Sin piedad, el director alemán arrasa la Casa Blanca en ‘Asalto al poder’. No es la primera vez. La volatizó en ‘Independence Day’ y la estampó un portaviones en ‘2012’.
“La Casa Blanca es un símbolo. Siempre busco símbolos reconocibles a nivel mundial. Cada vez es más difícil estrenar una película en todo el mundo que no tenga símbolos universales”. El director alemán Roland Emmerich (Stuttgart, 1955), afincado en Estados Unidos desde ‘Soldado universal’ (1992), se ha tomado esta reflexión muy en serio en su filmografía con decenas de edificios emblemáticos destruidos. ‘Asalto al poder’ llega este viernes a los cines españoles con la Casa Blanca en su exterminador punto de mira.
“Incluso con el título ‘White House Down’ (‘Asalto al poder’), todo el mundo lo va a entender. Todo el mundo sabe qué es la Casa Blanca. Todo el mundo sabe quién es el presidente de Estados Unidos. ¡Es la casa más famosa de todo el mundo!”, exclama. El edificio más famoso, y el más destruido en su exitosa carrera comercial en Hollywood. La delirante, pero enormemente rentable, invasión alienígena de ‘Independence Day’ (1996) se ensañó ya con algunos de los principales símbolos norteamericanos: la Estatua de la Libertad, el Empire State, el Capitolio y… la Casa Blanca.
‘Asalto al poder’
Emmerich, que apenas llevaba cuatro de años en Estados Unidos tras los estrenos de ‘Soldado universal’ (1992) y ‘Stargate, puerta a las estrellas’ (1994), arrasaba América. Y al público le encantaba. Le cogió tanto gustó que su filmografía en Hollywood se ha centrado en apocalípticas películas repletas de ciudades que han saltado por los aires salvo en tres excepciones: ‘El patriota’ (2000), centrada en la Guerra de Independencia; ’10.000’ (2008), una fallida excursión en la Prehistoria; y ‘Anonymous’ (2011), que explora sobre la autoría real de las obras de Shakespeare.
Pero a Roland Emmerich lo que realmente le entusiasma es destruir ciudades. Tras su despliegue de medios en ‘Independence Day, decidió arrasar Nueva York de la mano de ‘Godzilla’ (1998). El mutante reptil nuclear ‘se pasea’ por Manhattan y Central Park mientras se instala en un Madison Square Garden en el que incuba cientos de huevos. Godzilla muere, como no podía ser de otra manera, enredado y acribillado en un gran símbolo neoyorquino: el puente de Brooklyn.
Se cebó de nuevo con Estados Unidos y con todo el mundo en ‘El día de mañana’ (2004). Esta vez era un brusco cambio climático, que sometía al planeta a una glaciación, el detonante de la destrucción. Tras destrozar Los Angeles con varios tornados, Emmerich se detiene, en especial, en una congelada isla de Manhattan. El skyline de Nueva York regresaba, rodeado por un océano crecido, a la Edad de Hielo.
‘2012’
‘2012’, estrenada hace cuatro años, ha sido su último apocalipsis. Con la excusa del anunciado fin del mundo por el calendario maya, Emmerich arremete contra toda urbe en pie y lanza desmedidas catástrofes naturales. Si en ‘El día de mañana’ se limitó a contar, pero no a enseñar, una Casa Blanca congelada, en ‘2012’ no se corta y estampa todo un portaaviones, el John Fitzgerald Kennedy, contra la residencia del presidente de Estados Unidos.
En White House Down’ (‘Asalto al poder’), descarga todo su catastrófico cine en el 1600 de Pennsylvania Avenue de Washington. La Casa Blanca es la gran protagonista. Tomada por un grupo paramilitar, Emmerich se recrea en la destrucción minuciosa y progresiva de cada una de sus estancias. “Cuando tienes éxito con una cosa, la gente te pide que hagas más de lo mismo y entonces tú intentas conseguir las mayores variaciones posibles”, se justifica.
Ante todo, ‘Asalto al poder’ (Sony Pictures) es la historia de la destrucción del edificio más simbólico de la política norteamericana y, por extensión, del mundo. El ficticio presidente de Estados Unidos (James Sawyer), interpretado por Jamie Foxx, queda en un segundo plano al igual que el héroe del filme, Channing Tatum, un policía del Capitolio que aspira a entrar en el Servicio Secreto del presidente y que visita con su hija la Casa Blanca en el momento más inoportuno. Tatum, en un ‘alarde’ de originalidad de Emmerich, se pasa buena parte del metraje con una camiseta blanca de tirantes a lo John McClane de ‘La jungla de cristal’.
Como en el resto de la filmografía del director alemán, que visitó por primera vez la Casa Blanca cuando tenía doce años, lo que importa es disfrutar con la voladura de edificios conocidos mundialmente. Roland Emmerich, con el indispensable apoyo de su diseñador de producción, Kirk Petruccelli, ha centrado su interés en construir en un abandonado y enorme almacén de Montreal una detallada réplica del edificio presidencial.
Para la película, se han construido 45 escenarios que reproducen el 65% de la Casa Blanca, incluidas las alas Este y Oeste, el Centro de Operaciones de Emergencias Presidenciales, los jardines Kennedy, la piscina… Todo para ser destruido en un rodaje de apenas ocho semanas en una gran superproducción en la que Roland Emmerich disfruta destruyendo por tercera vez el centro del poder del mundo: la Casa Blanca.