Es uno de los géneros más arriesgados, pero también de los más libres: reescribir la Historia utilizando un punto concreto de la misma y fantasear sobre qué hubiera ocurrido. Aunque su origen es muy antiguo (nada menos que a Tito Livio en Roma), fue en la posguerra del siglo XX cuando se convirtió en un gran género.
Todo empieza con un “y si…”, un condicional, un punto de divergencia en el cual alguien fantasea con qué hubiera ocurrido si… Y a partir de ahí brota una nueva Historia, un nuevo mundo. Casi podría decirse que la ucronía (literalmente, por la traducción del griego “no tiempo”, es decir, lo que no ha pasado) es una oportunidad de jugar a esa parte de la Teoría de la Relatividad de Einstein en la que se presuponía la existencia de infinitos universos paralelos donde cada variable posible de nuestra realidad era de otra forma, universos en los que, por ejemplo, Cristóbal Colón no llega a América, o en los que la Segunda República gana la Guerra Civil, en la que los británicos vencen a las Trece Colonias, o los chinos llegan primero a América y la colonizan… Las posibilidades son infinitas, sólo tienen que elegir un punto concreto del arco temporal y aplicar el “y si…”. Como tal es un género vinculado a la ciencia-ficción, pero con un pie también en la novela histórica, pues se debe a ambos géneros. Es un género mestizo, y tremendamente fascinante porque nada estimula más la imaginación que jugar con la Historia conocida y sacar conclusiones y líneas temporales diferentes.
El punto de arranque es llamado, en el argot literario, un “punto Jonbar”, llamado así en honor a John Barr, personaje de un relato de Jack Williamson escrito y publicado en los años 30 en el que se presenta la variable de los universos paralelos por el simple hecho de escoger un imán en lugar de un guijarro, algo que cambiará el mundo, ya que se convierte en un gran científico. Cada punto es en realidad un inicio diferente, y puede ser utilizado varias veces. Incluso hay un registro de “jonbar comunes”: las grandes extinciones (¿imaginan que los dinosaurios no hubieran desaparecido, o que otras especies como los Neandertales tampoco?), el aborto de los grandes movimientos culturales o religiosos en la Historia humana (¿cómo sería el mundo si no existiera el Islam, o el cristianismo, o el budismo hubiera conquistado toda Asia, o si nunca hubiese caído el Imperio Romano?), o la recurrente alteración de los momentos político-militares de la Historia moderna o contemporánea (victoria nazi, de Napoleón, la aparición de las computadoras mucho antes, etc).
Tres de las novelas más famosas del género, incluyendo la española ‘Danza de tinieblas’
En el caso de España también ha habido mucha ucronía, pero siempre centrándose (o casi siempre) en tres momentos que, por su trascendencia antigua y moderna, genera mucha atracción: la victoria de los republicanos en la Guerra Civil (se ha llegado incluso a hacer un documental televisivo al respecto, en La Sexta), la victoria de España en algunas de las guerras que la hundieron o perjudicaron (la Guerra de Cuba, la guerra contra Inglaterra y la Armada Invencible) o determinados giros históricos en los que determinados reyes o líderes (Juan de Austria en lugar de Felipe II, por ejemplo) cambiaban para siempre la Historia española.
Recientemente una serie de televisión, ‘El Ministerio del Tiempo’, ha jugado continuamente con la ucronía en muchos de sus argumentos, porque en realidad esta organización debe evitar que se produzca una variable, volviendo una y otra vez a los Jonbar propios de España y evitar que cambie la Historia, que debe quedarse inalterable. En uno de sus episodios de más calidad, Felipe II descubría que podía viajar en el tiempo y, dando saltos elegidos, lograr conservar en el siglo XXI el Imperio Español e incluso lo ampliaba. Y sólo es una de las muchas historias paralelas: en una no se escribía ‘El Quijote’, en otra el Cid fallecía antes de tiempo, o asesinaban por error a uno de los redactores de la Constitución de 1812 en Cádiz. Curiosamente la serie se basa en ‘Guardianes del Tiempo’, donde ucronía y viajes temporales se dan la mano en la obra de Poul Anderson, uno de los autores de referencia del género.
¿Pero de dónde salió el término, y sobre todo, la opción de reescribir la Historia como argumento narrativo? El primero de todos fue nada menos que el historiador y filósofo romano Tito Livio cuando escribió ‘Historia de Roma desde su fundación’ y, entre la semblanza mitómana y las ganas de exhibir el poderío romano, imaginó una guerra entre Alejandro Magno y la República Romana del siglo IV a. C. Aquel fue un primer paso que no volvería a ser usado durante mucho tiempo hasta que en el siglo XIX Luis Napoleón Geoffroy-Château publicó ‘Napoleón y la conquista del mundo 1812-1821’, un libro en el que imaginaba una victoria total del general corso de haberse dado determinadas circunstancias.
Ese mismo siglo Charles Renouvier publicó ‘Ucronía: La utopía en la Historia’, un ensayo en el que definía la opción de reescribir el hilo narrativo histórico desde otro puntos de vista, equiparándola con la utopía clásica: ucronía es el “no tiempo”, es decir, lo que no existe y es imaginario. Otro más cercano que también experimentó a finales del siglo XIX fue Nilo María Fabra, que en 1885 publicaba ‘Cuatro siglos de buen gobierno’, en la que el Imperio Español había logrado sobrevivir hasta su época porque un hijo de Isabel de Aragón, Miguel de la Paz, había cambiado el gobierno hacia un modelo más liberal y práctico.
Pero si hay un autor que ha logrado hacer converger este género en una estética y ambiente concretos es sin duda Philip K. Dick y la magnífica ‘El hombre en el castillo’. Con ella logró no sólo recuperar esta vía como parte de la ciencia-ficción, sino que concibió una obra premiada que le abrió las puertas definitivamente del mundo literario. En esta ucronía originaria imaginaba un mundo en el que el Tercer Reich y Japón habían ganado la guerra y donde Alemania dominaba incluso EEUU, que se habían repartido ambos imperios. Él mejor que nadie logró dotar de fuerza a esta forma de narrar que muchos otros siguieron a su estela, pero con mayor libertad.
Una de las vertientes más frecuentes es la de los viajes en el tiempo que modifican las líneas temporales, al estilo de ‘El Ministerio del Tiempo’, pero en novela, y donde destacan el mencionado Poul Anderson, pero también Harry Turtledove (‘The Two Georges’, ‘Britania conquistada’) o Stephen King más recientemente (‘11/22/63’, donde intenta evitar el asesinato de Kennedy). Más rocambolesco aún es la fusión de vida extraterrestre y superhéroes con la ucronía: dos buenos ejemplos son la serie ‘Worldwar & Colonization’ (Turtledove) y la novela gráfica ‘Watchmen’, donde Nixon gobierna aún en los años 80 porque utilizó a superhéroes para ganar en Vietnam.
Aunque hay decenas, por no decir cientos, de novelas remarcables a partir de la ucronía, se puede hacer una pequeña lista común que puede ser de interés para el lector. Todo depende de los intereses de cada uno:
- ‘El hombre en el castillo’ (Philip K. Dick): una de las más grandes y de más calidad del género, sobre la victoria del Tercer Reich en la Segunda Guerra Mundial y cómo sería el mundo décadas después.
- ‘Patria’ (Robert Harris): una Alemania nazi victoriosa que ha conquista Europa hasta los Urales, pero que pende de un hilo por la investigación de un asesinato.
- ‘Roma eterna’ (Robert Silverberg): Roma sobrevive a los bárbaros y el cristianismo nunca germina.
- ‘Pavana’ (Keith Roberts) y ‘Britania Conquistada’ (Harry Turtledove): las dos sobre el mismo tema, la victoria de la Armada Invencible y la conquista de Inglaterra.
- ‘El coleccionista de sellos’ (César Mallorquí), ‘En el día de hoy’ (Jesús Torbado), ‘El desfile de la victoria’ (Fernando Díaz-Plaja): la victoria de los republicanos en la Guerra Civil. Uno de los temas más explorados por la ucronía en España.
- ‘Danza de tinieblas’ (Eduardo Vaquerizo): una de las mejores novelas del género, en la que Felipe II muere prematuramente y Juan de Austria llega al trono, imponiendo un imperio multirreligioso, abierto y separado de la Iglesia que llega hasta el siglo XX.
- ‘The Neanderthal Parallax’ (Robert J. Sawyer): un universo paralelo donde los Neandertales vencieron a los Sapiens se cruza con el nuestro.
- ‘La trama celeste’ (Adolfo Bioy Casares): victoria de Cartago sobre Roma.
- ‘The Two Georges’ (Harry Turtledove): novela ucrónica múltiple, en la que la democracia, EEUU, la Revolución Francesa o la Revolución Rusa nunca suceden por una serie de casualidades y da como resultado un siglo XX imperialista dominado por Gran Bretaña, la alianza de Francia y España y la Rusia zarista, pero que tecnológicamente está más retrasada.
- ‘Guardianes del tiempo’ (o ‘Patrulla del tiempo’) (Poul Anderson): un equipo se encarga de evitar que las líneas temporales cambien en un tiempo que va desde la época de los dinosaurios al futuro distante.