Acaba de pasar por España con su segundo álbum de estudio, ‘Alone’, que probablemente ya escucharán en las radios; con menos de 30 años es un producto de los nuevos tiempos: chica blanca europea (no británica) con una voz que parece sacada de Lousiana y todo el abanico del R&B como seña.
Belga, nacida en 1989 como Sanne Putseys en el corazón de Flandes, lleva encima más de un millón de discos vendidos y un talento musical que se representa en varios discos (‘Selah Sue’, 2011, fue su debut), premios y varias demostraciones de que su fuerte son los directos. Lo demostró el pasado noviembre en Madrid y allí donde va, incluyendo grabaciones de ella en Youtube en la que canta sus canciones en París y otras ciudades en plena calle, como una música callejera más, ayudada sólo de una guitarra y su voz, a veces rasgada, más fuerte de lo que aparenta su imagen de “vecina por la que suspirar”. Las apariencias engañan: tiene mucha fuerza, vive la música y la mezcla: soul, reggae, R&B…
Selah Sue publicó en marzo pasado ‘Reason’, el segundo álbum de estudio, último paso en una carrera de clubes, programas de televisión, conciertos, festivales en Bélgica y Holanda, y varios EP. El primero ‘Black Part Love’ (2009), seguido de ‘Raggamuffin’ (2010), el mismo año en el que hizo de telonera de Prince. En 2011 publicó el primer álbum de estudio, ‘Selah Sue’, con las primeras canciones que abrieron camino, como ‘This World’, y un dueto con Cee Lo Green (‘Please’). Con Europa a su pies (incluyendo un concierto para la boda de la familia real de Luxemburgo, algo que puede sumar al currículo más extravagante). Y luego llegaría el segundo álbum, ‘Reason’, en actual gira. Entremedias publicó ‘Rarities’ (2012). Sus mayores éxitos hasta ahora son ‘Alone’, ‘Together’ y ‘Fear nothing’.
La historia de Selah Sue es peculiar, tanto la vital como la estética. Al mismo tiempo que crecía como compositora y cantante se convertía en referente de estilo, incluyendo un peinado que parece sacado del villano de la película ‘Los Increíbles’, cierto aire hipster y una imagen que la conecta más con cantantes francesas que con la música que compone desde que tenía 15 años, cuando empezó a tocar la guitarra acústica. Apenas tardó dos años más en hacer sus primeras maquetas antes de que Universal descubriera esa mezcla de imagen angelical y voz madura unida a un buen directo pulido durante años en conciertos de clubes y festivales. Sin embargo, hubo un cambio de rumbo ante lo que parecía una oportunidad única: la niña tenía más carácter que avaricia y rechazó el contrato para hacer la música que ella quería, la suya, no ser la voz y la imagen del trabajo de otros.
Siguió con la música al tiempo que estudiaba psicología en la universidad de Lovaina, lo que abrió muchas puertas en su música. Como ella misma ha dicho en entrevistas, descubrió y conectó mejor el mundo de las emociones que vertebran todas sus composiciones. Conocerse a sí misma y los motores sentimentales ajenos le dio más fondo todavía al que ya traía de casa. Se labró una carrera precoz a golpe de concierto, de servicio como telonera o versionando a otros, como en el caso de Erykah Badu, una de sus influencias junto con Lauryn Hill.