El próximo 4 de julio el Museo Thyssen-Bornemisza abre salas para tratar la figura y el legado de Sonia Delaunay-Terk, a caballo entre el siglo XIX y el XX y que la convirtió en una de las figuras femeninas del arte contemporáneo, y con diferencia, con trabajos en casi todos los formatos.

La artista de origen ruso Sonia Delaunay-Terk (1885– 1979) fue una figura clave de la primera vanguardia parisiense. Junto a su marido, el pintor Robert Delaunay, emprendió una aventura artística que, basada en los contrastes de color y la disolución de la forma a través de la luz, les encaminó hacia la abstracción. Será la primera exposición monográfica de la artista en nuestro país y se propone mostrar su multidisciplinar práctica artística. Pinturas, diseños de moda y textiles convivirán con sus innovadoras colaboraciones con poetas o escenógrafos. La muestra (4 de julio – 15 de octubre) pondrá además especial atención en el periodo en que la artista y su familia residieron en Madrid, ciudad a la que llegaron hace precisamente 100 años.

Fue en 1917 cuando Sonia y su marido, Robert Delaunay, llegaron a aquel Madrid que se mantenía neutral en la Primera Guerra Mundial y que hacía negocio suministrando al resto de contendientes, un proceso que luego haría explotar la burbuja económica cuando terminó la lucha. Sonia Delaunay aprovechó muy bien la influencia de su marido para poder abrir camino en el arte y en los círculos de intelectuales, y que le valió colaborar con Igor Stravinsky o Manuel de Falla, o con los incipientes grandes almacenes occidentales, donde desarrollaría parte de trabajo de diseño.

La muestra reúne pinturas, escenografías teatrales y líricas, libros, diseños de publicidad, diseño de interiores, moda… muchos de estos objetos han llegado desde el Centro Pompidou parisino, de fondos franceses o incluso del Museo Reina Sofía. Delauney tocó todos los campos posibles en su vida artística, no entendió que fueran compartimentos estancos en los que se separara todo, y desde luego no entendió la pintura como un arte al margen del resto. Lo que hacía en un lienzo lo repetía luego en la ropa o los diseños de interiores. Y fue en Madrid donde empezó a practicar en el diseño centrado en la mujer moderna que se abría camino en el siglo XX.