Un suceso no supone un golpe más blando por ser esperado. Y lo cierto es que el ‘Big One’, el terremoto más grande registrado en California, es como el verdugo al que se espera y contra el que se llevan décadas preparando en el norte del estado soleado.

De forma cíclica el Big One aparece como el hombre del saco, pero con una diferencia: más tarde o más temprano aparecerá. La cadenas de fallas que atraviesan toda California, es una herida por la que la Tierra supura de vez en cuando. Y es cuestión de tiempo que la tensión acumulada por la fricción entre las placas de la falla se libere. Un terremoto es eso, el resultado de la liberación de energía de fricción acumulada que tiene que escapar para evitar que colapse todo. Sin embargo, cuando la tensión que se acumula es muy grande se produce lo que se denomina un gran terremoto, menos común y que suele alcanzar magnitudes muy altas.

Cada falla tiene ciclos, y la de San Andrés está a punto de cerrar el suyo de 140 años según el Servicio Geológico de EEUU (USGS). La razón para ese número de años es que el cómputo no falla: entre un gran terremoto y otro en la zona suelen transcurrir unos 140 años. Sin embargo el peor de todos, que arrasó la ciudad por completo, fue en 1906, fuera de ese cómputo. A finales de julio se produjo uno de magnitud 4,1, leve en comparación con otros, pero que podría ser el anticipo de otro mucho más grande que supondría el fin de ciclo. Según los informes oficiales que se emiten cada cierto tiempo desde principios de siglo, hay un 31% de posibilidades de que haya un terremoto por encima de magnitud 6 en los próximos años “cercanos”.

Fotografías de la devastación del terremoto de 1906 en San Francisco

Y según muchos geólogos, cuanto más tarde en aparecer más fuerza tendrá porque habrá acumulado más tensión. Por supuesto en geología los plazos de tiempo son siempre muy altos: tomen por “inminente” unos 25 o 35 años. A día de hoy es muy difícil aventurar cuándo se producirá el Big One que tantas veces ha pronosticado el cine (la última con Dwayne Johnson en ‘San Andreas’), pero si los ciclos de la falla son ciertos, y tenemos como referencia que el último similar fue de magnitud 6,8 en 1868 (cuando la Bahía de San Francisco no tenía ni el 10% de la población que tiene ahora), entonces las cuentas salen.

El Big One: tic, tac, tic, tac…

En realidad no es uno solo sino una cadena de sismos capaces de desfigurar toda la costa oeste, porque tal y como argumentan los investigadores del Servicio Geológico de EEUU, el temido gran terremoto podría ser en realidad una cadena más larga y prolongada en el tiempo que podrían ser incluso más letales que uno solitario. Antes, a lo largo de los siglos XVII y XVIII, cuando era territorio del imperio español, la zona del norte de California ya experimentó estas cadenas de terremotos.

La energía liberada por esas cadenas fue superior incluso que la de ese gran terremoto. El problema no es lo alto que llegue en la escala de Richter, sino el efecto sobre las placas y sobre la corteza. Las ondas sísmicas funcionan igual que el sonido: cuanta mayor reverberación hay, más letal es el impacto. Se consigue más con una serie sincronizada de ondas que con un solo golpe, por poner un ejemplo cercano. Así, en EEUU manejan dos escenarios: el tradicional, con un megaterremoto que pudiera superar la barrera de los 8 grados en la escala y que, como principal consecuencia, provocaría un tsunami que barriera las costas no sólo de EEUU sino también de Canadá, México, Centroamérica por un lado y en sentido contrario tendría expansiones hacia Hawaii. Incluso se notaría en la costa asiática. No hay que olvidar que el terremoto y tsunami que afectó a Japón en 2011 llegó incluso a California.

Mapa de terremotos de 2013/2014

El segundo escenario es esa cadena de terremotos más pequeños a lo largo de las fallas de la región (San Andrés, San Gregorio, Calaveras, Hayward-Rodgers Creek, Greenville, y Concord-Green Valley) que al estar sincronizados pudieran alterar toda la fisionomía de la corteza por la inmensa cantidad de energía liberada. El problema es que han detectado que esas fallas se mueven y que la energía acumulada tiene que liberarse por propia lógica geológica y física, y esa liberación se traduce en terremotos. A más energía, mayores ondas y peores consecuencias. Una vez que surge el terremoto, la placa y la corteza se “relajan” y permite que la superficie se asiente y sea estable durante décadas o incluso siglos.

El problema es que la bahía de San Francisco ha acumulado más tensión que otras (como la de la zona sur de Los Ángeles) y eso presupone que cuando llegue el momento de liberación de energía podría ser descomunal. El problema es que mientras que los registros en Europa abarcan siglos y casi milenios, en el caso de California sólo hay datos desde que se fundaron las misiones franciscanas en la zona, es decir, desde la década de 1770. Por eso la organización americana intenta hacer una regresión hacia el comportamiento de las placas en siglos anteriores a través de investigaciones de campo en la zona de las fallas.

Las excavaciones en dichas fallas y el uso de la tecnología de datación geológica permite conocer mejor lo que va a suceder comprendiendo lo que sucedió. Así, el Servicio Geológico ha logrado remontarse hasta el siglo XVII, y lo que apuntan recalcan la idea del grupo de grandes terremotos. Han determinado que en el siglo anterior a la fundación de las misiones se produjeron al menos dos grandes épocas sísmicas, pero que una de ellas fue sincronizada y concentrada en la zona del norte de California. Mal augurio y refuerzo de la posición de los investigadores del USGS.

anillo de fuego

El Big One asiático, cada vez más cerca

San Francisco no es la única región que apunta hacia un crack telúrico. Después del terremoto y tsunami que arrasó Japón en 2011 los científicos también estiman que se acerca el Big One en Asia, y que podría superar en daños y bajas incluso el terrible terremoto y tsunami en el océano Índico que causó más de 220.000 muertos en 2004. Éste tuvo una magnitud de 8,5 grados en la escala Richter y formó un tsumani demoledor. Especialmente preocupantes son las señales que apuntan a otro cerca de Sumatra, en las islas Mentawai y que podría superar incluso el nivel del de 2004.

Un movimiento telúrico de gran magnitud y epicentro próximo al litoral puede generar una ola gigante que arrase las pobladas costas de Sumatra y cause decenas de miles de víctimas. Una de las zonas más proclives a ser devastada es Padang, capital de la provincia de Sumatra Occidental, con una población de un millón de habitantes. La teoría es que el epicentro se situaría bajo la pequeña isla de Siberut, en las Mentawai, un apartado archipiélago al oeste de Sumatra con un extenso historial sísmico. Atraviesa su fondo marino la falla de Sonda, donde colisionan las placas tectónicas indoaustraliana y euroasiática, una de las fracturas más activas de la corteza terrestre. Esta falla acumula tensión desde 1797, y su ciclo suelen ser de dos siglos. Es decir, llega tarde. Sin embargo no es un suceso exacto, y podría ser dentro de 20 años, o mañana.

Islas Mentawai y su posición en Indonesia