Aunque es difícil de calcular, y los registros geológicos dan muchas sorpresas, lo cierto es que hacía más de 65 millones de años que no se liberaba tanto carbono (CO2) a la atmósfera como a día de hoy, en gran parte por culpa del ser humano.
Insistimos en que es complicado sostener una aseveración así, más teniendo en cuenta que los ciclos climáticos de la Tierra en los últimos miles de millones de años abarcan desde el frío extremo (Teoría de la Bola de Nieve, cuando casi todo el planeta quedó bajo el hielo) al calor extremo de eras preglaciales, cuando apenas había hielo en los polos. Sin embargo, y con todas las cautelas, un informe de la Escuela de Oceanografía y Ciencias de la Tierra y Tecnología de la Universidad de Hawaii-Manoa, dirigido por Richard Zeebe (y publicado en Nature Geoscience) asegura que desde la última gran extinción (hace 65 millones de años) nunca se había liberado tanto carbono a la atmósfera.
Concretamente el acelerón es por diez: la liberación de estos gases de carbono a la atmósfera es actualmente 10 veces más rápida. Esta conclusión se basa en el análisis de las variaciones de temperatura y la cantidad de dióxido de carbono desde que los dinosaurios se extinguieran en masa hace 65 millones de años, un momento en el que el impacto de un meteorito (más otras causas derivadas) alteró la geología y la atmósfera terrestre hasta niveles cercanos a un Apocalípsis planetario.
El desorbitado consumo de energía a partir de combustibles fósiles, las industrias no sostenibles e incluso nuestra dieta han favorecido que se dispare la emisión de CO2 a la atmósfera
Para que nos hagamos una idea del código temporal que han usado los investigadores, los registros modernos empezaron en 1850, con lo que en realidad sólo tenemos 165 años reales para comparar. Para saber qué ocurrió en el último millón de años en los que los homínidos fueron una rama separada el cálculo se hizo a través de las burbujas de aire atrapadas en los núcleos de hielo polar, que actúan igual que los anillos de un árbol y permiten datar la evolución climática y geológica de la Tierra casi año por año.
Ahora bien, para llegar hasta esos 65 millones de años hubo que examinar las firmas químicas y biológicas de los archivos de sedimentos de aguas profundas. Cada suceso que ocurra en el planeta deja una firma química, desde lo geológico a lo biológico, y seguir las pistas de rastros de esas firmas permiten reconstruir sucesos y momentos. El equipo de Hawaii fue capaz de determinar el momento cumbre de calor y presencia de carbono en el aire, hace 56 millones de años, el llamado MTPE (Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno), un registro máximo a partir del cual se pueden establecer patrones de liberación posterior.
Construyeron un método por el que pueden “extraer las tasas de cambio de un registro de sedimento sin la necesidad de un modelo real de edad sedimento”, como indica el informe. A partir de ahí calcularon la velocidad de liberación de carbono en ese momento, y, al ser una cima conocida, resultó que era incluso más bajo que en la actualidad, de lo que se deduce que vivimos en la época con mayor liberación de carbono. De hecho hay cifra récord: 37 mil millones de toneladas métricas de CO2 en 2014. Durante el MTPE se calculó que sería inferior a 4 mil millones de toneladas métricas de CO2 al año.