Los tres satélites del sistema Swarm ya salieron del planeta con rumbo a su órbita y para, en formación de constelación, analizar a fondo el magnetismo terrestre y monitorizarlo. 

Son tres satélites idénticos, media tonelada cada uno, que un viejo cohete nuclear reconvertido ha puesto en órbita hoy a las 13.02 horas y que ya estaban en órbita y operativos a las 14.40 horas. Todo un éxito para la Agencia Espacial Europea (ESA), que ha conseguido poner en marcha la compleja misión Swarm para medir y analizar el magnetismo terrestre y el papel del Sol en su dinamismo. Para esta noche estaba previsto el despliegue de los mástiles de observación que son el corazón mismo de la misión.

Los satélites Swarm estarán en una órbita similar a la polar: dos a 460 kilómetros de altura sobre la superficie terrestre y un tercero a 530 km de altura respecto a la superficie. Esta combinación de órbitas permitirá a los instrumentos de los tres satélites poder tomar datos de forma más óptima y conseguir más con menos. Cada uno de los artefactos Swarm mide 9 metros y su construcción ha sido de lo más complejo nunca realizado por la ESA. Están construidos como un superdeportivo: son totalmente de fibra de carbono, sin ningún metal. Son, de hecho, una de las mayores construcciones no metálicas hechas nunca por el hombre en época reciente.

Cada satélite lleva incorporado dos magnetómetros diferentes: uno mide el campo eléctrico y un acelerómetro además del receptor GPS y sensores de estrellas de referencia. Ambos se pondrán en marcha cuando se despliegue el mástil y el centro de control tardará tres meses en hacer las pruebas necesarias antes de que se ponga en marcha la misión por completo. El resultado previsto mejorará la compresión de lo que sucede en el interior de la Tierra y su interacción con el entorno espacial gracias al sondeo profundo y preciso de ese campo magnético que es la diferencia entre la vida y la muerte para el planeta.

Swarm seguirá los pasos de la novela ‘Viaje al centro de la Tierra’ de Julio Verne, pero si necesidad de perforar la superficie sino elevándose lo suficiente como para entender la composición del planeta a través de sus emanaciones magnética. Pero sobre todo saber cómo actúa. Gracias al desarrollo de las técnicas de teledetección desde satélites, Swarm puede alcanzar este objetivo desde su órbita. Midiendo los campos magnéticos y sus variaciones más pequeñas se puede dibujar un mapa indirecto de cómo funciona el interior del planeta y las razones por las que existen el campo magnético y su influencia.


Imagen del lanzamiento del cohete con los tres satélites

Los tres satélites de la misión