otro reboot, el que inició en 2009 J. J. Abrams con Star Trek en cine y que ya tuvo continuación en 2013. La tercera llegará el año que viene. No hay muchas más noticias sobre este proyecto, todavía en su fase inicial pero que llegará a buen puerto porque es un mercado ya más que trillado y conocido. Especialmente ahora que el nuevo auge coincide con el fallecimiento de los antiguos actores (como el más reciente, el de Leonard Nimoy, el Doctor Spock, aunque también fallecieron DeForest Kelley y James Doohan) y una nueva generación reenganchada a la saga.
Pero para los que no saben lo que es Star Trek baste recordarle que hay Academia de Lengua Klingon, que todos los años se celebran varias convenciones de fans sólo en EEUU, que las referencias trekkies son legión en muchos otros productos (especialmente en la serie ‘The Big Bang Theory’, donde han aparecido muchos de los actores originales y de las secuelas), que hay incluso una versión trekkie del Monopoly y que la subasta y compra-venta de recuerdos y productos oficiales mueve cientos de miles de dólares al año. Ha traspasado muchas barreras, incluso generacionales: primero la de los años 60 (ahora abuelos), luego la de los 80-90 con las películas y las series (ahora padres) y finalmente con el reboot de la primera década del siglo (los nietos).
La serie original tenía un planteamiento sencillo que recordaba mucho a una antigua película clásica de ciencia-ficción, ‘Planeta Prohibido’, de 1956. Una de las teorías es que Roddenberry bebió de esa fuente para crear la estructura de Star Trek, que podríamos traducir como “desafío espacial” u “odisea espacial”. Ambientada en el siglo XXIII, la serie sigue las aventuras de la nave estelar USS Enterprise (NCC-1701) y su tripulación, liderada por el capitán James T. Kirk (William Shatner), su primer oficial el Sr. Spock (Leonard Nimoy), el oficial médico en jefe Leonard McCoy (DeForest Kelley) y la oficial de comunicaciones Nyota Uhura (Nichelle Nichols). Igual de legendaria se hizo la introducción con voz en off del propio Shatner: “El espacio: la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, en una misión que durará cinco años, dedicada a la exploración de mundos desconocidos, al descubrimiento de nuevas vidas y nuevas civilizaciones, hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar”.
Gene Roddenberry (en el centro, con traje marrón) con parte del reparto de la serie en los 70
La serie tardó en calar. La primera temporada no había terminado cuando muchos ejecutivos de la NBC ya la querían cancelar, pero aún así le dejaron algo de espacio y tiempo. Concretamente tres temporadas. Roddenberry se mantuvo al frente las dos primeras, y la tercera ya marcó su lento adiós al proyecto. Finalmente ya no hubo más y en 1969, en el colofón de los movidos años 60, terminaba el proyecto. Por el camino tuvo bastantes hitos: la ciencia-ficción ya no sería igual, abría todo un mundo; Shatner y Nichelle Nichols tuvieron el honor de darse el primer beso interracial de la historia de la televisión. Y la tripulación, por pura coherencia con el planteamiento inicial (la Flota Estelar abarcaba a toda la Humanidad y otras especies alienígenas aliadas), tenía que ser multinacional: había africanos, asiáticos, europeos, norteamericanos y un habitante mestizo de Vulcano, Spock. El domino blanco se había terminado cuando todavía muchos afroamericanos no podían votar. Eso sí, Uhura, la mujer afroamericana, seguía pareciendo una secretaria sin mucha capacidad de decisión.
Desde el punto de vista técnico la serie también tuvo un par de ideas muy originales que en realidad eran provocadas por la necesidad de ahorrar: el teletransporte fue la solución de Roddenberry para evitar filmar con maquetas aterrizajes y despegues continuos; para poder hacer los grandes saltos espaciales se inventaron los “motores warp”, que permitían abrir conexiones entre un punto y otro. Y uno de los más curiosos: los comunicadores individuales, que con el tiempo serían una de las inspiraciones de los teléfonos móviles. Por lo demás la producción tiraba de la vieja ciencia-ficción heredada de los primeros tiempos: blanca, suave, sin grandes profundidades intelectuales que sí existían en la literatura (que hubieran espantado a muchos espectadores) del género, y una estética pop sesentera que hizo historia. Curiosamente la CBS, que se ha encargado de la nueva serie, emitió otra producción legendaria, ‘Perdidos en el Espacio’, que tuvo más vida que Star Trek pero nunca generó el impacto de ésta.
Star Trek también fue una serie con muchas líneas subterráneas. Roddenberry utilizó los episodios para debatir problemas de la actualidad de posguerra, como la Guerra Fría, el racismo y el sexismo; también hubo momentos en los que se ponía en tela de juicio la religión o la hegemonía de EEUU, una sutil crítica que muchas veces pasó desapercibida pero que hoy en día es muy clara. Además Roddenberry tuvo un detalle muy interesante: utilizó escritores profesionales como guionistas para los argumentos, de tal manera que la literatura de ciencia-ficción se unió a la televisión. Escribieron Theodore Sturgeon, Norman Spinrad o Robert Bloch entre otros. También fue pionera la hora de poner mujeres a los mandos: Dorothy C. Fontana, colaboradora de Roddenberry, firmaba los guiones como D. C. Fontana para evitar que no la tomaran en serio, lo que da una idea de cómo era la discriminación sexual incluso en ambientes supuestamente más liberales.
Arriba y abajo, carteles originales de algunos de los capítulos emitidos
El reparto original en los años 80, en una de las películas