Una investigación entre científicos canadienses y alemanes ha demostrado que hay zonas del océano Atlántico en los que el agua apenas tiene oxígeno, lo que literalmente mata cualquier forma de vida que no sea microscópica.
La revista de la Unión Europea Biogeosciences ha publicado el hallazgo de los investigadores de GEOMAR-Centro Helmholtz de Investigación Oceánica en Kiel: en la zona del Atlántico Norte tropical, no muy lejos del África Occidental, se forman remolinos gigantes en los hay una alarmante ausencia de oxígeno. Enormes masas de agua se mueven en remolino en esa latitud hacia el oeste; de “chocar” con regiones marinas con gran cantidad de vida podrían literalmente ahogarlos bajo el agua. Así que doble problema: biológico, porque este proceso puede matar más vida que todos los pesqueros de la zona juntos; y económica, ya que la pesca desaparece.
La cuestión está en saber por qué se produce ese hecho químico en el agua, por qué esas grandes masas de agua (pueden superar los 100 km de diámetro) generan ese vacío en remolino. Siempre se ha pensado en un clásico para explicar estos remolinos: el choque entre el agua dulce de los grandes ríos con el agua salada marítima. Esto provoca remolinos que son muy conocidos por pescadores y marineros: en muchos casos incluso pueden llegar a tragarse barcos enteros. La diferente composición química, la densidad y la fuerza de una masa en movimiento con otra puede generar remolinos que se desplazan por el océano más allá de la costa. Según las mediciones realizadas la concentración en el remolino podría ser de 0 a 0,3 mililitros de oxígeno por litro de agua de mar.
Peces, crustáceos y moluscos serían las principales víctimas de estos remolinos
En estas zonas también se da otro proceso químico: el agua de los ríos lleva fertilizantes naturales que generan una proliferación tremenda de algas. Según cita el informe, se da entonces un proceso también conocido: las algas mueren, caen al fondo y allí son devoradas por bacterias que consumen oxígeno en grandes cantidades para alimentarse. La suma es lógica: a más algas, más bacterias, a más bacterias, menos oxígeno. Las corrientes marinas, apunta el estudio, podrían elevar esa agua hacia la superficie y provocar esas zonas muertas. Curiosamente sólo ocurre dentro del remolino, no en los bordes, que conservan fuertes niveles de oxígeno. Esto es incluso habitual en mares cerrados como el Báltico, pero se suponía que en un océano abierto era más complicado.
Lo realmente irónico de todo este proceso es que el citado mecanismo bacteriológico de vida se refuerza: según los investigadores podría darse el caso de que el remolino matara peces y crustáceos pero crearan nichos ecológicos perfectos para algas y bacterias, las cuales consumirían más y más oxígeno en progresión geométrica. Así que por un lado tenemos un fenómeno que mata animales mientras alimenta a otras especies vegetales y microbianas por otro. Un efecto perverso que bien podría terminar por llegar a alguna zona costera muy poblada. No hay problemas para los humanos, pero sí para la pesca de la que viven muchas comunidades.