Desde el pasado 4 de julio Madrid alberga a uno de los pioneros del arte maldito, contemporáneo y épico a la vez. La obra de uno de los magos de la ilustración y la pintura y que se anticipó en casi un siglo a las derivaciones del siglo XX: William Blake, en el CaixaForum Madrid.
Un centenar de obras dan cuenta en Madrid del carácter visionario de este británico que en su isla es poco menos que un pilar fundamental del arte. Muchos le han imitado, sus piezas son poco menos que inversiones seguras en una economía convulsa y ha sido mil y una veces citado. Un icono contracultural de su tiempo, una suerte de Goya inglés pero con más mística que oscuridad traumática. Podrá verse hasta el 21 de octubre.
‘William Blake (1757-1827). Visiones en el arte británico’, organizada por la Tate Britain y producida por la Obra Social La Caixa, propone un acercamiento inédito a la obra de este artista y a su influencia en el arte británico posterior. Formada por más de 100 piezas, 74 de ellas del propio Blake y las 30 restantes de otros destacados artistas ingleses influenciados por su legado, es la primera muestra centrada en esta figura que se organiza en España desde 1996.
Grabador, pintor, poeta, paradigma del artista integral, William Blake (Londres, 1757-1827), incomprendido y rechazado por el público de su época, ocupa un lugar incuestionable en la historia de la cultura occidental por su original y visionaria concepción del arte, enfrentada a los dogmatismos sociales, religiosos y académicos. Inconformismo y misticismo son los rasgos definitorios de su obra. Pero también una imaginación poderosa y libre, sin ataduras.
Blake creía firmemente en que los dogmas eran cadenas que había que romper, y esto le llevó a crear un lenguaje visual único, propio y totalmente identificable, clave vital de todo artista con aspiración a ser inmortal. Blake interpretó los grandes acontecimientos políticos y sociales de su época cuestionando el statu quo, un inconformismo que derivó en la búsqueda de nuevas técnicas artísticas que le permitieran reflejar sus inquietudes y que le alejaron de las convenciones neoclásicas, asociadas a los valores de la Ilustración.
La exposición está dividida en once ámbitos que muestran desde sus primeros trabajos como grabador pasando por los Libros proféticos, los grandes grabados en color, las escenas de la Biblia y la pintura al temple, los famosos dibujos para el Libro de Job y La Divina Comedia (encargos del joven artista John Linnell) y los Libros iluminados hasta la influencia que ejerció en Los Antiguos (jóvenes pintores que le veían como un profeta y le llamaban “el intérprete”), en los prerrafaelitas, los simbolistas y los neorrománticos ingleses.
‘El anciano de los días’, una de las mejores obras de Blake
Retrato de William Blake